31 de enero de 2011

Nos han dado un premio

Navegantes: nos han dado un premio. A vosotros, que hacéis posible la existencia de este blog, y a mí, que tengo la suerte de saberos ahí, al acecho.
Viene del blog "Había una vez", un punto de encuentro para amantes de la literatura infantil y juvenil. Es decir, de los libros, en general.
Para verlo, podéis hacer click AQUÍ.
Muchísimas gracias, de corazón.

25 de enero de 2011

Nueve

Nueve años. Hoy hace nueve años que me convertí en lo que soy ahora. Una mujer multifuncional, sin tiempo para nada, con el corazón repleto. Antes de la transformación, a menudo me sentía desaprovechada, con mucho que dar pero nadie que realmente supiera valorarlo, con un potencial dormido que estaba deseando explorar. Hoy sé que no estaba equivocada. Sirvo para esto. A veces me supera -soy humana, supongo-, a veces necesito romper un poco con todo, darme tiempo, buscar el silencio, escribir, leer sin interrupciones, viajar lejos y regresar con añoranza. Pero soy una mujer feliz que, en el fondo, sabe que lo tiene todo y que no desea nada importante, además de lo que tiene.
Hace nueve años que me río, con grandes carcajadas, de quienes consideran que mi transformación me limita, me empobrece, me vuelve una cuentabatallitas insulsas o una mujer de temas limitados o una escritora que sólo hablará de maternidad y de niños. Me río de los falsos intelectuales que se ríen de mis prioridades. Me río de los que quieren restarle importancia a mi día a día a favor de labores más elevadas. Me río de los apocalípticos, de los que creen que hace diez años era más libre, más auténtica, menos cursi, menos sedentaria. Me río de los que piensan que leer a Joyce es más importante que escuchar el relato del día a día de un niño. Me río de quienes opinan que si nada de esto hubiera pasado, mi trayectoria profesional sería más brillante. Me río de quienes denostan ciertos temas literarios como puramente femeninos. Me río de los que pronostican una adolescencia insoportable. Me río de quien no quiere comprender.
Hace nueve años me convertí en la que soy ahora. No fue una transformación fácil ni rápida. No siempre fue placentera. No siempre lo es asumir la nueva condición, nueve años después. Pero pienso en aquella mujer sin hijos de 2001 y siento una rara conmiseración hacia ella: cuánto le quedaba por saber, cuánto por dar, cuánto por recibir, cuánto por disfrutar, por valorar, por priorizar, cuántos abrazos, risas, actividades por compartir. Cómo iba a cambiar su mundo, a mejor, aquel 25 de enero de 2002.
Hoy mi hijo mayor cumple nueve años y estoy de celebración.

21 de enero de 2011

Verdad no: verosímil.

Mi nueva novela está casi lista. Escribo este post durante una interrupción de la tediosa tarea de revisar galeradas. El lunes las entregaré y me habré librado para siempre de una historia que me ha perseguido durante los últimos dos años. O me habré librado de las preocupaciones y las obsesiones que esta historia me ha proporcionado, para pasar a gozar de la etapa posterior: aquella en la que tu argumento ya pertenece a los lectores y son ellos quienes lo reviven cada vez que te hablan de él. Estoy deseando.
Sin embargo, hay algunas personas que ya han leído la novela, por obra y gracia de mis editores, quienes estas pasadas navidades realizaron una impresión no venal del libro y lo regalaron a algunos libreros de confianza. Alguno de ellos, con quienes tengo amistad, me han comentado ya sus impresiones sobre la historia. La más interesante ha sido la de una de las mejores libreras de este país, que además es una lectora atenta y con buen gusto, quien me llamó "tramposa" porque se había pasado un par de horas buscando a mi personaje principal en Internet, sin ningún éxito.
Sonreí mientras me explicaba que leía la novela al borde del escándalo, preocupada por las consecuencias que podía traerme haber difundido los secretos más escondidos de un conocido pintor barcelonés de finales del XIX. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que el pintor no figuraba en ninguna parte y que su obra era por completo ficticia y hasta me pareció un poco contrariada por el descubrimiento, como si hubiera querido -a mí me ocurre lo mismo- que Amadeo Lax fuera real.
Confieso que me sentí feliz. Es estupendo que mi amiga librera me haya tomado tan en serio. La verdad en literatura es algo muy relativo, pero la verosimilitud es fundamental. No dejo de pensar en ella cuando escribo. No importa que algo sea verdad. Importa que sea verosímil. Para establecer los límites entre ambas cosas, suelo incluir una nota final en todos mis libros, donde desvelo mis fuentes y mis propios engaños. En esta novela, el engaño se inserta en una realidad histórica y social muy reconocible, cargada de personajes reales y de sucesos documentados. Tal vez fue eso lo que despistó a mi primera lectora. Lo cual es, ahora que lo pienso, mejor aún.


Verdad no. Verosímil. Amén.

15 de enero de 2011

El "Supermami" del 1 de enero

14 de enero de 2011

Entusiasmo y lecturas

Cada vez que se habla de jóvenes y literatura hay alguien que deja escapar un comentario apocalíptico sobre los hábitos de lectura: que cada vez se lee menos, que los jóvenes de hoy día prefieren jugar a la videoconsola que abrir un libro... A menudo se olvida que los jóvenes derrochan entusiasmo hacia todo lo que les interesa, y que para entusiasmar a un joven -me temo que a cualquiera de nosotros- sólo hace falta alguien con pasión suficiente para transmitirla por contagio. Yo nunca olvidaré al profesor de literatura -catalana, por cierto- que hizo eso conmigo. Se llamaba Josep Rebugent y era leridano y no sólo me inició en la lectura de los clásicos catalanes, de Ibsem, Shakespeare y los clásicos grecolatinos, sino que fue la primera persona a quien me atreví a mostrarle un texto escrito por mí. Yo tenía 17 años.
Sospecho que algo parecido le pasa todoslos años a un profesor amigo del IES Vega del Táder de Murcia, cuyos alumnos tienen la suerte de contar con él y con su pasión por la literatura. Rubén Castillo, quien además de profesor es crítico y escritor, es uno de esos docentes que tanto hacen por incentivar la lectura en nuestro país. Sin ellos, quienes nos dedicamos a esto estaríamos mucho más perdidos pero, lo más importante, sin ellos muchos lectores no habrían descubierto la felicidad de adentrarse en un mundo imaginado por otro.
El pasado mes de junio, Rubén Castillo se atravió a dar un paso más y abrió un blog para que sus alumnos consignaran sus opiniones sobre los libros que iban leyendo. El blog tiene una actividad muy intensa, con actualizaciones diarias (fines de semana incluidos) y reseña literatura de todo tipo -con preferencia por la denominada "juvenil", claro está-. Es una magnífica bitácora para todo aquel que esté interesado en la lectura, en los lectores y, sobre todo, en los buenos libros.
Os lo recomiendo de todas todas, sólo tenéis que pinchar AQUI. Desde hoy, lo tendréis también disponible en los "favoritos" de esta página.

10 de enero de 2011

Año nuevo, cabecera nueva

Nunca una foto había juntado mejor dos de las grandes pasiones de mi vida.


La imagen es de Asís G. Ayerbe.