23 de mayo de 2012

En realidad, no se puede, Natalia



...cuando eran muy pequeños, no lograba entender cómo se podía escribir teniendo hijos.

Natalia Ginzburg
Mi oficio


Te tuteo: 
querida y admirada
Natalia
porque quiero contarte
cómo ocurre la cosa:
De pronto
te encuentras en un parque
rodeada de niños
y sus odiosas madres.
Nadie parece incómodo.
Ellas están a gusto
o lo simulan: 
ríen, charlan
de anécdotas triviales.
De vez en cuando alguna
se alborota
y grita un nombre
para que todas sepan
lo bien que ha asimilado
su rol de maternal
abnegación
y la tomen de ejemplo.

En un rincón del parque,
al otro lado,
yo
me ausento.
De hecho, la pregunta
qué coño hago yo aquí
ha mutado en la otra
dónde estoy, para qué,
en qué mundo,
en qué trama
acompañando a qué ser irreal.
Lo cierto es que estoy lejos
mucho
de esa madre que grita
de la otra que corre
porque alguien le ha robado
la pala a su cachorro
y ahora está chupándola
y se cierne en el aire
un peligro inminente
de catástrofe.

Me siento rara
como un orangután
invitado a una boda.
No estoy en mi lugar.
Soy madre como ellas
pero sobro.
Como cuando de niña
sobraba entre los juegos
de las otras.
Y siempre prefería
leer,
escondida
entre los libros
de la biblioteca.


Yo amaso una tristeza
que no le cuento a nadie
porque nadie la entiende.
Hoy no he escrito una línea.
Nada. Ni una palabra
miserable en la historia
perfecta que me acecha
y perturba mis sueños
sin descanso.


No he escrito
porque cuando iba a hacerlo
ellos han protestado:
queremos ir contigo,
mamá.
La canguro no sirve,
mamá.
Te queremos a ti.
Sólo tú eres
nuestra madre.
Y mamá
ha dejado sus planes
más felices
y se ha dicho:
son ellos
lo que en verdad importa.
Lo demás, es superfluo,
prescindible.
¿A quién quiero engañar?


Después de la merienda,
el autobús
y he llegado hasta aquí
este infierno infantil
donde maldigo
a lo que más adoro
como un precio que debo
pagar por la renuncia.


Así que mientras retan
a sus madres gritonas
los cachorros ajenos
yo lloro sobre el hombro de Natalia
un dolor que ahora es mutuo
y que nadie comprende.



2 de mayo de 2012

Con permiso de Fabián Casas o lo que gusta hay que compartirlo

ESPERANDO QUE LA ASPIRINA

Esperando que la aspirina empiece a trabajar,
que acomode los cuartos,
que revuelva el café
y que atraiga a mi madre fresca,
hojeo revistas estúpidas,
escucho discos viejos,
me pregunto en qué momento
los dinosaurios sintieron
que algo andaba mal.





SIN LLAVES Y A OSCURAS

Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.
Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro,
la basura en la mano.

* La imagen: Camino a casa en rojo

1 de mayo de 2012

Instancia


Después de que una letra be bribona, brabucona, bestial, bastarda se haya hecho pasar por una uve  auténtica durante todo el fin de semana, afeando una entrada de mi blog sin mi consentimiento

EXPONGO

que en el teclado de mi ordenador, de cuya disposición son responsables, como de tantas otras cosas modernas y antiguas, los alemanes, la letra be y la letra uve se encuentran demasiado juntas, con el consabido riesgo de error de cálculo y el menoscabo de la reputación que tanto nos cuesta mantener a quienes, precisamente, somos tenidos por gente de letras.
Expuesto lo cual

SOLICITO


Que las dichas letras sean separadas drásticamente y llevadas cada una a un lado del teclado. La be podría ocupar un puesto junto a la pe y la uve instalarse junto a la zeta. Así, si alguien vuelve a escribir bestido en lugar de vestido será porque así le gusta salir a la calle y no porque el dedito aterrizó mal en uno de sus saltos de tecla en tecla.

Que sean canonizados los maridos que advierten a sus mujeres de los horrores en que terminan esos aterrizajes, o que la vida les premie con un alud de excesos.

Y para que así conste lo firmo en mi casa, un martes festibo, de vuen tiempo, varvacoa y sobremesa, con mi nomvre y rúvrica.

* La imagen: Mi vieja Lettera, que padecía el mismo problema.