Hoy mi hijo Adrián me ha preguntado por primera vez «qué hora es». La respuesta ha parecido satisfacerle. La hora debía de ser la que él esperaba.
He aquí un modo de hacerse mayor: comenzar a hacerse preguntas acerca del tiempo.
Comenzar a tener la ilusión de que el tiempo se doblega a nuestros intereses.
Curiosa entrada, entretenida, te hace entresacar una sonrisa
ResponderEliminar:)
sencilla
encantadora
..¿cúando se detiene el tiempo?
También yo mido el tiempo.
ResponderEliminarCuántos días faltan para un encuentro;
cuántas horas para un abrazo;
cuántos minutos para un beso;
cuántos segundos para vencer a la distancia.
Cada vez menos, nane ; )
ResponderEliminarsi hay alguien que sepa el antídoto para vencer la distancia que me lo diga, el tiempo parece un concepto para ordenar nuestra propia inexistencia
ResponderEliminarEl tiempo es moldeable como nuestro cerebro. Porque nuestra percepción del mismo es relativa y variable.
ResponderEliminar¡¡¡Ay, si en el presente pudiésemos "moldearlo" a voluntad!!!
Hola!
ResponderEliminarEsta idea, además de tierna, me ha parecido excelente…“La hora debía de ser la que él esperaba”.
Saludos cordiales,
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