23 de octubre de 2009

¡Rugiremos en Barcelona, Madrid y Zaragoza!


Juan Casamayor y Editorial Páginas de Espuma han organizado algunas presentaciones de LOS QUE RUGEN, mi último libro de cuentos, recién salidito del horno.
Me encantaría veros por allí, si tenéis tiempo de acercaros.

-Barcelona. Martes 27 de octubre, 20 h. L'Astrolabi. Carrer Martínez de la Rosa, 14. A cargo de David Roas y Jordi Cantavella.


-Zaragoza. Miércoles 28 de octubre, 20 h. Librería Cálamo. A cargo de Carlos Castán e Hilario J. Rodríguez.


-Madrid. Jueves, 29 de octubre, 20:30 h. Librería 3 Rosas Amarillas. A cargo de Félix J. Palma. Con lectura dramatizada de la actriz Licia Alonso.

21 de octubre de 2009

Fallo con acierto

La ventana infinita, con texto de Andrés Pi Andreu e ilustraciones de Kim Amate gana el XXIX Premio Destino – Apel·les Mestres de literatura ilustrada.



El premio, con una dotación económica de 4.500€, ha sido concedido por el jurado formado por: Carmen Bieger, Jesús Gabán, Care Santos, Fernando Valverde, y Marta Vilagut en representación de la editorial. A la convocatoria de este año se han presentado más de 25 originales procedentes de diferentes lugares de España y otros países como EE.UU o Inglaterra.
Destino Infantil & Juvenil publicará la obra ganadora el próximo mes de enero de 2010.

Alguien observa tras los cristales de una ventana... ¿Qué misterio esconde?
A veces los niños «nuevos» o recién llegados a la escuela o al barrio nos parecen antipáticos... La ventana infinita es un cuento medio de risa, medio de misterio, sobre dos niños que aprendieron que la amistad es una gran ventana que siempre debe estar abierta. Aunque a veces nos asuste.

Andrés Pi Andreu (La Habana, 1969) cree que la lectura es una necesidad que nos hace más humanos y mejores. Quizá por eso acabó siendo escritor y vinculándose al mundo de la edición, tareas que realiza en Estados Unidos, donde reside actualmente.
Como escritor, ha recibido premios tan prestigiosos como el IBBY 2000 por El libro de Claro Carlitos, el Nacional de literatura infantil y el Premio Nacional de la Crítica 2004, ambos por Lo que sabe de Alejandro.

Kim Amate (Terrassa, 1974), cuya formación y experiencia profesional ha sido principalmente en el ámbito del diseño y las artes gráficos, se inició en la ilustración cursando estudios en la Escola Llotja. La ventana infinita es su primer trabajo publicado como ilustrador. Actualmente, expone su obra pictórica «El destí artificial de la truja blanca» en la galería BAT de Barcelona.


De blog a blog y tiro porque me toca...

El susurro que cruzó el espacio me ha hecho unas preguntas.

http://susurroespacial.blogspot.com/2009/10/1-autora-entrevistada-del-blog-que-se.html

20 de octubre de 2009

¡Vuelvo al cuento!


LOS QUE RUGEN

Páginas de Espuma, Madrid, 2009
Desde ayer, existe.

19 de octubre de 2009

Ocupar un lugar


El lomo de mi primer libro no llegaba al medio centímetro de grosor. Cuando le di el primer ejemplar a mi madre, recién salido de la caja en que el editor me lo acababa de enviar, ella me sorprendió con un solemne: "Vamos a buscarle sitio".
Deambulando por la casa, ella delante -con mi libro en las manos- y yo detrás, llegamos a un anaquel del salón donde convivían obras de Gironella, Alfonso Grosso y una rancia edición de los poemas de José María Pemán. Mi madre los barrió a todos, dejó el estante vacío y colocó en una esquinita mi modesto volumen, que de pronto me pareció diminuto, desolado.
"¿Y todo este espacio?", pregunté, angustiada pensando cómo debía de sentirse mi pobre libro en aquel espacio enorme.
"Son para todo lo que vas a ir publicando", dijo ella, con un convencimiento que movió a la risa nerviosa.
Desde luego, tenía fe en mí mi progenitora, pero el tiempo ha demostrado que también tenía capacidad para adelantarse a los acontecimientos.
Hace unos días, una de las visitantes habituales de este blog escribía que en ciertas bibliotecas mis libros ya ocupan todo un estante. Cuando me dicen algo así, nunca me queda claro si debo pedir disculpas por semejante osadía o celebrarlo con alguna expresión que subraye lo oído. Pienso en mi biblioteca, siempre tan falta de espacio, y me pregunto qué sería de mí si mis amigos, aquellos cuyos libros conservo con veneración, publicaran tanto como yo. Alguno me regaña por ser tan promiscua (ellos dicen "trabajadora", que suena mejor): "Hemos tenido que ampliar tu estante dos veces, a ver si descansas una temporada". Algunos no son tan delicados: "Como no dejes de publicar tanto tendremos que mudarnos de casa".
Esta semana, una amiga periodista decía en la prensa catalana que acabo de publicar mi libro número 50. Me preguntó si era cierto. Los conté para la ocasión... y descubrí apabullada por mis propias circunstancias que sí, que es cierto. Precisamente hoy sale a la venta mi último libro de cuentos, Los que rugen, que es además el que hace 50 de todos los libros que llevan, como aquel primero, mi nombre en la cubierta. Pormenorizado, diré que esos 50 comprenden 2 libritos de poesía, 6 novelas, 6 colecciones de relatos, 3 libros de no-ficción que yo siento emparentados con mi faceta periodística, 15 novelas para jóvenes y que el resto son libros infantiles. El anaquel que vació mi madre hace casi quince años, está hoy tan lleno que ya ha desalojado a sus vecinos. Y, por supuesto, si nada me lo impide, voy a trabajar porque siga creciendo.
Así que termino con un aviso para navegantes: hacedme sitio en vuestras bibliotecas. Desalojad estantes. Poned estanterías en el baño, en el balcón, en la caseta del perro, en el ascensor. Mudaos de piso. Porque a mí me queda mucho que contar y mucha guerra que dar.

3 de octubre de 2009

Lo mejor y lo peor


En un par de ocasiones alguien me ha preguntado qué es lo mejor y lo peor de dedicarse a escribir. Suelo decir que lo mejor son los lectores y lo peor, la incertidumbre que siempre acompaña a la escritura. Explico esto último. Martin Amis dijo que escribir supone tomar decisiones todo el tiempo. Unas 30 por página, aventuró. Cómo se llama el protagonista, qué hace, por qué hace lo que hace, dónde vive, cuál es su carácter, cómo viste, qué piensa, cómo se llama su hija y la amiga de su hija y el novio de la amiga de su hija, qué nivel de vida lleva, a qué aspira, cuál es su problema, cómo se efrenta a él... en fin, un agotador ejercicio. Sobre todo para alguien como yo, que a veces tarda un buen rato en decidir si quiere el fuet entero o en láminas (en serio) o que a veces lleva tres o cuatro libros a un viaje de 24 horas porque es incapaz de decidirse por uno. Observo, además, no sin preocupación, que cuantos más años cumplo más me cuesta tomar decisiones. Por ejemplo, merluza al limón o magret al oporto. Si elijo la merluza, pienso que hubiera estado mejor el magret. Si el magret, añoro la merluza. Y así con todo. Es agotador. Vacilo, dudo, medito... y ni así. Imaginaos qué tortura las 30 decisiones por página.
Estoy escribiendo algo en lo que creo y constantemente me asaltan las dudas: ¿Esto interesará a alguien? ¿Será verosímil? ¿Tendrá gancho este personaje? ¿Sonará demasiado manido? Es un cuento de nunca acabar, que no me abandona hasta que pongo el punto final. Escribir, para mí, equivale a luchar cuerpo a cuerpo contra mi enfermiza indecisión.

Pues bien, y ahora viene lo bueno, todo eso tiene una recompensa: la hora de encontrarse con los lectores que ya han leído tu novela, la han disfrutado y la han hecho suya. Ese es el terreno de la seguridad, de las decisiones tomadas e irrevocables, de lo inamovible (o lo que ya no tiene remedio, claro). Me encanta hablar con ellos sobre personajes, situaciones, saber en qué momentos se han emocionado, escuchar sus comentarios, a veces sus críticas (se aprende mucho de una buena crítica) y dejarme llevar por sus sensaciones, que fueron las mías cuando concebí la historia y que recupero cuando la defiendo. Es un proceso único, emocionante, que justifica todo el trabajo en soledad que una novela demanda, que te reconcilia con el mundo.

Esta tarde va a tener lugar uno de esos momentos mágicos, en la Fnac de Callao, en Madrid. Lo estoy deseando. Será la primera vez que me encuentro con lectores de Bel. Amor más allá de la muerte, y sólo por eso va a ser una velada especial. Lectores no profesionales, que leen por lo mismo que yo escribo. Qué inmenso placer.

La foto es de SM, tomada el lunes pasado en el Hard Rock, después de la rueda de prensa.