24 de marzo de 2007

HASTA EL 2 DE ABRIL

23 de marzo de 2007

Cierto: no sólo la Callipygos tenía un buen culo


¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, ALICIA!!

21 de marzo de 2007

Lo dijo Ibsen

Escribir es someterse al juicio implacable de uno mismo

20 de marzo de 2007

19 de marzo de 2007

críticos en el correo (o Sergio Fernández me da su opinión con un estilo frondosillo)

Te he escrito para decirte que tu libro no me ha gustado por ser simple, tener un final previsible,ponerte en un punto de vista en el que te lo dicen como si fueras tu y suena como una orden, aparecen demasiados personajes los cuales a veces no tienen que ver en la historia,lo que hicieron en el futuro que dudo que le importe a alguien y lia el tema,que el alto y el gordo no tengan nombre cuando te molestaste por los animales, que la chica tenga tantasuerte, quede repente los secuestradores se pongan nerviosos de repente,el tema de la vidente es magico,que un bipolar criminal no vaya al psiquiatrico,que con lo facil que era un simple error de los secuestradores y no tenía que haber magia cuando se supone que es ralista,y que un libro asi se el mejor de los tuyos y te hayan dado un premio y 100.000 euros el sector debe de estar undido por lo menos hasta el nucleo de la tierra.
En mi opinion el libro, no vale nada y me ha parecido un insulto a los libros que valen la pena.

Todo esto sin animo de ofender y como critica constructiva y para que a ser posibleno se repita lo digo desde mi punto de vista y me considero un buen lector.

16 de marzo de 2007

Juan Antonio González Iglesias en El País después de ganar el Loewe de poesía

Hay momentos en los que necesitamos estar con nuestro tiempo. Hay muchos aspectos del arte contemporáneo que son superiores a los clásicos. Por ejemplo, el intento de democratización, acomodarse al tiempo humano. Mucho arte contemporáneo es efímero, ni mármol ni bronce. Su duración es la nuestra. El riesgo es que en vez de ser democrático sea demagógico. Dar lo que el público espera es muy fácil. A veces se dice que cualquiera puede ser un artista y es verdad. Como cualquiera que en el mundo clásico tuviera educación literaria podía ser un poeta, con grados, claro.

15 de marzo de 2007

De Re Coquinaria (III)

Dos felices encrucijadas: escribir de platos y cocineros, qué placer. Cómo se me nota, para bien de quien le guste y aborrecimiento de quien no, que mi otra vocación es la cocina. En mis novelas comen, beben, se describen los platos, los rebozados, las guarniciones, los vinos, las añadas, las cosechas...
Y cuántas novelas pueden pensarse, cuántos asesinatos truculentos, cuántos desenlaces, cuántos personajes pueden nacer y crecer, mientras se cumplen los tiempos de cocción o se remojan las legumbres.

14 de marzo de 2007

De Re Coquinaria (II)

Esto de cocinar, pienso a menudo, me gusta tanto porque se parece mucho a escribir. El segundo lugar del mundo, después de mi ordenador, donde he pasado más horas en mi vida es, sin duda alguna, mi cocina. O mis cocinas, porque ha habido varas. Veo similitudes, además, en el proceso que te lleva a guisar una buena fideuá o a escribir una buena novela. Hay que cuidar las materias primas, hay que echarle horas, y mimo, y originalidad, y también seguir ciertas reglas. En ambas cosas se mejora con el tiempo. Ambas dan un miedo atávico la primera vez que te enfrentas al propósito de elaborarlas. La pantalla en blanco es similar, pues, a la cazuela vacía. El buen aceite es como los adjetivos: mejor poco que mucho, mejor de textura única y mejor en frío, que en caliente. Al principio, son imprescindibles recetas, y proporciones exactas. No se puede cocinar sin recetario ni escribir sin guión: sería conjurar el fracaso. Luego, con el tiempo, después de muchas fideuás y de muchas narraciones, podemos permitirnos ciertas licencias: calcular a ojo la cantidad de tensión que le falta a una historia, no pesar los ingredientes como si nos fuera en ello el porvenir. Confiar los resultados a la cocción lenta de dos elementos imprescindibles que crecen con el tiempo: el talento y el oficio.

13 de marzo de 2007

De Re Coquinaria (I)

Si no viviera de encadenar palabras para formar historias, estoy convencida de que montaría un restaurante. Y no para delegar trabajo a otros, sino para pasar el día entre fogones, algo que me parece tan excitante como pasarlo entre papeles. Lo único que no tengo del todo claro es qué carta podría ofrecer a mis comensales. Como en tantas otras cosas de la vida, en cuestiones gastronómicas mi indecisión bordea lo patológico. Elegir un restaurante para cenar un sábado es una tortura semejante a la de quedarme con un solo plato de una carta apetecible. Del mismo modo, tratar de saber qué habría en la carta de mi hipotética, quién sabe si futura, casa de comidas, es tarea casi imposible. Debería estar presente el sushi, pero también el rossejat de la Costa Brava –con su picada y su alioli-. No podría fatar el cous-cous pero tampoco el salmorejo, con sus virutas de jamón y su huevo duro (a la cordobesa). Entre los postres, debería haber mucho chocolate, en muchas texturas diferentes, pero no podría faltar la canela, la menta, el té verde y la miel. Es decir, una mezcla del Oriente por llegar con el mundo árabe que fuimos y con lo mediterráneo que no queremos dejar de ser.

12 de marzo de 2007

El testigo ocular

Luis Manuel Ruiz inaugura blog. No os lo perdáis.

http://www.eltestigoocular.blogspot.com/

9 de marzo de 2007

Vidas paralelas, Plutarco

Obraré de modo que, purificando en mi narración lo fabuloso, tome forma de historia; mas si hubiera alguna parte que obstinadamente se resistiese a la credibilidad y no se prestase a hacer unión con lo verosímil, necesitaremos en cuanto a ella lectores indulgentes que no desdeñen el estudio de las antigüedades.

8 de marzo de 2007

El preámbulo a algo que estoy escribiendo ahora

Desde el origen de los tiempos hay una cifra mágica que nos gobierna en silencio: el 12.
I) 12 veces al año recorre la luna su camino interminable alrededor de nuestros sueños, y cada uno de esos períodos recibe un nombre diferente.
II) 12 horas de luz brillante dan lugar al día. Otras 12 transcurren en la oscuridad, inventando la noche. La plenitud siempre es el 12: la medianoche, el mediodía.
III) Las 12 de la noche es la puerta misteriosa que conduce a otro tiempo.
IV) 12 estrellas rigen nuestros destinos: Aldebarán, Antares, Régulus, Cástor y Pólux…; cada una de ella representada por un símbolo: el toro, el escorpión, el león, los gemelos…
V) 12 animales mágicos habitan el cielo: unicornio, dragón, hipogrifo, basilisco, cerbero, hidra, grifo, kraken, mantícora, quimera, tarasca, fénix y sirena. (Si alguno cuenta trece, deberá demostrar cuál de ellos finge ser lo que no fue jamás). De tarde en tarde, por cierto, todos ellos salen a pasear por la faz de la tierra. O tal vez siempre han habitado aquí, pero sólo los elegidos saben reconocerlos.
VI) 12 tribus o linajes dicen que dieron origen a todos los pueblos conocidos.
VII) Los lugares guardados detrás de 12 puertas, cerradas cada una de ellas con 12 llaves, esconden secretos mágicos incluso para quien no sepa verlos.
VIII) Los dados que gobiernan los destinos de todo lo que vive tienen 12 caras.
IX) 12 son las verdades que esconde el mundo a sus moradores. 12 las pruebas que habrán de superar en su camino hacia la sabiduría.
X) 12 opiniones sabias y justas nos libran de cualquier error. Por eso 12 personas justas y sabias son el consejo que cualquier gobernante necesita. El trabajo en equipo lleva el signo del doce, pero a veces también puede conducir al sacrificio, el dolor o el miedo…
XI) Todo lo que hay sobre la faz de la tierra se encuentra en 12 libros esenciales. Todo está en sus páginas.
XII) Doce veces cada doce años, 12 serán los elegidos. Aunque deberán aprender el camino de la sabiduría. Del mismo modo, tampoco jamás faltó entre ellos un desleal, un traidor. Por eso el 13 siempre ha sido el peor augurio, el innombrable, la cifra de la peor suerte, del olvido y la muerte. Si has tenido la desdicha de caer en él, sáltalo y olvídalo tan rápido como puedas.

7 de marzo de 2007

Tadeusz Kantor

Hay en esa palabra mágica: REGRESO, un gran misterio de la vida.
La nostalgia humana del regreso.
La vida es, en el presente, huida, una lucidez mortal que intenta dominarnos por completo. La otra mitad de la vida se desarrolla en el pobre cuartucho de nuestra imaginación.

6 de marzo de 2007

Qué portada más bonita


El libro, traducción al catalán de la novela que en su día publicó SM, sale el 3 de abril.

5 de marzo de 2007

Una libertad propia

Fui una niña bastante aburrida, cuya máxima aspiración en la vida era crecer para dejar de ser una niña. El mundo de los adultos me seducía, todo lo que quería ser de mayor era, precisamente, eso: mayor. En mi universo doméstico y familiar, los libros desempeñaban un papel muy importante. Y para mí eran ventanas que miraban al mundo, a un mundo ancho y ajeno que era todavía un enorme misterio por resolver, pero también eran la única forma de rebelión, de trasgresión, que podía permitirme, un reducto de intimidad donde nadie dictaba sus normas ni nadie venía a imponerme nada. Leyendo, al revés de lo que solía ocurrir con el resto de actividades que llenaban mi existencia, era completamente libre. Y también escribiendo podía serlo, como descubrí de inmediato.
Una vez conquistado ese espacio único de libre albedrío, no toleré que nadie me lo arrebatara. Así, pronto me revelé en el colegio como una díscola lectora a quien, sencillamente, no le daba la gana leer lo que mandaban al resto de la clase. La literatura para jóvenes importada -nuestros autores apenas empezaban entonces a cultivarla y, desde luego, no tenía la resonancia que tiene ahora- me sonaba a artificio sin interés; la infantil pertenecía a una etapa superada: yo leía a Dostoyevski, a Byron y a Wilkie Collins. Recuerdo que de los dos primeros pensaba, cuando conocí sus biografías, que nos parecíamos: Ellos también habían desoído las normas que otros les dictaban.
Pronto descubrí lo que mis padres no deseaban que leyera. Descubrí el sexo en Crónica del alba, de Ramón J. Sénder y me enamoré de Garcés, su protagonista. Creo que fue mi primer enamoramiento. No conozco otro caso de amor verdadero por un ser de ficción. Y poco después llegué a La sonrisa vertical, claro, y mi despertar sexual fue teórico, arrebatado, clandestino y de la mano de los libros, como casi todo en mi vida. Fue literario muchos años antes de ser, digamos, empírico.
Si he contado esta ristra de intimidades no ha sido para responder de un modo categórico a la cuestión de si se debe intervenir en los contenidos de los libros para jóvenes, sino para ilustrar con el ejemplo que mejor conozco —el propio— de qué manera una sarta de lecturas que los educadores, los padres y muchos editores considerarían inadecuadas no han hecho de mí un ser deleznable, ni siquiera un ser atormentado, sino alguien capaz de vivir en sociedad y distinguir, a grandes rasgos, entre el bien y el mal. Sinceramente, creo que hubiera sido mucho más perjudicial para la niña insípida que fui, que también en ese terreno, el de los libros, el de la ensoñación, hubieran estado los omnipresentes adultos guiando mis pasos en todo momento. Entonces no hubiera dispuesto ni siquiera de esa mísera parcela de libertad, no habría sentido que cometía el peor de los pecados leyendo bajo las sábanas Historia de O, y probablemente me habría parecido que leer era una actividad gris, como lo era el resto de mi existencia. Probablemente exagero: no digo que no pueda ser de otro modo. Digo que para mí fue así. Aún ahora, la adulta que soy, y aquí no cabe la imaginación, sabe huir de la realidad a través de las ventanas abiertas al mundo que son los libros. Leer sigue arrebatándome, transportándome, llenándome de felicidad. Los libros me enseñan tanto como cuando el mundo entero era un misterio por descubrir, y ahora sé que esa sabiduría es inagotable si escojo bien mis lecturas. Y sigo leyendo como quien vulnera una norma, y eso me llena de placer: cuántas veces dejo de lado lo que debo leer, de lo que esperan con urgencia un comentario en mi periódico, para sumergirme, como cuando era una niña, en los libros que realmente me apetecen. Leer —y escribir, ahora ya sí, plenamente— es mi parcela conquistada de libertad, esa que siempre queda cuando todo falla, esa que nadie puede arrebatarme. Y todo eso lo aprendí de niña, mientras mis padres —lo supe luego— hacían la vista gorda.

1 de marzo de 2007

Una parte del jurado


Son: Antonio Soler, Ana María Matute y Ramón Pernas (de izquierda a derecha). Así posaban minutos antes de dar a conocer el fallo, qué simpáticos. Faltan Ángel Basanta, Pilar Beltrán y Miryam Galaz.