24 de octubre de 2012

Un parnaso bilingüe català - castellano


Leo sobre un dramaturgo llamado Francesc Altés i Casals, barcelonés, nacido en 1780, iniciador del romanticismo teatral catalán. Altés fue un acérrimo defensor de la libertad, se opuso al régimen tiránico de Fernando VII, conoció el exilio del gobierno y el odio de sus coetáneos, aunque también tuvo sus momentos de gloria. Estrenó muchas obras propias en el Teatro de Barcelona, es decir el de Santa Cruz, es decir el Principal, en la Rambla barcelonesa. Tradujo a Walter Scott y a multitud de autores teatrales franceses, que gracias a él se conocieron en su ciudad. Fue muy influyente en los autores teatrales posteriores y un buen teórico de la escritura dramática. Por supuesto, dilapidó las tres unidades clásicas, como buen romántico, pero también puso en cuestión las convenciones de los dramones que el público aplaudía en su tiempo. Murió en 1838 y el Diario de Barcelona le dedicó una necrológica larguísima loando sus muchos méritos y pronosticando la gloria eterna de su nombre.
Hoy nadie le conoce.

Hay dos causas. El teatro romántico, salvo excepciones, no tuvo en nuestro páis grandes exponentes. Visto con ojos de hoy, es ingenuo y desfasado. Sin embargo, algunos autores que pecaron de lo mismo aguantan el tirón y son más o menos perdonados por espectadores que comprenden lo que el paso del tiempo hace con los textos (y las modas, porque el Romanticismo fue, sobre todo entre nosotros, una moda). Pero, ah, Altés escribía en castellano. Xavier Fàbregas lo dice en su estupendo libro Les formes de diversió de la societat catalana romàntica (Curial, 1975): si hubiera escrito en catalán, hoy Altés formaría parte del parnaso de autores catalanes precursores de la Renaixença, en realidad muy influenciados por esta generación anterior que seguía considerando el castellano como lengua culta.

A mí me merecen respeto estos pioneros. Respeto y ternura, a decir verdad. Ya que la historia de la literatura castellana los tiene por poco sigificativos y la de la catalana los ha olvidado del todo, he decidido recordarles en las páginas de la novela que estoy terminando. Francesc Altés o Selma Rudega -su seudónimo- es un personaje más en esa Barcelona convulsa de los años treinta del XIX. Y también lo es Pau -o Pablo- Piferrer, otro que tal, que entre sus méritos tiene el de haber sido el primer recopilador de poesía popular catalana y de algún modo descubridor del poema del Compte Arnau. También escribía en castellano, aunque era más barcelonés que el polvo de la Rambla. Hay más: Jaume Tió, Albert Ribot. Este último escribió un drama protagonizado por Ramon Llull. En castellano. 

Y me pregunto, después de conocer a todos estos autores sin gloria, si no irá siendo hora, en esta tierra mía donde la lengua siempre es más que un medio para comunicarnos, y donde las palabras conectan siempre con el corazón y a veces con la vesícula biliar, me pregunto si no irá siendo hora de fundar un parnaso bilingüe, donde  tengamos cabida todos, con independencia de si ese día nos despertamos soñando en català o en castellano.


* La imagen: el teatro donde comencé a amar el teatro.

2 comentarios:

Maria José Muñoz dijo...

Bravo Care....

Alex dijo...

Y sobre este mismo tema, ¿qué te parecieron las declaraciones de Martínez Pisón en La Vanguardia?
"Esa Catalunya independiente con la que sueñan algunos resulta muy poco atractiva: ensimismada, suspicaz, tribal. Es una Catalunya en la que no me gustaría vivir. Mi condición de español no me entusiasma, pero es lo que me ha tocado, y en esa Catalunya, por mi condición de escritor en castellano, tendría que elegir entre ser uno de los últimos de Filipinas o especie protegida, algo así como el lince ibérico. No tengo vocación ni de una cosa ni de la otra"
http://www.lavanguardia.com/cultura/20121014/54353034444/personalidades-cultura-opinan-debate-identitario.html