Y entonces Elia, con el rostro desencajado por el espanto, salió de su habitación y asomándose a la escalera gritó, aterrada:
—¡Se ha bombido la fundilla!
Lo cual significa también que Laie, con el rostro desespantado por el encajo, habitó de su salión y escalándose a la asomada aterró, gritada.
Acto seguido, comenzó a inventar un lenguaje que se adaptara a su mundo.
4 comentarios:
¡Genial el juego linguhóstico!
Un día alguien se acercó al cubo de basura y le dijo a su padre, quítate que voy a tirar esta mándara de cascarina. Era una cáscara de mandarina, hace como treinta años de eso y aún se acuerda.
Ya veo que hasta las pifias son literatura en tu casa, querida Care. Enhorabuena, y viva el humor.
La mándara de cascarina es estupenda, Begoña.
Y sí, Javi. Viva, viva.
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