Conozco a una familia tan aficionada a leer en la bañera que ha hecho de ello un arte. Tienen un atril, donde los hijos instalaban los apuntes mientras aún estaban en la Universidad. Ahora, con los hijos ya mayores, el padre y la madre devoran en remojo novelones de 800 páginas. Jamás mojan el libro, y saben pasar las páginas con la mano seca -una de las dos nunca se sumerge- para no estropear el papel. A veces se llevan hasta la merienda al cuarto de baño, o un gintonic. Salen cuando el agua se enfría, o a veces -si el libro está interesante- recalientan el agua. Por supuesto, para semejantes sibaritas no vale una bañera cualquiera. La suya tiene un sistema de aire caliente que mantiene el agua a la temperatura adecuada todo el tiempo, y sin gastar más.
Hoy os sirvo estas dos imágenes de usos diversos y librescos de la bañera, para recordar a mis amigos los lectores acuáticos. La primera es de Montse Vallmitjana, y corresponde a la época en que tuvo que hacer reformas en casa. La segunda es un diseño de Antonio Lupi que puede ser vuestro por unos 10.000 euros: una bañera con biblioteca incorporada, diseñada en resina y madera y con un sistema especial que evita que el agua se desborde. No está mal.
1 comentario:
Pensaba que era de las pocas que disfrutaban leyendo en la bañera... lástima no tener una bañera bien equipada para poder disfrutar de dos placeres tan compatibles: tomar un baño y leer un buen libro. De todas formas, en los últimos años me siento demasiado culpable cuando gasto agua innecesaria... habrá que contentarse con disfrutar del libro en otra superfície!
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