—Soy una optimista patológica, doctor, y lo mío no tiene remedio.
—Bueno, no se angustie. Tómese una de éstas después de cada comida y verá como, poco a poco, comienza a sentirse triste.
Miro el nombre del medicamento, escrito en la cajita que acaba de entregarme el médico: Tristocina.
—¿Y es eficaz?
—Lo es, pero a veces los efectos no se notan hasta al cabo de seis meses. No se intranquilice.
Ya en casa, leo el folleto que acompaña a las pastillas: "Efectos secundarios: en un 1% de pacientes se han descrito cuadros depresivos que algunas veces conducen al insomnio, la paranoia o incluso el suicidio".
Me tomo la primera pastilla a la hora de la cena. Me pregunto si existirá un fármaco parecido de uso pediátrico, porque mi hija presenta los mismos síntomas que yo. También ella ve siempre el lado bueno de las cosas, ríe sin parar, nunca cree que los problemas sean graves, habla deprisa y con seguridad, todo le parece hermoso, tiene mil proyectos...
Un año después, el médico me pregunta:—¿Qué tal? ¿Cómo sigue de su optimismo?
—Mucho mejor, doctor. Ahora la vida me parece una mierda pero la gente ya no me mira mal.
—Claro, mujer, ya se lo dije. Ahora es usted como ellos. No tienen nada que temer.
* El dibujo es de Elia Olmedo (7 años)
5 comentarios:
Buenísimo!!!
Yo sería al revés, algunos días necesitaría pastillas para ser más optimista...porque aunque venda consejos optimistas, cuando se refiere a mi persona, soy de todo menos optimista...
Un abrazo Care!
Rebeca.
genial
Hola Care Santos.Me presento;vivo desde hace muy poquito en la ciudad de Mataró.Te conocí personalmente en la presentación del libro de mi amigo Miguel Sanfeliu,Anónimos y he leído a algunos de tus libros,y,ahora descrubro tu blog que és estupendo.
Pues nada,te visito.
Un fuerte abrazo.
me ha encantado!
Buenísimo, Care, cada día te superas. ^ ^
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