2 de julio de 2007

De La ofensa, Ricardo Menéndez Salmón

Ante las agresiones del mundo, el cuerpo se protege. Un bacilo activa sus defensas; un chaparrón eriza el vello en brazos, nuca y piernas; un alimento envenenado afloja los esfínteres. Pero, ¿y el horror? ¿Cómo reacciona el cuerpo de un hombre ante la presencia del horror? Grita, sí. Y hace que el corazón bombee más sangre, sí. O, por el contrario, paraliza sus músculos para no ser agredido. El espectro de respuestas que el horror genera en el cuerpo es amplísimo. El cuerpo sorprende entonces por su plasticidad. Hay cuerpos que se atenazan y cuerpos que se liberan; hay cuerpos que se arrastran y cuerpos que se elevan; hay cuerpos que interrogan y cuerpos que responden. ¿Pero puede un cuerpo dimitir de la realidad? ¿Puede un cuerpo, ante la agresión del mundo, ante la fealdad del mundo, ante el horror del mundo, sustraerse a sus funciones, negarse a seguir siendo cuerpo, suspender sus razones, abdicar de ser lo que es; esto es, abdicar de ser una máquina sensible? ¿Puede un cuerpo decir: «Basta, no quiero ir más allá, esto es demasiado para mí»? ¿Puede un cuerpo "olvidarse" de sí mismo?

Seix Barral, 2007

3 comentarios:

Anjana dijo...

ummm..."olvidarse de sí mismo"???...pues me temo que no... no es original la idea, ya lo decía Platón, pero el cuerpo es nuestra cárcel y pesa demasiado (al menos el mío!!). En serio ahora, no creo que se pueda, con los tiempos que corren somos demasiado conscientes del cuerpo. Sin embargo la idea es atractiva...o no tanto...lo mismo que no quisieramos sentir el miedo, terror, enfermedades, dolores, etc... sí quisiéramos mantener las sensaciones placenteras, o no? qué pensáis vosotros?

Maria Escalas Bernat dijo...

Care:
Pensava posar un comentari aquí, però he decidit comentar el teu post al meu blog.
Una abraçada
Maria

Maria Escalas Bernat dijo...

http://mariaescalas.blogspot.com/2007/07/comentari-al-post-de-la-care.html