4 de septiembre de 2007

Decapitación de Esquilo por Calixto Bieito

Calixto Bieito comenzó siendo un director con ideas que se atrevía a lanzar una mirada moderna sobre los clásicos. Sus primeros montajes fueron sensacionales. Su Anfitrión (1995), su Galileo Galilei (1996)o su Hamlet (2003). En El rey Lear (2004) sorprendió a todos haciendo que sus protagonistas sacaran sendas sierras mecánicas y se agredieran con ellas. No entremos en la discusión de si a Shakespeare le hubiera gustado o no. Puede que le hubiera encantado. Pero era un recurso fallido, efectista, sin mucho sentido, que sólo provocaba sufrimientos en el público viendo los problemas que tenían los intérpretes para sujetar las sierras mecánicas. Además, hubiera sido denmasiado ponerlas en marcha allí mismo, de modo que el ruido se sustituía con una banda sonora atronadora que no resultaba nada convincente. A pesar de todo, era sólo una mácula en un buen espectáculo.
Luego llegaron los muchos triunfos internacionales de Bieito. En 2006 estrenó en el Grec de Barcelona Peer Gynt, de Ibsen. Por supuesto, le fui fiel, como siempre (había llegado a ser uno de mis directores favoritos). Resultado: no aguanté más de media obra. Esta vez su idea de la modernización de los clásicos era tan desquiciante que no pude soportarlo. Hiperactuación, acrobacias de los actores, "morcillas" en el texto que nada tenían que ve con Ibsen. No sé si con alguna finalidad, además de la de poner en peligro a los intérpretes, subió la acción a una suerte de andamio. Se habló de "desnudez escenográfica" pero yo vi otra cosa. Yo vi "modernidad al límite". Y un andamio que también preocupaba a las almas sensibles como yo por lo mucho que se movía: yo temí que el elenco entero se escalabrara allí mismo.
A pesar de este disgusto final, regida por el convencimiento de que todo el mundo se puede equivocar -incluso mucho-, volví a confiar en Bieito. Esta vez recorrí 400 kilómetros, desde Segovia hasta Mérida, para ver su puesta en escena de Los persas, de Esquilo, la tragedia que ostenta el mérito de ser la primera que se conserva de todas las escritas jamás. El texto original es magnífico: una mirada sobre el derrotado (el ejército persa) lanzada por el vencedor (un griego), después de la batalla de Salamina, durante las Guerras Médicas. Es un texto psicológicamente muy profundo, donde se habla del sinsentido de la guerra pero también de la necedad humana, de la búsqueda desmedida de triunfos, incluso cuando éstos escapan a nuestra alcance. Darío, el padre de Jerjes, regresa desde la tumba para decir que el ejército persa ha perdido la batalla a causa de la excesiva ambición de su hijo. Le da un tirón de orejas que anticipa a Hamlet, y que es una de las pocas, poquísimas apariciones de fantasmas de todo el teatro griego. La obra termina con una frase brillante y emotiva: "Te escoltaré con lúgubres gemidos".
Pues bien, de todo eso no hay nada en la obra de Bieito, que comienza con el himno de la legión cantado por los actores, que se presenta como un falso musical (falso porque los cantantes no están a la altura, ni siquiera la sorprendente y siempre buena Natalia Dicenta) y que acaba siendo sólo un alegato burdo contra la guerra, donde se nos viene a decir lo obvio: que la guerra es mala, que hace daño, que es fuente de calamidades.
Para eso no hacía falta recorrer 400 kilómetros. Ni sin moverme del sitio se me habría ocurrido perder mi tiempo en algo tan obvio.
Bieito se empeña, además, en ensuciar el escenario (es una tendencia creciente en él, según observo: cuanto mayor se hace, más deja las tablas hechas unos zorros) con símbolos y más símbolos: octavillas animando a la gente a unirse al ejército, muñecas decapitadas, arena, coches calcinados... un verdadero vertedero. El magnífico Darío es aquí un seguidor del Atlético de Madrid amargado por las derrotas de su equipo y, de paso, por la muerte de su hija. Jerjes, el general perdedor, es aquí Natalia Dicenta, y es soldado española. Los persas son Estados Unidos. Hay enormes monólogos acerca de la violencia de los videojuegos y de la estupidez de la violencia. Monólogos que, por supuesto, jamás hubiera escrito Esquilo, ni de poder hacerlo. Hay mucha sobreactuación. Menos mal que está ahí Natalia Dicenta para salvar la situación de vez en cuando, aunque una se termina preguntando por qué.
En fin. Con Esquilo, Bieito acaba haciendo lo mismo que con las muñecas. También le deja, al final de la obra, decapitado sobre el escenario, listo para lanzar el clamor que Jerjes lanza en la versión original:

Cuando me cuentas
estas desgracias
tan odiosas,
inolvidables,
sí, inolvidables,
canto que evoca
nobles amigos
tú me sugieres.
Grita, sí, grita
dentro del pecho
mi corazón.

En fin. Nadie que le haga eso a Esquilo tiene nada que hacer conmigo. Calixto Bieito y yo hemos roto para siempre.

3 comentarios:

Yepetta dijo...

Hola, Care. me alegro de leerte de nuevo, auqeu no comente en todas porque los días se mev an que vuelan y actualizas siempre, y mola que sí ^^ Pero se me salta

En fin que buno que ahra me tego que ir pero a ver si pued pasartme casi o todos los diias
^^

Besitos

Fernando Alcalá dijo...

No sé. Adoro el teatro clásico (tengo la suerte de ser extremeño y tanto los festivales de Mérida, como el de Cáceres -al que te invito, ya que recorriste kms para ir a Mérida, ¿por qué no unos cuántos más para el de Cáceres, que no puede ser en un entorno más bonito, con permiso de la citada ciudad?- o el de Alcántara son estupendos y de una calidad encomiable), sin embargo, hay montajes que no me gsutan. Entiendo que está todo hecho, que hay que innovar, que un artista necesita hacerlo, pero el teatro clásico es eso, teatro clásico y así nos lo venden. No casa un montaje de ese estilo dentro de un festival como el de Mérida. Acepto licencias, por supuesto, pero no hasta ese punto. Estuve tentado de ir, pero al final me eché para atrás, a pesar de admirar profundamente a Natalia Dicenta (aunque siendo hija de quien es, pues como para no admirarla). Me alegra entonces no haber ido. Espero que cuando vuelvas a mi tierra, disfrutes del montaje que elijas.

http://community.livejournal.com/fertextos/

Anónimo dijo...

Cierto Fer.

Podemos ver montajes innovadores, menos espectaculares, sin embargo más cercanos al argumento de obras clásicas en programas del corazón.

Carlos el Yoyas expulsado de GH: El Rey Lear.