Pues yo, querida Care, confieso que debí tirar con algún dolor (casi) todos los peluches de la infanta, por amor a su salud y obediencia a la instrucción médica. Guardé un par de sus más amados en una bolsa dentro de un estante cerrado (y para ella alto)de la librera, con la ilusión de entegárselos en un futuro más saludable y con menor o superada alarma de polvo.
Te cuento lo que le pasó a mi vecina. Su hijo dormía con un conejito que ella lavaba cuando él estaba en la escuela, un día el niño llegó antes de lo previsto y vio a su conejito tendido por las orejas y le armó una bronca descomunal. Lloraba por el daño que tenía que hacerle llevar dos pinzas y tener las orejas dobladas hacia atrás. Fue un llanto precioso.
6 comentarios:
Quedaron muy limpiecitos...
Pues yo, querida Care, confieso que debí tirar con algún dolor (casi) todos los peluches de la infanta, por amor a su salud y obediencia a la instrucción médica. Guardé un par de sus más amados en una bolsa dentro de un estante cerrado (y para ella alto)de la librera, con la ilusión de entegárselos en un futuro más saludable y con menor o superada alarma de polvo.
Te cuento lo que le pasó a mi vecina. Su hijo dormía con un conejito que ella lavaba cuando él estaba en la escuela, un día el niño llegó antes de lo previsto y vio a su conejito tendido por las orejas y le armó una bronca descomunal. Lloraba por el daño que tenía que hacerle llevar dos pinzas y tener las orejas dobladas hacia atrás. Fue un llanto precioso.
u.u A Pocoyó se le va a bajar la sangre a la cabeza, ¡cuidado!
Que por cierto, ¡qué mono el hijo d el avecina de Begoña! ^^ Es lo que tiene ser niño... ¡sigh!
¡La infancia puesta boca abajo!
¡me encanta la foto
Publicar un comentario