8 de abril de 2010

40


Esta mañana mi hija ha abierto un cuento donde alguien aporreaba una máquina de escribir, ha señalado una ilustración donde se veía la típica Underwood y ha exclamado, con cara de sabia:
-¡Mamá, hace millones de años la gente escribía con esto!

Hoy, navegantes, cumplo cuatro décadas. Me cuesta creerlo. 40. Yo que siempre deseé ser mayor, por fin lo voy siendo. Quiero celebrarlo compartiendo con vosotros tres recuerdos y un secreto. Corresponden a cuatro regalos. Tienen que ver con objetos de escritura de hace "millones de años". Tal vez por eso son tan especiales. Y todos guardan relación con el día de hoy, claro está.

El primero llegó cuando tenía 8 años. O tal vez tenía 10 y asi redondearíamos la cifra en este día de cifras redondas. Era un paquete grande, envuelto en un papel estampado con rombos y la firma de la casa de donde procedía. Imprenta Minerva o Papelería Tria (ambas desaparecidas), qué más da. Era un papel que prometía cosas interesantes. Dentro del envoltorio había por lo menos 8 cuadernos de todos los tamaños. No eran tiempos de gran sofisticación en ese sentido: la mayoría de los cuadernos eran cuadriculados, todos tenían su espiral y sus tapas de cartón de colorines. Los había de tamaño folio, medio folio y octavilla. Todos estaban en blanco. ¿Habrá mejor regalo que se le pueda hacer a una aspirante a escritora que un cuaderno en blanco? El regalo me lo hico mi hermano mayor, Claudio, que debía de tener entomces entre 23 y 25 años. Es uno de los regalos más bonitos que he recibido nunca. Un regalo especial, pensado para mí, distinto, que además me reconocía como lo que era -lo que soy-, lo único que seré siempre: juntadora de palabras. Nunca he valorado demasiado los regalos que sólo cuestan dinero. En cambio, me emociono con algo, por sencillo que sea, que demuestra que alguien ha pensado en mí de verdad. No sé si la cantidad de cuadernos que incluía aquel paquete, por cierto, se debía a la acertada sospecha de mi hermano con respecto a mi futura prolijidad literaria.

El segundo regalo cayó cuando tenía 18. Era Semana Santa -a meudo mi cumpleaños cae en las vacaciones de Pascua- y estábamos en el pequeño apartamentito de la playa de mis padres, frente a mi mar de todos los veranos, aunque hacía frío y era de noche. Creo que mis padres no pudieron esperar al día siguiente para darme mi regalo, y creo que no era día 8 sino 7 (al fin y al cabo, mi padre, que fue quien le abrió en persona la tripa a mi madre para librarla de mí, siempre dijo que yo había nacido exactamente en la medianoche del 7 al 8). Mi regalo de mayoría de edad fue una máquina de escribir. Una Lettera 49 que me mira desde un rincón mientras escribo esto. Hace años que fue destronada, pero sigue ahí, y la quiero cerca. ¡Con qué ilusión escribí en ella durante más de cinco años! ¡Si hasta parecía que mis ideas, gracias a ella, habían llegado también a la mayoría de edad! Guardo muchas páginas mecanografiadas con mi vieja Lettera, donde duermen algunos de los primeros cuentos que terminé, con los que castigué a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos, a mis profesores y a todo el que se puso por delante, durante un lustro. Algún día tengo que rescatarla del rincón y aporrearla un poco. Igual se quedó por ahí, sujeta a sus letras metálicas, alguna idea de aquella adolescencia mía truncada de pronto.

El tercero llegó a los 20. Hace de ello, exactamente, la mitad de mi vida. Esta vez -vamos subiendo de categoría- era una pluma estilográfica. El escenario, la sobremesa de una comida familiar, después del café. La pluma era de verdad: la primera. Una Montblanc. La clásica Meisterstück. En mi diario, ese mismo día, escribí con tinta negra de trazo grueso: "Empieza la era Meisterstück". Y en verdad empezaba. Qué gusto escribir en un buen cuaderno con una buena pluma. El rasgar de la plumilla contra el papel es para mí uno de los sonidos de la lujuria, una sensación placentera que acompaña la escritura como lo haría un narcótico. Nunca más abrí mi diario sin tener la pluma cerca. Escribí con ella centenares de cartas -algunas muy importantes- y cuando abandoné la escritura diarística, quedé convertida en una especie de asistente vitalicio de la correspondencia. Lleva mi nombre grabado. Nos pertenecemos. No sé si más yo ella o ella a mí, la verdad.

El último regalo (el secreto) tiene -para mí- un simbolismo parecido al de los otros tres. Viene de la persona a quien más quiero del mundo, pero no sólo por eso es estupendo. Lo es porque es un regalo que salda una vieja deuda, que abre horizontes, que reconoce -de nuevo- lo que soy y que me hace una ilusión infantil, desbordante. Tampoco es un regalo al uso.
Llegó hace apenas unos días, anticipándose a las cuatro décadas. Deni -siempre dudo a la hora de escribir el vínculo que nos une porque nada me parece bien. ¿Mi marido? Suena a carga que pide alivios a gritos. ¿El padre de mis hijos? No me gusta definir las cosas por sus consecuencias. ¿Mi compañero? Sí, eso va estando mejor, pero le falta pasión y le sobra espíritu hippie. ¿El amor de mi vida? Lo más exacto, sin duda. Pues bien: ÉL, todos sabemos de quién hablo- me ha regalado un curso de dramaturgia. Llevo toda la vida debiéndome a mí misma escribir teatro. Es un buen momento para saldar esa deuda. Empiezo el día 13. LLevaré mi cuaderno, mi pluma, mis ideas y, sobre todo, procuraré no dejar en casa lo (poco o mucho) que he aprendido de todo este lío en el tiempo que llevo fijándome bien. Espero que todo ello, y lo que caiga, me sirva para escribir dos o tres escenas que se dejen leer no sólo por los que me quieren.

Ah. Y a todos, ¡gracias por estar ahí!


* La imagen, de AMasterCreation, tomada de Flickr

18 comentarios:

sempiterna dijo...

Felicidades Care por el cumpleaños y por recordar tan bien esos regalos tan especiales. Por separar las etapas de tu vida con esos marcadores tan especiales. Y ánimo con ese curso, te leeremos.

(No sé por qué me decido a escribir en tu blog hoy, lo de los cumpleaños nos da a todos demasiado poder para invadir la intimidad ajena...)

Begoña Argallo dijo...

No importan los años que cumplas, siempre serás lo suficientemente joven para ponerte retos y zambullirte en ellos hasta el final. Felicidades.

... dijo...

Per molts anys, també per aquí, maca :-)
Milers i milers de petons.

Clo dijo...

Feliz cumpleaños Care!!! Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Muchas felicidades.

Me ha gustado mucho esta entrada.

Pilar

Anónimo dijo...

Bienvenida a la cuarta década (je je, me llevas cinco años de retraso; no te asustes, no es tan grave). Que lo pases de perlas y desde ya un divertido (y seguro provechoso) curso de dramaturgia.

Cucaracha en su guarida dijo...

¡Muchas felicidades!

Care dijo...

¡Gracias a todos!

Meltalle dijo...

"Porque es una escritora excelente, porque es una escritora excelente... ¡y que escribas muchos más!". XD

40... Y los muchos regalos que te quedan por disfrutar lleno de nuevos, lujuriosos, útiles y memorables recuerdos y secretos. Eso es lo que pasa cuando uno se hace mayor: que le van pasando cosas. Y, una de las mejores fórmulas para recordar... es tenerlo todo bien apuntado y organizado en tu mente, para por lo menos poder contarlo algún día debidamente. Porque si no ¿para qué sirven los recuerdos?... Pues para aprender de ellos y disfrutarlos compartiéndolos con tus seres más próximos y/o queridos.

Pues nada, "Care", que disfrutes de tu regalo -ya no tan secreto-, y que le saques buen provecho. Que seguro que lo harás... ¡Felicidades!

Por cierto, Me encanto "Ula". XD

Saludos


P.D.: Y que cumplas muchos más.

Laura dijo...

¡Qué hermosa manera de llegar a los 40! Felicidades de corazón por tu precioso cumpleaños, por los regalos que has recibido a lo largo de tu vida y también por los que disfrutas día a día en personas que te aman y te acompañan. :)
¡Felicidades!

César dijo...

¡Feliz cumpleaños, reina mora! Cuando cumplí los cuarenta me parecieron muchos, pero ahora, chica, hasta los envidio... Disfruta de esos 40 espléndidos tacos :)

María José dijo...

Hola Care,
Feliz cumpleaños!!!
Me ha encantado SE VENDE MAMÁ
Enhorabuenaa!!!
Saludos
María José

María José dijo...

Hola otra vez!!!
¿Te ha gustado SER PRINCESA NO ES FÁCIL?
Ciao!!!!

Anónimo dijo...

Decir que se me han saltado las lágimas ¿suena cursi?
Pues no lo diré.

Leerte es como tomar oxígeno después de estar demasiado rato bajo el agua. Uno nunca sabe si vale la pena salir. Entonces te leo y se me saltan las lágrimas.

AR

Maria Escalas Bernat dijo...

Felicitats. Benvingut al club de les "cuarentañera" estupendes.

Anónimo dijo...

Te saco unos cuantos meses de ventaja. Y te felicito con unos cuantos días de retraso.

Los regalos pensados son los mejores. A mi, en una ocasión, me regalaron una piedra, una entre las muchas que habría, recogida de una playa seguro que muy parecida a ese mar de todos tus veranos. Una simple piedra, lisa, ovalada, blanquecina. No me ha abandonado desde entonces.

Muchas felicidades y al menos 40 besos.

benjamin dijo...

ola care soy un niño de 1ºC y me llamo benji a mi me ha gustado muxo tu libro de laluna.com bueno dewdewdew

benjamin dijo...

ola care me ha gustado muxo tu libro de laluna.com y soy de 1ºC y me llamo benji