17 de septiembre de 2010

El inmenso placer de darle vueltas a todo


"Todas las mujeres piensan que su marido les es infiel. Todos los hombres pensamos que nuestra mujer nos es fiel".
Esta frase la pronunció un amigo en una cena, esta semana. Como soy de proceso lento, me quedé dándole vueltas.

¿Pienso que mi marido me es fiel? En principio sí, pero por economía sentimental. Si pensara que me es infiel, me obligaría a adoptar actitudes que me dan mucha pereza. Por otra parte, no me demuestra lo contrario. Me siento atendida, querida, deseada, ayudada (¡ay, la erótica de las tareas domésticas compartidas!), apoyada y hasta multiplicada cuando él está a mi lado.
Si va por ahí echando canas al aire, no es de mi incumbencia, siempre y cuando lo anterior siga en pie. Eso sí: no quiero saberlo ni organizar mesas redondas sobre aventuras de ningún tipo. "Si quieres ser feliz, como tú dices / no analices, hermana, no analices" es mi máxima.
Segunda parte de la ecuación: ¿Soy fiel a mi marido?
En principio, también sí. A menos que se considere infidelidad alguno de los puntos siguientes:
-Babear (literalmente) cada vez que sale Don Draper (Jon Hamm) en la serie Mad Men.
-Babear (literalmente) cada vez que sale Joan (Christina Hendricks) en lo mismo. Esta serie, ya lo he dicho, me genera confusión sexual.
-Dejar que de vez en cuando me acune dulcemente el tan architraído y llevado "qué pasaría si..."
-Dejar que de vez en cuando me acune del mismo modo algún recuerdo pasado que el tiempo (y las ganas, ejem) se encargan de agrandar.

Pregunta ingenua que no lo es en absoluto: ¿Alguien de verdad se traga que los seres humanos somos capaces de desear siempre, a cualquier hora y del mismo modo al ser humano que tenemos más cerca (ése al que llamamos "nuestro") olvidándonos de todos los demás seres humanos apetitosos que circulan libremente por ahí?

-Ah, y la muy importante cuestión lexicográfica: reírme cada vez que alguien llama "mi marido" a mi marido. Lo siento, pero no me sale. Llevo un año y medio casada y no hay manera. Mi amante. Mi locura. Mi compañero. El padre de mis hijos. Eso sí.

Otrosí: Miento mejor que él, lo sé, para algo soy mentirosa profesional. Pero, por ahora, no tengo ganas de aprovechar esa ventaja. Dentro de unos años, despertaré sonrisillas de conmiseración si lo digo. La pasión no pasará, pero aprenderé a disimularla, os lo prometo.
Nunca he pertenecido a nadie en virtud de ningún papel. Pero en este instante pertenezco a alguien por otras razones, que me reservo.
La única vez que creí que una persona me pertenecía, la vida se encargó de darme una buena lección. De modo que ahora le tomo prestado y le disfruto igual. Procuro ser buena usuaria, eso sí. Ejemplar, diría yo.
¿Todos los hombres piensan que su mujer les es fiel y todas las mujeres piensan que su marido les es infiel? Tengo mis dudas de que el mundo funcionara si eso fuera cierto.
Aunque todo tiene remedio.
Menos que alguien te mire a los ojos y te diga: "Ya no te quiero".
En eso estuve de acuerdo con mi amigo.

* Foto: Diagonales.

3 comentarios:

Airama dijo...

Que te digan "Ya no te quiero" debe ser muy doloroso. Sentirte apartada del lado de la persona que todavía amas debe ser como si en ese momento te amputaran algo de ti mismo.
Pero qué es mejor saberlo o no??

César dijo...

Queremos creer que nuestra pareja nos es fiel, igual que queremos creer que nuestros hijos no hacen salvajadas, que nuestros amigos son fieles o que nuestra vida tiene sentido. Queremos creerlo, porque lo contrario nos desestabilizaría. Queremos creerlo por pura necesidad egoista.

Otra cosa es el análisis estadístico, porque los números dice que si tu pareja es un hombre, hay altísimas posibilidades de que te haya sido, sea o será infiel (más o menos un 60%). Y si es una mujer, las probabilidades son algo menores, pero también altas (alrededor del 40%). Como la pareja infiel hará todo lo posible por ocultarlo, en general la única forma de ser conscientes de la infidelidad es recurrir a las probabilidades de que suceda. En el fondo es como la física cuántica: un electrón no está en un lugar concreto, sino que tiene más probabilidades de estar en un sitio que en otro. Pues bien, una infidelidad, en general, sólo puede percibirse en función de las probabilidades de que suceda.

Teniendo esto en cuenta, voy a proponer un breve test para saber si alguien es o no un cornudete. Contesta a las siguientes preguntas:

1. ¿Tienes tendencia a la paranoia?

Si la respuesta es "no", sigue adelante con le test. Si la respuesta es "sí", consulta con un psicólogo.

2. ¿Alguna vez has sospechado, aunque sea muy remotamente, que tu pareja te es infiel?

Si la respuesta es "no", entonces puede que tu pareja te sea fiel o puede que no te lo sea. Revisa las estadísticas que he mencionado antes y aplícatelas.

Si la respuesta es "sí", si alguna vez has sentido dudas (aunque fueran irracionales) acerca de la fidelidad de tu pareja, entonces puedes tener la absoluta seguridad de que tu pareja te ha sido, en efecto, infiel.

La pregunta es: ¿queremos realmente saberlo?

Anónimo dijo...

De todo lo que has expuesto, de forma tan clara y contundente como me tienes acostumbrada, me quedo con el argumento de la economía sentimental, que es una versión interesante de la navaja de Ockham.
Y decirte que yo también babeo por Draper y por la pelirroja y, no soy la única en mi casa (gracias al descubrimiento de la serie por una pareja de locos que hacen maratones de capítulos de la serie).