10 de mayo de 2011

El obrador de la escritura


Durante diez años de mi vida, impartí talleres literarios. Fue una experiencia estupenda, que me sirvió no sólo para conocer a gente muy interesante, sino para aprender muchas cosas, y que siempre recuerdo con muchísimo cariño. Luego, lo fui dejando. Necesitaba concentrarme más en mi propia escritura, necesitaba dejar atrás una etapa de mi vida y conquistar otras. Ahora no puedo decir que imparto talleres literarios pero sí que nunca los he dejado del todo. De vez en cuando, una vez cada seis o siete meses, hago algo que se parece a un taller, cuando me piden una sesión práctica de escritura en un curso de profesores, por ejemplo, cuando hago juegos de imaginación y narratividad con estudiantes de secundaria o cuando me contratan para impartir un taller intensivo en algún lugar que suele ser remoto (el último de estas características lo impartí el verano pasado en Lima y fue de lo más gratificante que me ha pasado últimamente). 
El resto del año, de vez en cuando, alguien me pregunta si aún imparto talleres. Me da pena contestar que no. He descubierto que me entristezco al hacerlo, porque echo de menos los talleres, esa efervescencia de la literatura -de la emoción- compartida. A menudo leo un texto que me entusiasma y pienso: sería estupendo poder compartirlo con otras personas en un taller. A veces algunas madres y padres me preguntan si conozco talleres de escritura para jóvenes. Con verdadera pena, debo decirles que no. Es cierto: apenas conozco iniciativas que inviten a los adolescentes, y a los aún más jóvenes, a escribir. Si tu hijo tiene afición por la música, por la pintura, por la danza, por el teatro... puedes llevarlo a alguna academia. Pero pobre de ti si tu hijo es un fanático de los libros y de la escritura. No hay academias de escritura creativa como las hay de otras manifestaciones artísticas. Es una verdadera lástima, porque los adolescetes tienen una capacidad inimaginable para inventar historias.
En fin. Por primera vez en mucho tiempo, me estoy planteando volver a impartir un taller literario. Pienso en el tipo de taller al que me gustaría -y podría- asistir. Por ejemplo: un intensivo de fin de semana, pensado para personas que ya estén familiarizadas con la escritura, tal vez. Buscaría una casita rural en un lugar bonito. No muy grande (lo ideal son talleres de 10-12 personas, como mucho). Llegaríamos un viernes y habría un primer encuentro con los participantes. El sábado, después de desayunar, tal vez dos sesiones de trabajo y otra por la tarde, acabando a una hora que permita dar un paseo a la orilla del mar, charlar tranquilamente en una terraza o  entablar amistad con los demás participantes. El domingo por la mañana, después de desayunar, una última sesión y el almuerzo de despedida. En total, unas once horas de trabajo y palabras que me relamo imaginando. Dos noches, tres desayunos, dos almuerzos, dos cenas. Y una buena selección de textos y de ejercicios de escritura, que sirvan para despertar imaginaciones dormidas, para ganar confianza, para reencontrarse con la propia pasión por escribir, para encontrar temas que desarrollar más tarde o, simplemente, para disfrutar... Ojalá hubiera existido algo así cuando comenzaba a escribir.
¿Qué os parece, navegantes del silencio? ¿Creéis que funcionaría? Perdonadme, hoy, por pensar en voz alta.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Care, mi primera impresión es que funcionaría. Además, el formato que describes parece muy atractivo. Interesante reflexión la de la ausencia de "academias" para escritores... Aviso para emprendedores.

Rebeka October dijo...

Sería fantástico.

Funcionaría, porque hay ilusión en el proyecto.

Y quién pudiese asistir aprendería,
aprendería de ti, del resto de participantes, aprendería a culturizarse, a expresarse de una forma poética y preciosa, su corazón se ensancharía...y eso es lo que la sociedad necesita,(bajo mi punto de vista claro).

Ya me encantaría a mí, que hubiese ese tipo de iniciativas y talleres cerca de mi ciudad.Fijo que asistía.

Yo que no he acabado el Bachillerato por pereza, a esto si que me apuntaría, porque escribir es de las pocas pasiones que tengo, y que necesito.

Estaría bien, que quien comparta esta necesidad, esta afición, tuviese un rincón dónde poder aprender y crecer literariamente, y espiritualmente.

Un abrazo caluroso desde Cantabria Care,

Rebeca.

Anónimo dijo...

Me apunto Care. Pero no solo para adolescentes, que también a las trabajadoras madres de familia y otros profesionales nos vendría de perlas un microespacio para desarrollar aficiones. En filología, mucho comentario de texto pero de escritura creativa, cero. El talento es importante, pero no hay que perder de vista que esto es tambien un oficio.
¡Ójala y cuaje el proyecto!

Eomoi dijo...

A mí me parece una idea estupenda, es un taller al que iría seguro. Lo malo no es solo que haya poca oferta formativa, sino que además, la que hay es bastante cara (comparado, por ejemplo, a hacer la carrera de Bellas Artes en una universidad pública).

Cucaracha en su guarida dijo...

Pues sería fantástico. No se encuentran muchas iniciativas así (al menos por estos lares) y, desde luego, a muchos nos encantaría participar en alguna.

Pedro dijo...

Yo también me apuntaría. Es una de esas experiencias en las que no me dolería gastarme los cuartos.

De modo que avisa por aquí si te decides a organizarlo. En serio, lo veo bastante más que apetecible y de interés, tal y como lo planteas... De hecho, diría que lo llevo varios años buscando.

Conque si realmente te apetece, ¿a qué esperamos?

Artemisas' Project dijo...

Cuando dices que se va a llevar a cabo tan magno evento? y dónde?

Begoña Argallo dijo...

Aún siendo tan poco el tiempo que pides, yo no podría ir. Me gustaría pero sé que no podría.
En cuanto a fórmulas habría muchas, dedicar un blog a ello. Cursos on line, o un libro. Recientemente leí Mientras escribes de Sthepen King, cuya visión de la escritura es muy semejante a la mía. Yo no sabía de que modo corregir eficazmente un texto, él me dio las pautas para corregir mi primera "novela" de más de 300 páginas. Hace once años que espera su corrección, gracias a sus consejos sabré hacerlo. Creo que su libro fue una gran clase de literatura porque él se empeñó en que todo el mundo le entendiese.

Pensó en voz alta y compartió.

Tere SM dijo...

Me recuerda un iniciativa que empezó el año pasado en Menorca:
http://talleresislados.blogspot.com