15 de septiembre de 2008

Creatividad de las solapas

Me llama una editora, hace apenas unos días, para pedirme que mutile la ficha biográfica que aparecerá en uno de los libros que saco en octubre.
«Las biografías de nuestras solapas son siempre muy cortas, me dice, sólo ponemos los datos más importantes».
Primer dilema: ¿qué datos son realmente importantes en una solapa? ¿Tiene más importancia el año de nacimiento o los idiomas a los que han sido traducidos tus libros? ¿Los premios conseguidos o los medios de comunicación en los que colaboras? Para no hablar de lo que de verdad es importante en tu biografía, porque si no, una solapa podría ser algo así:

Care Santos nació en Mataró en 1970 después de unos ocho años de intentos por parte de sus padres. Fue una niña insoportable, una adolescente hogareña y una universitaria del montón. A los veinte años se acabó abruptamente su primera juventud, a los veinticinco se casó, a los treinta encontró al hombre de su vida y a los trenta y uno se divorció. A lo largo de estos años ha superado varias crisis importantes, que a pesar de todo no la han hecho madurar (demasiado). Sus mejores obras se llaman Adrià, Èlia y Àlex y hoy ¡hurra! empiezan el cole. Lo demás, en el fondo, tampoco importa tanto.

La verdad es que agradezco que los editores recorten las fichas biográficas de las solapas. Incluso que las censuren o que veten su escritura a los propios autores. Lo que suele ocurrir, y es un mal de la industria editorial en nuestro país, es que la mayoría de editores, urgidos por la prisa o necesitados de personal, piden a los escritores que les faciliten un texto biográfico para la solapa o la contracubierta, y los autores de despepitan escribiendo sobre sí mismos, de modo que luego salen las cosas que salen, y así tenemos las biografías de solapa convertidas en uno de los textos literarios más despiporrantes y absurdos del actual panorama literario.
Una vez me tocó reseñar una novela en cuya solapa se decía de su autor, después del año y el lugar de nacimiento: «En la actualidad, está en la cárcel por atraco a mano armada». Mucho menos estrafalario es encontrar en las solapas cosas como la siguiente: «Tiene un gato, muchas historias que contar y adora los atardeceres».
Y luego están los autores cándidos que lo ponen TODO en la solapa. Y cuando digo TODO quiero decir exactamente eso: TODO. Ejemplo (real): «Regularmente ofrece conferencias en salas de cultura de los ayuntamientos españoles acerca de sus dos especialidades: literatura y métodos de cultivo en invernadero. Ha escrito varios prólogos, ha formado parte de los jurados de los premios literarios de Béjar, Turégano, Cabezón de la Sal y Andorra (Teruel) y una vez editorial Planeta se interesó por una de sus novelas».
En fin. Y para que no se me acuse sólo de criticar, sin aportar nada constructivo, diré lo que a mí me parece que debe contener un texto biográfico de solapa: el nombre del autor, su lugar de nacimiento junto con el año (no están exentas las mujeres, que quede claro, que hay por ahí mucha coquetería mal entendida. Ah, ni vale mentir, que luego los pobres periodistas se hacen un lío) y a continuación la enumeración resumida de los méritos del susodicho o la susodicha, lo más adecuados posible a lo que le interesa al lector que, potencialmente, tendrá en sus manos el libro en cuestión. Es decir: si la novela es juvenil, enumeraremos los méritos en ese campo, sin pasarnos, sin afán de ser exhaustivos (¿hay algo más latoso que el afán de exhaustividad?), sin petulancias y, por supuesto, con objetividad y veracidad.
Son muchos requisitos, ahora que me doy cuenta. Y muy difíciles —objetividad, veracidad, uf...— de modo que me parece magnífico que los editores censuren, recorten, reescriban. Que nos mantengan, a los autores, a raya.

Por cierto, navegantes: Bienvenidos. Un placer volver a estar aquí.

La imagen de hoy: una solapa que nunca pudo ser. Y eso que la foto era de Antonio García, y sólo por eso merecía la pena.

4 comentarios:

Coro dijo...

Care, hola

¡Qué bueno! Me has hecho reír :)

Bss

Fernando Alcalá dijo...

Te entiendo perfectamente. Al final, cuanto tuve que escribir mi ¿"biografía"? para mi agencia acabé tomándomelo a cachondeo y la hice en ese tono porque, en fin, me daba una vergüenza horrorosa. Por no hablar de autoescribir (esto no existe, no?) las sinopsis de las novelas de uno. En eso sí que me considero inútil y totalmente incapaz. Qué quieres, alguna limitación ha de tener uno. Un abrazo fuerte, rebienvenida!!

Ernesto Guajardo dijo...

Jjajajajajajaa!!!! Está buenísimo!!!

Me recuerda muuuuchas historias de solapas y contratapas que he conocido en la editorial. Pero, sobre todo, me hizo recordar una historia, que ya no sé si es leyenda, de un crítico literario que, a mediados del siglo XX, hizo un libro confrontando sus lecturas, con los textos de las contratapas de los libros.

sfer dijo...

Pues yo prefiero una solapa original, diferente, que me haga reír o pensar, que no que todas estén escritas con el mismo patrón y den los mismos datos de todos los autores. Prefiero saber de algo que el autor ame/odie que no cuántos años tiene...