Un matrimonio maduro, con un hijo de más de veinte años, recibe la visita de un amigo que vuelve de La India. Les trae como regalo una pata disecada de mono, un supuesto amuleto que ha comprado a un bamán con el poder de conceder los tres deseos que le sean solicitados por una misma persona. Cuando se va el amigo, el matrimonio habla de la necesidad de dinero que les acucia (necesitan una cantidad concreta, pongamos, 30.000 euros) y del nuevo trabajo en la construcción de su único hijo, que está muy ilusionado por su incorporación al día siguiente. El hijo sugiere pedir la cantidad que necesitan a la pata de mono, pero los padres desestiman la idea. Por la noche, cuando ya todos duermen, la madre se levanta, se acerca a la pata de mono, la sujeta y murmura el deseo: «Quiero 30.000 euros».
Al día siguiente, la vida transcurre como siempre. De hecho, no ocurre nada anormal hasta última hora de la tarde, cuando el capataz del nuevo trabajo del hijo llama a la puerta muy compungido y les anuncia que ha ocurrido un terrible accidente: su hijo ha muerto, aplastado por una pesada grúa. También les notifica que el seguro de vida que la empresa contrata para todos sus trabajadores prevé una compensación de 30.000 euros ante tamaña pérdida.
Poco después del entierro del joven, la madre, destrozada, vuelve a recurrir a la pata de mono. Lo hace de nuevo a escondidas del padre y de noche: en mitad de un llanto desconsolado le pide al amuleto que haga regresar a su único hijo.
La historia se cierra con una velada de los dos maduros esposos junto al hogar. Parecen veinte años más mayores que al comienzo. Ninguno de los dos tiene ánimos para irse a la cama, y eso que son altas horas de la madrugada. De pronto se oyen unos golpes terribles en la puerta de entrada. No es el modo de llamar de una persona normal, y menos a esas horas. Los dos se miran, comprendiendo. El marido le pregunta a su mujer: «¿Le has hecho volver?». La mujer le responde: «No podía hacer otra cosa. Es mi niño». Ella se levanta, inquieta, pero ilusionada, a abrir la puerta, pero en el último momento, mientras los golpes se hacen cada vez más fuertes, se decide a mirar por la ventana. Entonces lanza un grito, busca a toda prisa la pata de mono y grita, horrorizada y sin dejar de mirar afuera:
—¡Regresa a tu tumba, hijo! ¡Regresa a tu tumba!
En fin, navegantes. Respirad hondo. Relajaos. No es más que un cuento. Uno magistral, por cierto, de raigambre popular, pero escrito por W.W. Jacobs en 1902, y llamado, precisamente, La pata de mono (The Monkey's Paw). Se incluye en su libro de cuentos La dama de la barca, que en España publicó Valdemar (claro) en el año 2000 bajo el título de La pata de mono y otros cuentos macabros. Se trata de un relato muy antologado, y no es raro hallarlo en recopilaciones del género. También existe una versión (escalofriante) en teatro, que firmó Louis N. Parker.
Aunque lo mío son los relatos de terror victorianos, me voy a permitir, para terminar este especial que nos hemos marcado junto con César Mallorquí The Biggest (su última entrega está hoy en La fraternidad) , recomendaros algunos de mis libros de terror favoritos de todas las épocas:
—Otra vuelta de tuerca, Henry James: la clara inspiración de Los otros, de Amenábar. Sólo flta Nicole Kidman.
—Monkton el loco y otros cuentos de terror y misterio, de Wilkie Collins. Es un maestro agarrando al lector por el pescuezo desde la primera línea.
—El monje, Matthew G. Lewis: sadismo, inteligencia y seducción a raudales. ¡Y del siglo XVIII!
—Danza macabra, Stephen King. Lo último del autor que más vende y más bodrios hace es, para variar, bueno: un ensayo sobre sus recuerdos terroríficos.
—Narrativa completa, vol. 1, de H. P. Lovecraft. También en Valdemar. Ya tocaba. Es impresionante. ¡Y vendrá un segundo tomo, hurra!
—Guía de casas embrujadas del mundo, Francesco Dimitri. ¿Queréis conocer la diferencia entre una aparición, un espectro, un fantasma y un poltergeist? ¿Saber lo que hay que hacer si percibís presencias sobrenaturales en el sofá de casa? Dimitri lo aclara todo. Es novedad de noviembre de Alba editorial, y muy entretenido. El capítulo sobre los fantasas de la Casa Blanca no tiene desperdicio. Os hablaré de ello, algún día, lo prometo.
—13 cuentos de fantasmas, de P. D. James. No confundir con Henry James.
—Dulces sueños, de Robert Bloch. A veces es ingenuo, pero funciona.
—Vampiras, antología temática, cómo no, también en Valdemar. Atención al último cuento: versión vampírica de Blancanieves, enanitos monstruosos incluidos.
Y hasta aquí hemos llegado, aterrorizados navegantes.
No os perdáis lo que viene ahora: el día 6 comienza El reino de Venus. ¿Qué es? Ahh... tendréis que dejaros caer por aquí para descubrirlo.
6 comentarios:
Care, ayer leí tu nuevo libro, "El dueño de las sombras" y no he dormido...Felicidades, creas un ambiente extraordinario...aunque luego de miedo cerrar los ojos...
Gracias mil, Miwok. Eres un lujo.
"La pata de mono" es un relato que leí en una antología de relatos hace algunos años. Me causó una gran impresión entonces, sobre todo imaginar qué es lo que veía la madre.
Con tantas mudanzas, tenía el libro perdido en una caja, pero he conseguido encontrarlo. Es la "Antología de la literatura fantástica" editada por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en Edhasa.
Y ahora voy a releerla...
muy buen relato. Por cierto, que estoy deseando meterle mano a tu nuevo libro. Tiene una pinta que no veas.
Henry James, muy bueno.
Ya sé que se entiende por el contexto pero, por si acaso, lo digo: no has aclarado que lo que publicas en el blog es un resumen del cuento de "La pata de mano", no el cuento en sí. Perdón si ofendo la inteligencia de alguien (oyes, que hay gente para todo). El cuento es una maravilla.
Feliz todo a todos.
JLP
Uys, quería decir "La pata de mOno". Pero no quedaba mal lo de la pata de mano...
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