Si un autor quiere transmitir que la mujer vestía ropas que combinaban dos azules y que estos colores armonizaban igualmente con sus ojos, Dashiel Hammett lo reduce a esto: «Iba vestida en dos tonos de azul, elegidos pensando en los ojos». Es lo mismo, pero también es otra cosa.
Si un autor desea contar que su personaje, para aquella ocasión, se había acicalado de manera no habituyal en él y arrostraba el cambio con todas sus consecuencias, Raymond Chandler así lo describe: «Estaba aseado, limpio, afeitado y sereno y no me importada que se notase». Es lo mismo, pero...
Se trata de un propósito del creador de hacerlo especialmente así, de gastar tiempo en ello: el motor de su paciencia es la fe en el resultado de lo que busca. ¿Cómo se alcanza este propósito? Sospecho que, más que de voluntarismos literarios, depende de emanaciones de la propia personalidad del escritor, de una manera de ser, de una forma de estar en el mundo.
Si un autor desea contar que su personaje, para aquella ocasión, se había acicalado de manera no habituyal en él y arrostraba el cambio con todas sus consecuencias, Raymond Chandler así lo describe: «Estaba aseado, limpio, afeitado y sereno y no me importada que se notase». Es lo mismo, pero...
Se trata de un propósito del creador de hacerlo especialmente así, de gastar tiempo en ello: el motor de su paciencia es la fe en el resultado de lo que busca. ¿Cómo se alcanza este propósito? Sospecho que, más que de voluntarismos literarios, depende de emanaciones de la propia personalidad del escritor, de una manera de ser, de una forma de estar en el mundo.
Del prólogo a Nanga, primera novela de Willy Uribe
Leqtor, Barcelona, 2006
* Por cierto: la de la foto, es la última forma de estar en el mundo de Dashiel —Samuel D.— Hammett
1 comentario:
En eso, en la forma de decir así las cosas, los americanos son especiales. Por ejemplo, Charles Baxter, Tobias Wolff o el magnífico Cheever. A mí me gusta la literatura así.
Publicar un comentario