15 de febrero de 2006

Libros-puerta

Nunca hubiera leído a Fredric Brown si César Mallorquí no lo hubiera recomendado en su blog y el editor de Bibliópolis no me hubiera enviado muy amablemente un ejemplar de Marcianos go home! una desternillante novela en la que 1000 millones de marcianos —diminutos y verdes— aparecen simultáneamente en la tierra con el fin de observar a los humanos y demostrarles lo mucho que les desprecian. Los marcianos aparecen gracias a la técnica de la kwimación, una teleportación que acaban de perfeccionar y que les permite desplazarse millones de quilómetros en lo que dura un parpadeo. Cuando están cansados de ver humanos y putearlos, kwiman en sencillo contrario y se acaba la novela. Lo dicho: jamás la hubiera leído. Por algo de prejuicio, lo reconozco.
El día anterior al de la recepción del libro de Brown tambien editado por Bibliópolis estuve en Laie, una de mis dos librerías de cabecera, y compré un libro de relatos de Robert Bloch, uno de esos escritores de género estadounidenses que se hicieron célebres publicando en las revistas de los años 30 y 40 (y gracias a la adaptación que de su Psicosis hico Alfred Hitchcock). Brown era otro de ellos. El libro de Bloch se titula Dulces sueños..., contiene 15 relatos y lo ha publicado Valdemar en su colección Gótica. Lo dejé en una de las tres pilas de libros por leer: la de prioridad alta.
La lectura de la historia de los marcinaos verdes de Brown me llevó a rastrear más cosas de él en los arcones virtuales de los libreros de lance. Encontré dos: una novela de edición infumable y título ídem: El asesinato puede ser divertido (Diana, México, 1963), en cuya portada reza —glups!— «programas policiacos de radio que sirvieron de inspiración para crímenes reales» (confieso que no me atrevo a hincarle el diente aún) y un libro de relatos publicado por Bruguera en 1978 titulado El ratón estelar —en inglés era The Best of Fredric Brown, qué cosas—. El prólogo a este libro estaba firmado por, ¡sorpresa!, Robert Bloch, quien además de hacer un interesante recorrido por la trayectoria de Brown como autor de serie negra y de ficción científica, se declaraba el mejor amigo que tuvo el creador de marcianos antes de morir tempranamente a causa de sus dificultades respiratorias.
El ratón estelar es un libro interesante, donde Brown hace gala de su mucho oficio y sus innegables habilidades como narrador. Es un maestro de la construcción y, sobretodo, del final sorprendente. No puedo resistirme a inaugurar con uno de sus mejores textos —también uno de los más breves— una sección de cosas para picar que bautizo como Wan-Tun frito. Huelga decir que ninguno de los libros a los que me he referido es, en este momento, fácil de conseguir, salvo en las librerías de viejo.
El libro de Bloch cayó a continuación. Sus cuentos me gustan más que los de su amigo: es hábil presentando personajes, sus diálogos son verosímiles como pocos y las situaciones, aunque a veces algo manidas, están muy bien resueltas. Me sentí como a los 15 años volviendo al género terrorífico, que tan mal (¡y tan bien!) me lo pasar en la adolescencia.
Me encantan los libros-puerta, ese pasadizo que se construye a veces entre dos libros, o entre los libros y la vida, y que se recorre con entusiasmo. No habría leído a Brown sin César. Brown traía a Bloch de la mano. Bloch y Brown eran amigos. También César es amigo mío. Ahora los he leído a los dos. O a los tres, si cuento a César.

5 comentarios:

B. Llamero dijo...

Qué curioso. Por Navidades escribí un prólogo para el libro de un amigo (debe de estar a punto de aparecer) y en él me puse a diferenciar entre libros-pared y libros-puerta... Voy a ver si me deja colgarlo en mi blog literario y cuando lo tenga te aviso: sospecho que te va a divertir.

Anónimo dijo...

Care, el relato "pesadilla en amarillo" de Brown es MACANUDO. Me ha gustado mucho: es sencillo a la par que explosivo. En fin, es un relato redondo.
Si tienes más relatos de esta categoría... por favor: incorporalos en tu blog.
Un saludo,

Javier A.

Care dijo...

Iré compartiendo lecturas escogidas, Javier, ni lo dudes. Y sí, llamero, me gustaría leer esa definición tuya de la literatura.

B. Llamero dijo...

Pues ya he colgado ese prólogo sobre libros-puerta en mi blog de Virutas y Hojarascas literarias
(www.llamero.net/blog2.html).
S2.

César dijo...

Me alegro mucho, Care, de que mi recomendación te haya proporcionado un buen rato de lectura ligera. Permíteme, de todas formas, comentar algo:
"El ratón estelar" es casi imposible de encontrar, en efecto, pero recientemente, Gigamesh ha publicado todos los relatos fantásticos de Brown en dos volúmenes: "Ven y enloquece y otros cuentos de marcianos" y "Luna de miel en el infierno y otros cuentos de marcianos". Un consejo: no dejes de leer "No mire atrás", el último relato del primer tomo: es un brillantísimo cuento policíaco, uno de los más originales que he leído. Por otro lado, creo que "Marcianos go home" no está agotado en su edición de Bibliopolis.
Brown escribió muchas novelas policíacas; sólo he leído unas cuantas, y hace mucho tiempo, pero la mejor, sin duda, quizá su obra maestra, es "Night of the Jabberwock" (publicado en España como "La noche a través del espejo", Ed. Júcar, col. Etiqueta Negra núm. 57, 1987).
Por lo demás, personalmente prefiero a Brown; me parece más ingenioso y ácido que Bloch. Pero Bloch es muy bueno también, ojo. Un día tenemos que hablar sobre la magnífica tradición de cuentistas norteamericanos. Qué pena que en nuestro país se desdeñe tanto el relato corto.
Ah, por cierto, el relato que has incluido en Wan Tun Frito, "Pesadilla en amarillo", fue adaptado para TV en un programa mítico. Hitchcock lo dirigió personalmente para su serie "Alfred Hitchcock presenta".
Y un consejo: no dejéis de leer "Pesadilla en gris". Es un relato espeluznante, porque a todos, en algún momento, nos sucederá algo parecido.