Hace una semana alguien me dijo que soy un ángel. Aquella noche no pude dormir a causa de la emoción. Desde entonces, en lugar de mis habituales estiramientos, cada vez que necesito apartar la vista veinte segundos de la pantalla revoloteo un poco por el cuarto. Antes de acostarme, barro las plumas que he arrojado sin querer (tienen una fastidiosa tendencia a amontonarse en los rincones más inaccesibles, como las buenas ideas). Con ellas, con las plumas, relleno una almohada. Cuando la termine, se la regalaré a mi amigo para que mi esencia le acompañe por las noches.
10 comentarios:
Un consejo: vacúnate contra la gripe del pollo ;-)
Ohh, qué bonito...
Que no se vacune, que a lo mejor si le da la gripe aviar le surge una idea para la mejor novela de la historia, vete a saber.
Yo enumero:
Buena escritora.
Buena cuentista.
Buena bloguera que postea a diario.
Por cierto, todo el mundo a ver los tres entierros de Melquíades Estrada, fantástica película. Sigo en shock.
Desde luego, tu amigo sí que es un ángel...
pasas el plumero?
Este sí que es un minicuento gauy del paraguay. Para mi gusto, al menos...
Gracias.
...¡perdón! quise decir guay...
(odio las erratas)
Tu amigo tiene razón ;-).
Muy bonito tu cuento.
Publicar un comentario