13 de abril de 2007

De Óscar Esquivias: microcuento

La plancha es el transatlántico de las telas, siempre con sus calderas prendidas y humeantes, dispuesta a surcar las olas de algodón y lino con elegancia y recta derrota. Todas las planchadoras sueñan con servir en barcos lujosos que las lleven de un extremo a otro del mundo, muy lejos de su ciudad interior y fría y de sus amas despóticas (sólo echarán de menos al señorito adolescente, a quien mandarán una postal desde cada puerto y un cablegrama el día de su cumpleaños). Cuando oyen la palabra “Génova” o “Montevideo” o “Nagasaki” sienten un escalofrío, porque saben que ellas deberían estar allí, en un yate de recreo, y no en aquel estrecho y escondido cuarto de la plancha, repasando unas sábanas de hilo y mojándolas con su sudor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La criada sueña ser camarera en un transánlantico. No se olvida del señorito (en una peli española sería Gabino Diego) que la mete mano

Que los nombres de esas ciudades le haga soñar me hacen pensar que es una chica joven o que la historia tenga lugar - lo más probable, las dos cosas - cuando esas ciudades podían imaginarse, justo cuando los buques de vapor las comenzaron a volver conocidas acabando con ese tipo de sueños, tornando todas las ciudades igual de aburridas, llenándolas de criadas incapaces de soñar.

Felicidades Care y al autor

La nanda* dijo...

que tal??
bueno, descubrí este blog buscando info de inseparables para siempre, y ¡wow! encontré esto.
Me alegré mucho...
pasas por mi blog??

nanda