La Diada de Sant Jordi es una magnífica oportunidad para dedicarse a observar al paisanaje. Después de un día entero de observación atenta, concluyo que existen pintorescas clases de autores y de lectores, que paso a detallar:
LOS AUTORES ODIOSOS
-Los que cuando algún lector se acerca a menos de treinta centímetros de su libro le sueltan que "engancha mucho", "es muy ágil", "se ha traducido a seis idiomas" o "sólo cuesta 17 euros".
-Los que antes de cada dedicatoria interrogan al pobre lector desprevenido como si se encontrara bajo sospecha. "¿A qué te dedicas? ¿Has leído ya algo más mío? ¿Qué compraste el año pasado? ¿Y ahora a dónde vas?" (Recomiendo vivamente a los lectores que se vean sometidos a semejante trance que opten por el: "Y a ti qué te importa", clásico pero eficaz).
-Los que no son autores. Ejemplo: el actor vestido de peluche rosa que se hizo pasar por el protagonista de El abuelo que saltó por la ventana y se largó (libro más vendido de la jornada) y ¡no dejó de firmar libros! Qué cosas. Otro ejemplo: Ana Obregón. Aunque me dijo un pajarito que apenas firmó. Loados sean los dioses de las causas perdidas, porque a veces reaccionan a tiempo.
-Los que se quejan. Firman poco, o no firman nada, pero van a todos los saraos donde se hartan de comer, de beber y de despotricar. Critican las colas ajenas y dicen que Sant Jordi es una servidumbre impuesta por el editor. Luego, siguen comiendo y bebiendo.
-Los que traen el perro a la firma y dejan que pasee sobre la mesa donde los colegas firman apaciblemente. Por supuesto, el perro no tiene el día intelectual y pisotea los libros expuestos que es un primor.
LOS LECTORES EN HORAS BAJAS
-Los que hacen cola para conseguir la firma de un actor que no tiene nada que ver con el libro o de un famosillo de tres al cuarto cuyo único mérito es decir inconveniencias en la televisión.
-Los que aparecen de pronto en la caseta donde firman unos cuantos y felicitan a los escritores por su sensibilidad y sabiduría (¡si ellos supieran!). A voz en grito y con un entusiasmo sospechoso, qué vergüenza más ajena.
-Los que quieren que les firmes el casco, el móvil, el brazo, la camiseta o el libro de otro autor. Y no entienden que te niegues.
-Los que cuando te dan el libro para que se lo dediques te dicen: "Ponle a mi cuñada que la quiero mucho".
-Los que te preguntan el precio de tu propio libro o piden que les cobres la compra. O peor, los que con el libro en la mano te preguntan: ¿De qué va?
LOS AUTORES AGRACIADOS
-Los que se duermen entre firma y firma. Suelen ser mayores de 70 y estar de vuelta de todo. Se despiertan para firmar, si es que aparece algún lector, y luego siguen la siesta.
-Los que aguantan con estoicismo y buena cara que después de cada firma venga una foto, tomada con un móvil por un amigo o familiar del lector en cuestión.
LOS LECTORES AGRACIADOS
-Los que llegan a la caseta y descubren que su escritor está hablando por el móvil o mandando un mensajito, tomando fotos (también con el móvil) o echando una siestecita y esperan prudentemente, libro en mano, a que termine, sin decir nada.
-Los que se acercan a saludar, aunque se hayan dejado el libro en casa.
-Los habituales de la fiesta, reconocibles a distancia, que te comentan sus impresiones de año en año y nunca fallan. Ah, y siempre compran literatura.
Y por último, UNA QUEJA a los señores editores que nos organizan jornadas de firmas y carreras a tantos autores ese día: por favor, que alguien tenga en cuenta que los escritores (y escritoras) también hacemos pipí. O pactamos que no nos den agua en cada caseta donde estamos o establecemos la pausa-micción. Hala, queda dicho. Hasta el año que viene.
* Las imágenes son de este año, por la tarde: FNAC antes y CATALONIA durante.