31 de mayo de 2013

Alabo sus gustos lectores, señora


Esta foto podría ser el cuadro de un pintor flamenco, pero no lo es. 
Es una viajera que ayer iba en el tren rumbo a León, bajo la atenta mirada (y ante la cámara) de la estupenda ilustradora Tesa González. Igual por eso la foto de Tesa tiene aire de ilustración, que hasta parece que los colores conjugan de puro cálidos.
No os perdáis visitar su blog, haciendo click sobre su nombre.

Y un ruego algo osado: si veis lectores de mis libros por el mundo, por favor, navegantes, robadles una foto como esta y me haréis feliz.

29 de mayo de 2013

Autorretratos



27 de mayo de 2013

Reciente entrevista por correo electrónico



-En alguna entrevista usted ha declarado que es ‘una dama del siglo XIX que he nacido en el momento equivocado’. ¿Me puede matizar esta declaración?
-No lo soy muy a mi pesar… Me encanta el XIX. Crecí leyendo literatura de ese siglo. No me supone un esfuerzo especial novelar esa época, es como si la conociera de primera mano.  Al margen de la impostura que supone afirmar tal cosa, a veces tengo la impresión de que nací demasiado tarde.

-Últimamente se han publicado varias novelas ambientadas en el siglo XIX. Usted misma publicó ‘Habitaciones cerradas’, que lindaba con el siglo XIX, y ahora ‘El aire que respiras’. ¿Qué tiene ese siglo para que últimamente nos fascine tanto?
-El pasado y la literatura se llevan bien. La literatura es el mejor modo que tenemos de retener el paso del tiempo. Y el XIX nos explica, nos ayuda a comprendernos, de algún modo nos construye. Cambiaron muchas cosas en esos años, el mundo dejó de ser el que había sido hasta entonces y se inventó de nuevo. Aquel nuevo mundo decimonónico es el que nosotros hemos heredado, el que en muchos aspectos prevalece. Esta importancia en nuestra propia identidad es la única explicación que encuentro a esa proliferación que usted dice.

-‘El aire que respiras’ reconstruye la vida de trece libros eróticos que, tras desaparecer en la época de las invasiones napoleónicas, tienen su propia vida circulando por distintas bibliotecas y lugares a lo largo del siglo XIX y XX. Con esta historia usted aúna tres de los grandes temas que suelen triunfar entre los lectores: una historia decimonónica, una historia de libros y una historia con toques eróticos. Parece la fórmula perfecta para un superventas. ¿Está de acuerdo con la idea de que historia, cultura y sexo son los tres elementos claves para un superventas?
-Una vez escribí pensando en las ventas y no lo voy a hacer nunca más. La razón es simple: me traicioné a mí misma haciendo concesiones que de otro modo no hubiera hecho, y los resultados no fueron los esperados. Mire, por fortuna, el mundo de la literatura es imprevisible. Nadie tiene la fórmula del éxito, ni sabe cómo conseguirla. Dudo mucho, sinceramente, que el éxito dependa de esos factores que usted apunta en su pregunta y, con toda sinceridad, no tengo ni la menor idea de qué hay que hacer para triunfar en esto. Ni me importa demasiado, la verdad. Para mí, lo más importante es la comunicación. Escribir es un acto de comunicación, y hay que tenerlo en cuenta. Y también es necesario ser honesto con uno mismo. Los libros, Barcelona, los libreros, las historias ocultas de los objetos que nos rodean, de lo inerte… todo eso son pasiones y filias propias, que arrastro desde hace años y que he plasmado en muchas novelas. Si triunfan, bien. Si no, otra vez será. Si no ocurre jamás, habré disfrutado escribiendo para unos cuantos que comparten mis pasiones. Tengo lectores que esperan mis novelas, escribo pensando en ellos, en sorprenderles, en entusiasmarles de nuevo (sabiendo que es cada vez más difícil, porque todo cansa, de todo acabamos aburriéndonos). Esos lectores son unos cuantos miles, y no sólo viven en nuestro país, sino que hablan lenguas en las que no podría comunicarme con ellos. De modo que soy afortunada, pero no sé qué he hecho para merecerlo. Es mucho más de lo que pensaba conseguir cuando comencé a publicar.

-Además, la protagonista de la novela es una mujer que hereda una librería. Últimamente están apareciendo muchas novelas cuyos escenarios son, precisamente, lugares calmados: librerías, clubs de ganchillo, pueblos apartados del mundanal ruido… Da la sensación de que los lectores buscan escenarios absolutamente contrarios a los que frecuentan en su vida cotidiana (ciudades estresadas, trabajos asfixiantes, etc.). ¿Cree que, en los tiempos que corren, la literatura necesita más que nunca convertirse en narrativa de evasión?
-Creo que la literatura sirve para soñar (entre otras cosas) y me parece muy sintomático, y algo preocupante, que ahora soñemos con espacios de calma. Es como si ya hubiéramos renunciado a la calma en nuestras vidas y tuviéramos que buscarla en los libros. Aunque me alegra también, porque el solo hecho de leer ya es una invitación al sosiego, al silencio, a la lentitud. Leer, en este momento, es ir contra el ritmo del mundo. Creo que está bien llevarle la contraria al mundo.

-Además de escritora, usted es crítica literaria. ¿Podría indicarnos, en su opinión, cuáles son las temáticas que suelen funcionar mejor entre los lectores contemporáneos? Es decir, ¿qué tipo de narrativa será la que desbanque a ‘Cincuenta sombras…’?
-Tenga por seguro que si tuviera la respuesta a esa pregunta no eleigiría este lugar para publicarla. Nadie puede saber qué o quién desbancará a Grey y sus sorprendentes sombras. Y en parte esa es la gracia: del mismo modo que pocos podían pensar que las novelas erótico-románticas gustarían tanto a las lectoras, es imposible saber qué será lo próximo. Los lectores son caprichosos, incomprensibles, a veces abofeteables, pero así son las reglas del juego literario. A veces te dejan boquiabierto. De todos modos, el reinado de Grey comienza a debilitarse, o eso parece deducirse de las listas de más vendidos. Y vuelve más o menos lo que ya estaba: los misterios históricos, los casos policíacos y los autores que se han ganado a pulso un grupo numeroso de lectores muy fieles. Nada sorprendente como Grey, qué lástima.

-Algunos libreros me han comentado que, en estos tiempos de crisis económica, se venden más los libros de cierto grosos que los delgaditos. Es difícil hablar de libros vendidos a peso, pero ¿cree que la crisis económica condiciona la narrativa que acaba triunfando?
-No creo que exista ningún lector que compre libros a peso y menos en estos días. Me parece lógico que se vendan más los gruesos que los delgados. Supongo que el planteamiento es simple: cuanto más grueso, más dura su lectura, “ergo” más lo amortizo. Yo estoy a punto de devorar lo último de John Irving y, como siempre, estoy encantada de que sea tan grueso. Si me lo hubieran vendido a peso y metido dentro de un cucrucho de papel de estraza, lo habría comprado igual. ¿Usted no?

15 de mayo de 2013

El perdón en la calle de Atocha (poema)


Una tarde de invierno del siglo XIX
una dama enigmática llamada doña Emilia
aguardaba en su coche en la calle de Atocha, 
palpitante y en vano,
a que Benito Pérez, el mayor novelista de su tiempo
acudiera a la cita.

Ella le había escrito una carta confesa
implorando el perdón, que no fue suficiente.
Dentro del coche, sola, arrepentida,
tuvo que comprender que no era perdonada.
Y también que el mayor novelista de su tiempo
era en estos asuntos de celos y desplantes
un hombre como todos los demás.
Un hombre, al cabo.

Otra tarde de invierno, tres décadas después, 
doña Emilia detiene sus pasos orgullosos
ante una vieja tumba recién cicatrizada.
Aquí yace el mayor novelista de su tiempo
a quien ella adoró y escribió cartas,
a quien brindó consuelo en su pecho abundante,
con quien viajó por tierras extranjeras
siempre con disimulo clandestino,
de quien tuvo consejo, admiración,
amistad, compañía y la justa
alabanza que evita sucumbir al novelista,
en suma: mucho más de lo previsto, 
incluido el perdón que buscó aquella tarde
en la calle de Atocha.

Hacer que te perdonen y llegar al final:
no es mal balance.

14 de mayo de 2013

Jordi Cervera me saca los colores (otra vez)



Para ir a la entrada del BLOG DE JORDI CERVERA, 

13 de mayo de 2013

Ángeles Prieto escribe de "El aire que respiras" con generosidad



Los personajes protagonistas de esta novela coral (Víctor Gusi, Rita Neu, Carlota Guillot, Filippo Brancaleone) son luchadores y cordiales, siempre cercanos gracias a su desenfado encantador, de acuerdo a dos características presentes en toda la obra de Care Santos: el orden y la calidez. Pero además, llegan a nosotros a través de un formidable despliegue de recursos y el empleo ordenado y trabajado de toda clase de documentos: cartas, edictos, diarios, informes, poemas, biografías y bibliografías, a fin de mantener nuestro interés. Una historia que descuella por la disposición generosa de una autora dispuesta a comunicarse con sus lectores a toda costa, sin limitación de medios pero también, una autora esforzada, perfeccionista y curtida que evita a posta incurrir en subterfugios sencillos para llenar páginas, como alargar en exceso los diálogos, describir mediante clichés o lugares comunes o detallarnos el acontecimiento histórico con la exhaustividad propia de un ensayo, técnicas    que revelan cierto descuido y ligereza, presentes  en la mayoría de las novelas históricas actuales. Además, Santos es dueña de un tema recurrente en sus novelas y relatos que a ésta, en concreto, le aporta en un momento determinado entusiasmo y un toque especial: los fantasmas. Porque los muertos, tratados por ella, lo están menos. Forman parte de lo que somos.
  
Novela escrita con charme, humor y estilo presidida por un espíritu amable, custodio de una colección muy especial de volúmenes antiguos, que nos conducirá hacia un final de orden, haciéndonos sentir al cerrarlo que también vivimos en ese otro mundo libresco, más hermoso, más natural, más libre y más justo. En los tiempos que corren, leer una novela como esta da gusto.

PODÉIS LEER LA RESEÑA ENTERA AQUÍ

12 de mayo de 2013

Un microcuento ecológico


Diez mil abejas construyen su centro de producción en un mueble de jardín donde les gustaba  instalarse a los niños de la casa. Zumban, contentas con la mudanza.

Habrá que eliminarlas, me digo. Comienzo por preguntar a conocidos y amigos, en busca de la irremplazable experiencia. Nadie lo ha hecho nunca, pero recomiendan agua hirviendo, gasolina, insecticida Todopoderoso, fuego, chorro de manguera a presión, amoníaco, un oso hambriento... Las soluciones tienen acordes del apocalipsis. Las abejas siguen multiplicándose. Mañana habrá quince mil.

Busco la opinión de un experto y acudo al especialista en plagas del centro de jardinería. Las abejas no son una plaga, señora, no me sea salvaje, las abejas son un bien de la naturaleza, un regalo del Creador, y además una especie protegida. Cuídese mucho de matarlas. Si lo hace, le denunciaremos. ¿Y mis hijos? No pueden salir al jardín. ¿Y qué importan sus hijos, señora? Sin las polinizadoras, ¿qué vamos a comer los habitantes de este mundo? Ya verá qué risa les provoca el asunto a los humanos de dentro de doscientos años, cuando ya todo el mundo haya hecho como usted y los niños no tengan qué llevarse a la boca. Hágalo por ellos, por los niños de toda la humanidad, a qué viene pensar sólo en los suyos, señora, ¡menudo egoísmo! Esa noche no pego ojo.

Llamo a los bomberos. ¿De qué raza de abejas se trata? No tengo ni idea. ¿Cuántas hay? Es difícil contarlas. Bien, tomamos nota de todo. El día 28 (aproximadamente) iremos a instalar trampas. ¿Son efectivas? Sí, mucho, en unos 20-25 días todas las abejas, voluntariamente, habrán abandonado el nido. Suponiendo que quieran, añade el profesional. ¿Y si no quieren? Bueno, que no quieran es una posibilidad. Son criaturas de ideas claras. Y no suelen compartir la opinión de los humanos.

En un último intento de seguir consejos descabellados, les hablo a las abejas. Intento dialogar con ellas, esas criaturitas civilizadas que nos regalan la miel y la cera virgen. Les expongo lo difícil de mi situación y les pido que se larguen pacíficamente, por favor, háganlo por mí señoras himenópteras, y por mis hijos, que habían visto ese lugar antes que ellas y también son criaturas de la naturaleza y no del todo inútiles. No quieren escucharme. Zumban cada vez más fuerte, las muy impertinentes. Comprendo lo que eso significa.

Hemos puesto a la venta la casa. En el anuncio dice: Jardín con árboles frutales, muy bonito, ideal abejas mieleras (y apicultores aficionados). Tacho lo último. Me mudo a casa de mi madre, que no pertenece a ninguna especie protegida.

8 de mayo de 2013

Care Santos: "El tiempo que paso con mis hijos es el único que no siento estar malgastando"


Todomundopeques me entrevista. Con su permiso, hago un copiar y pegar... ¡y aquí la tenéis! Es una entrevista un poco diferente, centrada en cómo compaginar estas dos vocaciones tan imposibles de casar que son la maternidad y la escritura. 
Si queréis leer la entrevista en su ubicación original, AQUÍ
Si queréis ver el blog TODOMUNDOPEQUES, AQUÍ.


TMP.- Mamá y escritora… esto es como rizar el rizo… ¿cómo te organizas los tiempos?, ¿tienes algún tipo de horario que te marques tú o cuando se puede?¿escribes en casa o fuera?... ¿cómo lo haces? (se nota que yo solo lo intento… no hay manera, oye… je,je,je)

C.S.- La clave es ser muy organizada. Marcarse un horario para todo (¡y cumplirlo!). Saber dosificarte. Renunciar a algunas cosas (las aficiones, el tiempo libre, tus egoísmos). Aprender a aprovechar los ratos compartidos al máximo. Y ser muy autoexigente cuando te pones a trabajar: ni una distracción, ni un minuto perdido.
Escribo en casa, ahora que tengo una casa más grande y dispongo de espacio, pero cuando estoy escribiendo prohibo las visitas a mi estudio... Incluso las de mis hijos. Mi marido me ayuda, ejerciendo de centinela. Antes, durante años, me “exiliaba” para escribir: me iba a un monasterio varios días todas las semanas.

TMP.- Escribes para jóvenes y para adultos… es evidente que los temas son distintos pero ¿la forma de escribir y la forma de expresarlo también lo son?

C.S.- Los jóvenes son, a efectos de lectura, adultos. No hay que hacer concesiones, ni facilitarles las cosas en exceso. La lectura debe ser un reto o se vuelve algo muy aburrido. La diferencia la marcan los niños. Para escribir para ellos hay que ver el mundo con sus ojos. Y eso requiere un esfuerzo muy grande, y es muy complicado.

TMP.- Tus hijos ven la vida a través de sus ojos… como todos los niños… ¿influyen en tu forma de narrar?¿en tus temas de inspiración?

C.S.- Son mi principal tema de inspiración, y no sólo en las novelas para niños. Por supuesto que influyen... En todo en absoluto, desde mi manera de vivir hasta mi manera de disfrutar.
¿Cómo no van a hacerlo? Los hijos te cambian la vida por completo.

TMP.- Se habla mucho de que nuestros hijos, en la escuela, fallan por el asunto de la “comprensión lectora”. Como mamá escritora ¿cómo ves esta realidad?¿qué te parece lo que está pasando en la escuela pública española?

C.S.- Creo que tenemos la suerte de contar con unos magníficos intermediarios y prescriptores.
Los maestros y profesores están haciendo un trabajo formidable por la lectura, están creando lectores y grandes vocaciones lectoras. Y lo hacen gracias a su esfuerzo y su tesón. Si no fuera por ellos, tal y como está el panorama, no sé qué sería de nosotros. Creo que debemos estarles muy agradecidos. Y apoyar su trabajo tanto como podamos.

TMP.- Care, tengo que aprovecharme… Hace unos días, una mamá bloguera comentaba que entre sus libros de cabecera, esos que se pueden releer y que se deben leer como mínimo una vez en la vida, le costaba mucho encontrar a buenas autoras hablando de mujeres de nuestro siglo, actuales, como nosotras… Yo quiero saber cuáles son tus autoras de cabecera… 

C.S.- Muchas. Natalia Ginzburg, Rosario Castellanos, Cristina Fernandez Cubas, Fred Vargas, Margaret Oliphant (y varias autoras victorianas de su generación), Emilia Pardo Bazán, Rosa Chacel, Ana María Matute...

TMP.- Hace tiempo te leía en un periódico, escribir sobre lo bueno que es el aburrimiento para nuestros peques. Me encantó tu planteamiento y lo volqué en un post, creo que te lo conté… pero me gustaría que nos explicaras un poco cuál es tu teoría (que por supuesto, comparto y pongo en práctica con mis peques…)

C.S.- Mi teoría es que el aburrimiento genera cosas buenas porque deja tiempo para pensar qué te gustaría hacer. Mis hijos no están de acuerdo, lo advierto. Yo creo que los niños con las agendas a rebosar, que siempre tienen mil cosas que hacer, no pueden plantearse qué les apetece. Como madre, soy poco partidaria del exceso de actividades fuera del horario escolar.  Debe quedar tiempo para ver pasar el tiempo.

TMP.- Y cuando tienes un rato de ocio con tus hijos ¿leéis?¿escribís?... ¿y qué más cosas os gusta hacer juntos?

C.S.- Cocinamos. Paseamos. Nos gusta cuidar del jardín (son muy buenos jardineros). Nadamos. Vamos de compras a nuestras tiendas favoritas (por ejemplo, de cómics). Salimos a merendar. Dibujamos. Leemos en voz alta, con gran teatralidad, a veces. Ellos son buenos oyentes, incluso de obras muy sesudas, según he podido comprobar, y es bueno leerles para ver su reacción. Vemos películas seleccionadas. La verdad es que podría seguir, porque hacemos muchas cosas juntos. El tiempo que paso con mis hijos es el único que no siento estar malgastando. 


2 de mayo de 2013

Bubble party!


Soy uno de los Rostros del último número de la revista Qué Leer
La foto es una de esas maravillas que sólo se le ocurren a Asís G. Ayerbe
Si supiérais la que armó para tomarla, y qué frío pasamos en una noche helada
de Madrid en que, además, llovía. Menos mal que la compañía lo compensaba todo. 
Mereció la pena. Aquí os la dejo.

Si queréis ver lo que dio de sí la sesión, AQUÍ hay otra.