22 de septiembre de 2008

De Todas las mañanas del mundo, de Pascal Quignard

—Sufro, señora, al no poder tocaros.
—No hay nada que tocar, señor, si no es el viento.
Hablaba lentamente, como hacen los muertos, y agregó:
—¿Creéis que no se sufre al ser de viento?

(Espasa, 2008)

1 comentario:

Javier Cercas Rueda dijo...

un saludo desde otro blog de libros.