Pues es la verdad verdadera: hace unos días me animaron a formar parte del club de fans de Epi y Blas (o Ernie y Bernie, en Estados Unidos; o Enrique y Beto en América Latina)... y acepté. Ahora soy miembro numerario del club de fans de dos amiguitos de trapo que animaron mi infancia. Lo pone en mi ficha, que pueden ver mis (a día de hoy) 177 amigos y lo peor es que no me avergüenza. Imagino que habrá clubes de fans peores a los que pertenecer.
Sí, navegantes, he caído, del mismo modo que un día ya lejano caí en esto y me hice blogger: me he hecho usuaria de Facebook. Lo cual prueba que mi alma virtual es mucho más débil de lo que yo creía. Empiezo a pensar que todo esto no es más que una maniobra de mis enemigos (pocos pero tenaces, a la par que imaginativos) para alejarme para siempre de los libros y sumirme en una ruina total propiciada por Internet.
Sí, el invento es gracioso, te permite contactar de nuevo con gente del cole a quien hace siglos que no ves (algunos siguen igual de odiosos después de 20 años) y tener un contacto rápido, freuente y superficial con muchas personas. Rápido, superficial y frecuente... el paradigma de nuestros tiempos, eso es Facebook. En general, me parece algo divertido y útil, pero también hay algunas cosas que me mosquean un poco.
Y lo que más me mosquea es que Facebook exalta la infantilización definitiva de nuestras relaciones. Ya se sabe que hoy en día la gente quiere ser adolescente a los 40. La juventud se reivindica como un bien valioso, los jóvenes no acaban de crecer ni de asumir que ya no son jóvenes, a la gente le molesta el adjetivo "maduro" -¡con lo que cuesta alcanzarlo!- y, por si no bastara, ahí está Facebook para reducir nuestras relaciones a una adolescencia perpetua. Tus amigos, esos a quienes creías gente sensata, centrada en su trabajo y su familia, incluso escritores admirables, de pronto te envían un mensaje para que te unas a su causa. La causa puede llamarse "Lobotomización de Jiménez Losantos" o "Ahorra agua, dúchate con alguien" (por citar dos a las que me he unido, de modo que soy tan pecadora como ellos). Pueden crear un club de fans de otro amigo a quien apenas conoces y cuyo único mérito parece ser hacerse fotos en calzoncillos (consultables en Facebook) o darte "un toque" (gesto que no sirve para nada, más que para saber que alguien te dio un toque). Pueden agregar fotos para que les veas o enviarte una instructiva encuesta que te permita descubrir qué personaje de South Park, los Pitufos o Bola de Dragón serías si formaras parte de la serie. ¿Suena a pérdida de tiempo? Pues sí, porque lo es: una soberana pérdida de tiempo. Pero incluso eso me parece menos punible que la infantilización de nuestras vidas.
De modo que para reivindicar la madurez que tanto me ha costado conseguir, y en la que me siento tan confortablemente instalada, he decidido aplicar algunas medidas de choque (léase métodos de defensa) en mis relaciones "facebookiles": no pienso unirme a ningún otro club de fans; con el de Epi y Blas basta y sobra. No contestaré encuestas, de ninguna clase. Me basta con las entrevistas de los periodistas que no leen los libros de los que hablan, gracias. Sólo apoyo causas que me despiertan emociones verdaderas, y aún así me lo pienso mucho. El resto, las "ignoro", elegante verbo para decir que paso olímpicamente. Y a los eventos que me invitan, siempre digo que quizá asista, porque la esperanza -y la ocasión- es lo último que se pierde.
"Ignorar". Interesante verbo. Seamos malos e imaginemos la vida en clave de Facebook: ¿cuántas cosas merecerían nuestra ignorancia, de lo que ocurre cada día? Ojalá todo se presentara seguido de la pregunta que es estrella en este juego -que es la vida- del Facebook: ¿Deseas unirte a esta causa? Aceptar. Ignorar. Y yo llevo el cursor, lenta e inexorablemente, con mano segura, hacia lo que debe ser.
1 comentario:
Hace tan solo unos pocos días que me uní a Facebook, no sabía ni de qué iba. Una amiga me invito y allí estoy. Por ignorancia hice un par de encuestas y puedo decir que son las dos primeras y las ultimas que hago. Con Facebook pienso hacer como con mi Blog, quedarme con lo bueno e ignorar lo malo ¿Y tú?
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