Aunque suene ridículo, para mí escribir una novela es vivir dentro de ella durante todo el tiempo que dura la documentación, la escritura, la corrección. Luego, la abandono para pasar a la siguiente. Ha llegado el momento de que la vivan otras personas, mis lectores.
Una de las cosas que hago con más fervor es visitar todos y cada uno de los escenarios de mi ficción. Necesito pisarlos, olerlos, situarlos, no tanto en el paisaje real como en el que sólo existe -por ahora- dentro de mi cabeza. Necesito imaginar a mis personajes en esos lugares. No, mejor: necesito sentirme como mis personajes.
Lo último de lo último ha sido un campanario. Creo -glups- que esto es lo primero que desvelo del argumento de mi novela nueva. ¿Suena muy raro si digo que me da miedo desvelar el secreto? Que mientras sólo es mío siento que aún es todo posible? Al contarlo, en cambio, me parece que lo fijo, lo doy por sentado. Disipo la duda, esa eterna compañera de mis jornadas de trabajo. Alejar la duda es como cerrar puertas, acotar posibilidades. Tengo que estar muy segura para hacer eso.
Así que ha llegado el momento de comenzar a estar segura: me complace presentaros a Filippo Brancaleone, hombre bueno, italiano de nacimiento pero llegado a Barcelona en las peores circunstancias de principios del siglo XIX. Filippo es campanero en una iglesia muy céntrica que conozco muy bien. He estado allí, he hablado con el sacristán varias veces, he leído una monografía de más de 400 páginas. Pero no basta. Quiero -necesito- subir a su campanario. Por supuesto, tal cosa no está al alcance de los visitantes. De hecho, no está al alcance de casi nadie. Ya nadie sube allí, desde hace mucho. Las campanas están motorizadas. Informatizadas. El campanero ya descansa en su inexistencia. El campanario tiene una puerta angosta, siempre cerrada con llave Subir es peligroso. Hay que pedir permiso al rector. No se puede, vuelva usted otro día, pero no creo que...
La cabezonería es uno de mis defectos. Cada miércoles, desde hace ya bastante, visito al sacristán, que es un hombre encantador. Conversamos del tiempo, de todo y de nada, y yo le pregunto si ha obtenido el permiso. Me da igual que tenga que llegar del rector, el obispo o el mismo papa. Yo volveré, miércoles tras miércoles, a visitarle. Tengo una paciencia infinita y, además, visitarle me agrada. Aunque sea por librarse de mí, espero que me deje subir al campanario. Necesito hacerlo para que lo haga Filippo, aunque el rector no lo comprenda. ¿Exagero? Puede ser, pero lo considero parte de mi trabajo.
Navegantes del silencio: poned una vela por mí a Santa Rita, patrona de los imposibles. Rezad vuestras oraciones, paganas o religiosas, a los santos de vuestra devoción. Esta semana volveré a visitar a mi sacristán y volveré a mirar el campanario. Ojalá no sea sólo desde abajo.
* La imagen: Filippo Brancaleone levanta la mirada.
5 comentarios:
Espero que consigas ese permiso, y así puedas sumergirte en la piel de tu personaje, para sentirlo más cerca de ti.
Gracias por este adelante de Filippo, nos haces sentirnos afortunados xD
Un abrazo.
Care , segur que et deixa pujar.... es fantástic com escrius i fas venir moltes ganes de lleguir . Jo a la mea manera també cuan estic coreografiant , només visc , la música , els llibres i tot el món que comporta crear un món teu. SORT !!!
A veces incluso uno necesita cerrar puertas para ponerse a escribir en serio. No dejar que nada externo entre a ese lugar donde se fragua una historia. A mí me ha pasado recientemente, no creo en mis sueños (supongo), pero necesito dedicarme a construirlos más que nunca, y con todas las fuerzas de que sea capaz.
Entiendo cada palabra de esta entrada. Soy igual de cabezota, y construyo mis historias en los lugares que he pisado de forma real. Creo que puedo transferirlos porque los amo, porque los siento una parte de mí. Aunque supongo que para escribir y forjarse un oficio hace falta algo más que eso.
Disfruta tu subida al campanario. Sé que lo conseguirás =)
Cuenta con mi vela
Seguro que al final lo consigues,y que una vez que conozcamos mas de cerca aFilippo conoceremos y nos transmitira todas esas emociones que tu has logrado sentir alli arriba.
cuenta con mi vela.
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