23 de julio de 2007

Existir

En Bailando sobre la tumba, una de mis lecturas para este verano, afirma su autor, el antropólogo Nigel Barley:

«No es preciso haber existido para que a uno le lloren».

No es preciso existir para ser amado. De niña, solía enamorarme de los personajes de ficción. Miguel Strogoff, qué gran mito erótico de mi juventud. Muchos años después volví a enamorarme de algún hombre ficticio, pero ni yo era ya la cándida preadolescente que sale indemne de todas las pasiones ni él —me temo— tenía el porte ni los bigotes del correo del zar.

¿Existo porque amo? ¿Amo para existir? ¿Me aman lo suficiente para lograr mi existencia?
Colofón: Vivimos 150 años. 80 nos los permite la biología. Los otros 70 nos los otorga el recuerdo que dejamos en nuestros sucesores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre, siempre, siempre nos enamoramos de alguien que no existe, porque el objeto de nuestro amor está deformado por nuestro deseo.