Esta es una entrada especialmente dedicada a esos lectores de este sitio, atentos vigilantes, que toman nota de todo y no olvidan un detalle. Gracias a la publicación de Habitaciones cerradas he sabido que existís, y que nada de lo que aquí digo cae en saco roto. Sabéis todo de las cosas: el proceso, el desengaño, el esfuerzo, el final... y lo celebráis conmigo. Me habéis conmovido, estos meses, con vuestros correos electrónicos y vuestro cariño inesperado. Por eso quiero contaros, especialmente a vosotros, este secreto que me emociona. Es el inicio de lo siguiente. Por ahora, es una ilusión, unas ganas tremendas de comenzar, un sueño que dentro de unos meses tal vez sea un libro nuevo. No hay datos, no hay nada, como la otra vez. Pero traigo algunas imágenes y unas pocas palabras. Lo demás, espero que irá saliendo. Acompañadme también en este nuevo viaje, habitantes del silencio.
No sé explicar mi pasión polaca. Viene de antiguo, de cuando comencé a leer a Witold Gombrowicz allá en los últimos 80. Le descubrí sin saber que era un polaco poco polaco. Importó poco: él me llevó de la mano hasta otros: Witkiewicz, Bruno Schulz -que en realidad era ucraniano-, Mrozek, Milosz, Zadajewski y mi adorada Wislawa Szymborska, por citar sólo a algunos. Entre todos los nombres propios que componen mi pasión polaca, son importantes los de algunas ciudades. Katowice, Varsovia... y, sobre todo, y desde el principio, Cracovia. Krakow.
Cracovia es una ciudad de arte y literatura. La única
capital europea de menos de un millón de habitantes, dicen algunos, que
ha cobijado a dos premios Nobel vivos, Milosz y Szymborska.
La de los mil cafés donde refugiarse. La de las librerías de ensueño.
La de las galerías de arte. Una ciudad paseable, de una belleza
artificial, que rinde homenaje a escritores que pasaron en ella sólo una noche. "Balzac vivió aquí los días 5 y 6 de mayo de 1850" dice una
placa de la calle Florianska. ¿Dentro de unos años, en el 11 de Rynek
Glowsny dirá, acaso, Santos vivió aquí el 10 y 11 de mayo de 2011?". Ah, no es probable. Yo no soy Balzac. Los tiempos también son otros. Aunque sería justo. Balzac no arrancó aquí la acción de ninguna novela. En cambio, los protagonistas de mi próxima se encontrarán justo ahí, bajo los arcos de Maly Rynek. O acaso frente a un cuadro de Jan Matejko. O puede que en el cafe Nowa Prowincja, donde esperé en vano a Wislawa Szymborska durante toda una tarde, por si venía a merendar. Pero no llegó.
Por cierto, el password para la conexión inalámbrica del Nowa Prowincja es una hermosa y sonora palabra que significa "Tarta de manzana". Como buena contraseña, abre una puerta a no sabemos dónde. Por eso la elijo hoy. Porque quiero que su destino de palabra mágica -y el mío de conocedora del secreto- se cumpla al pie de la letra.
1 comentario:
Esta entrada, con contraseña del café quiere decir que ya has estado en Cracovia en Mayo??Por fin???
Si es así espero que lo hayas disfrutado, y que hayas comenzado a dar las pinceladas a ese libro que ya estoy deseando leer, que seguro que será maravilloso.
No eres Balzac ¿sabes por qué?
Porque eres Care Santos, y no necesitas ser cómo él.
Yo no he leido a Balzac y sin embargo te he leido a ti. No seas pesimista, quien sabe, la vida puede dar tantisimas vueltas...no dejes nunca de soñar, porque a veces se cumplen...
Eras tú la que en la pagina 51 de cierto libro decías:
"...del mismo modo que la vida puede sorprendernos con un desenlace abrupto, también algunas veces nos regala una nueva oportunidad.Un renacimiento..."
Quien no te dije que tus sueños renacen una y otra vez, para que se te vayan cumpliendo y tengas que cambiar de sueños?
Sino que sepas que en mis venas, ya tienes una calle con tu nombre, por las veces que me has hecho soñar con tu prosa.
Y como yo...a mucha gente más...
Un abrazo grande,
Rebeca.
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