Comoquiera que últimamente convivo con poetas románticos, me sirvo compartir con los alegres visitantes de este sitio virtual mi último descubrimiento, obra del muy serio caballero don Juan Eugenio Hartzenbusch, que parece alemán porque lo era su padre, siendo él muy castizo y muy madrileño, además de obsesionado -como todos los suyos- por las leyendas patrias. Se le conoce (no mucho, a decir verdad) por ser el autor del drama Los amantes de Teruel, recreación de la leyenda del mismo nombre y también por el atrevimiento de corregir a Cervantes en una edición del Quijote que anotó para la editorial barcelonesa Montaner y Simón. Mas, como se verá, gustaba a veces de entregarse a otros entretenimientos, por fortuna. Y discúlpeme el respetable por habérseme aferrado al estilo de este jueves otoñal esta pomposidad tan romántica, producto de la dicha convivencia y de la escritura de una escena que trascurre íntegra en el cementerio de un convento, en 1835 y entre seis amigos que todos hablan desta manera.
Y ahora, el poema:
LOS VIAJES
Juan Eugenio Hartzenbush
(1806-1880)
Un pescador, vecino de Bilbao,
cogió, yo no sé dónde, un bacalao.
-¿Qué vas a hacer conmigo?
(el pez le preguntó con voz llorosa).
Él respondió: -Te llevaré a mi esposa;
ella, con pulcritud y ligereza,
te cortará del cuerpo la cabeza;
negociaré después con un amigo
y si me da por ti maravedises
irás con él a recorrer países.
-¡Sin cabeza! ¡Ay de mí! (gritó el pescado)
y replicó discreto el vascongado:
-¿Por esa pequeñez te desazonas?
Pues hoy viajan así muchas personas.
* Por Dios que la instantánea es tan romántica como el bacalao de Hartzenbusch.
2 comentarios:
Creo que existen pocos poemas que hagan reír y que al tiempo tengan razón.
He aquí una muestra =)
Saludos
Gran descubrimiento no cabe duda...
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