Amados detractores,
siento no daros gusto
tampoco en este año.
A pesar del puñal
y la bajeza
en que tanto empeñáis
vuestros esfuerzos,
soy (con perdón) feliz.
Incluso más que antes.
Incluso más que nunca
(de veras que lamento
no poder contentaros
este año tampoco).
Sin embargo, alegraos:
tengo fe inquebrantable
en un futuro incierto todavía
en que conseguiréis
todos vuestros propósitos.
Al cabo, ha de ocurrir:
Todo feliz se apaga.
La dicha se consume.
La sonrisa se mustia.
La desgracia renace.
La muerte siempre acecha
(también para vosotros).
La tragedia se impone.
La catástrofe llega
por lejos que se encuentre.
De modo que, estimadas
personas que me odiáis
con todas vuestras fuerzas,
haced como hago yo:
no perdáis la esperanza.
Más temprano que tarde
(o tal vez no)
me veréis consumida.
Más temprano que tarde
(o tal vez no)
haréis conmigo astillas.
Más temprano que tarde
(o tal vez no)
podréis pisar mi tumba.
O tal vez no.
Acaso os sobreviva.