31 de diciembre de 2012

Deseo de año nuevo para mis detractores amados

 
Amados detractores,
siento no daros gusto
tampoco en este año.
A pesar del puñal
y la bajeza
en que tanto empeñáis
vuestros esfuerzos,
soy (con perdón) feliz.
Incluso más que antes.
Incluso más que nunca
(de veras que lamento
no poder contentaros
este año tampoco).

Sin embargo, alegraos:
tengo fe inquebrantable
en un futuro incierto todavía
en que conseguiréis
todos vuestros propósitos.
Al cabo, ha de ocurrir:
Todo feliz se apaga.
La dicha se consume.
La sonrisa se mustia.
La desgracia renace.
La muerte siempre acecha
(también para vosotros).
La tragedia se impone.
La catástrofe llega
por lejos que se encuentre.

De modo que, estimadas
personas que me odiáis
con todas vuestras fuerzas,
haced como hago yo:
no perdáis la esperanza.
Más temprano que tarde
(o tal vez no)
me veréis consumida.
Más temprano que tarde
(o tal vez no)
haréis conmigo astillas.
Más temprano que tarde
(o tal vez no)
podréis pisar mi tumba.

O tal vez no.
Acaso os sobreviva.

30 de diciembre de 2012

Charles, le amo


Amado Charles Dickens: antes de que termine este año en que hemos conmemorado con reediciones y relecturas los 200 años de su nacimiento, permítame la osadía de hacerle saber en cinco puntos por qué le amo:

1. Porque sus personajes nunca son lo que parecen ser. Incluso a los ojos de alguien que aspira a emularle y que estudia los seres de ficción con meticulosidad de aprendiz ávido, siempre deparan grandes sorpresas. El estricto es corrupto. El malvado es un alma pura. La loca es una previsora meticulosa. El estafador es un rico heredero de incógnito. Es estupendo.

2. Porque en todas sus novelas hay ideas que quisiera robarle. La novia detenida para siempre a medio vestirse de Grandes Esperanzas. El secretario que es en realidad el propietario de todo de Nuestro común amigo. La aburrida señora de Bleak House mirando siempre por la ventana a la espera de algo emocionante... Hay muchos más.

3. Porque usted me permite conservar, a pesar de todo, la esperanza. Cree en la bondad y la pureza. Cree que el amor lo puede todo. Aboga por causas perdidas. Lucha por hacernos creer incluso aquello en lo que usted mismo ha dejado de creer hace tiempo.

4. Porque influyó usted en algunos de los escritores que más admiro, como Galdós, Pío Baroja o John Irving, tan dickensianos ellos, y porque su vida ha dado lugar a biografías que son casi tan interesantes como sus novelas, como la de Peter Ackroyd.

5. Porque siempre amé más a Wilkie Collins, su buen amigo. A su lado, usted me parecía un ser gris y falto de chispa. He podido reparar mi error, aunque sigo creyendo que Collins era el más talentoso de los dos, a pesar de que no le acompañaran su fama ni su fortuna.

28 de diciembre de 2012

Júbilo y podredumbre


Planté unos bulbos feos en un tiesto
y después de unos días de activa indiferencia
brotaron unos tallos rectos y convencidos, 
segurísimos. 

Me preparaba para la verdad
del desengaño atroz: que no existiera
nada de lo que estaba contemplando.
Tampoco ellas,
las flores rosas que llegaron luego
soberbias como ninfas.

Pero era cierto. Allí estaban las flores.
Hubo nieve la tarde de nuestra bienvenida.
Era nuestro el lugar. Y verdadero.
Una casa donde esperar milagros.
También la podredumbre será auténtica
cuando cruce el umbral para quedarse.
No olvides la derrota que te acecha
mientras cantas a gritos tu victoria.

25 de diciembre de 2012

24 de diciembre de 2012

23 de diciembre de 2012

Objetos perdidos (Micros del fin del mundo)


Un anillo de oro en forma de serpiente enrollada, con dos esmeraldas por ojos. Lo perdí a los dieciocho años. Me lo regaló alguien especial, para celebrar mi llegada a la Universidad. Alguien a quien le importaba que ya fuera Universitaria. Lo busqué durante años, por todas partes. Sobre todo, lo busqué en los resquicios de un viejo escritorio, porque estaba convencida de que allí lo había visto por última vez. Cuando mandé restaurar el mueble tenía treinta y cinco años y lo primero que le dije al artesano fue: Si al desmontarlo encuentra un anillo de oro en forma de serpiente, avíseme enseguida.

Anoche soñé con mi anillo perdido. Por la mañana, al despertar, lo encontré sobre la mesita de noche. Mientras escribo esto, en anillo brilla en el anular de mi mano derecha. Está como nuevo, como recién pulido. Las esmeraldas brillan como si pudieran entenderme.

Sobre la mesa tengo otros objetos: Una muñeca Nancy vestida de azafata de Iberia (uniforme de los años 70). Un pendiente de bisutería que fue de mi abuela, verde, en forma de lágrima. Una edición de La dama de blanco en dos tomos, ajada y amarillenta. Un chal de lana de alpaca, de color violáceo. Catorce guantes de piel (todos negros, abundan los de la mano izquierda). Siete paraguas (cuatro de ellos, plegables; tres de ellos, de color naranja). Dos pares de gafas de sol (de marca). Una pluma estilográfica marca Omas. Y varias cosas más, que perdí para siempre en algún momento de mi vida.

Observo todos estos objetos, que han aparecido de pronto en mi vestíbulo, como si la marea del tiempo los hubiera arrastrado hasta mí. Tienen un significado. Es éste: ahora somos lo mismo.
Nadie va a venir a buscarnos.

22 de diciembre de 2012

Terminar es difícil


El juez dictaminó que la muerte se había producido poco después de la medianoche del 22 de diciembre de 2012. La causa era evidente, pero la escribió de todos modos, con su letra ilegible: Asfixia (producida por ahorcamiento). Junto al cuerpo del suicida se encontró una nota que rezaba:

No soporto que las cosas no terminen cuando deben.

21 de diciembre de 2012

El reflejo del alma


A las nueve de la mañana del jueves detecté que me había salido un granito en la piel del cuello, cerca de la clavícula. A las dos de la tarde el zarpullido me cubría de la barbilla a las tetas. Por la tarde avanzó hacia el ombligo. Aquella noche avazó rápido. Las piernas, la espalda, las plantas de los pies... El viernes me levanté transformada por completo. Un monstruo purulento.
Llamé al dermatólogo. A varios de ellos. Ninguno podía darme hora para antes de un mes. Resolví encerrarme en casa. Después de descolgar, uno por uno, todos los espejos.

No me di cuenta de que las calles estaban desiertas hasta que sonaron las alarmas de las viviendas. Todas al mismo tiempo. Algunos vecinos asomaron las tímidas cabezas a las ventanas.

Sentí asco sólo de ver sus rostros. Estaban cubiertos de granos purulentos.
En el contenedor de la esquina, apilados, descubrí todos los espejos del barrio.

20 de diciembre de 2012

Biofilia (Micros del fin del mundo)


Como cada domingo, pasé la mañana en el jardín. Amontoné las hojas otoñales, podé el rosal, admiradé la buganvilla. Fue al ir a aplicar al limonero el tratamiento antiminadores de cítricos cuando reparé en que el fumigador estaba vacío. Me quité los guantes de jardinería y antes de salir lancé un último vistazo. Creo que fue una mirada de orgullo, porque las plantas no habían estado nunca tan frondosas, tan brillantes, tan perfumadas. Ni yo había tenido nunca ningún talento para la jardinería antes de mudarme aquí.

El centro de jardinería estaba cerca. No tardé ni cinco minutos.
Cuando regresé, encontré mi casa bajo una maraña de gruesas raíces, ramas superpobladas y hojas de un brillo amenazador. Tan espesa era la capa vegetal que no logré abrirme camino hacia la puerta.
"Así había de ser, tarde o temprano, me dije. Lo vegetal siempre espera un descuido nuestro para avanzar".
Y me marché con lo puesto.

19 de diciembre de 2012

I'ts a small world after all (Microcuento del Fin del mundo)


Los niños esperan para entrar. Esta es la única atracción del parque donde la cola avanza deprisa. Una barquita para ocho personas, un recorrido absurdo, muñecas cantarinas vestidas con trajes típicos de todas las regiones del mundo. It's a world of laughter, a world or tears / its a world of hopes, its a world of fear / theres so much that we share... Y lo único que tú tienes ganas de compartir es tu asco. Tu asco hacia todas estas estúpidas personas que, como tú, esperan su turno. Y al cabo, ¿para qué? ¿Para dar vueltas en una barquita viendo unas odiosas muñecas cantarinas?

De pronto, llega Mickey Mouse. El que faltaba, piensas. Los niños  salen de la cola y corren a abrazarle. Quieren que les hagas una foto con Mickey. Mickey Mouse abre la boca. Parece que  también va a cantar la maldita canción. Pero en lugar de decir It's a small world after all dice Diabolus missit me et consumatum est. Entonces saca la metralleta que llevaba escondida en el calzón rojo y comienza a disparar.

No te habías dado cuenta: la canción lleva un rato sin sonar.

18 de diciembre de 2012

Síntomas (Microcuento del Fin del Mundo)


A los niños les han dicho en el cole que deben estar contentos, porque nunca más tendrán deberes. El banco nos ha perdonado la hipoteca sin dar ninguna explicación. En ninguna librería he podido encontrar una novela que tenga menos de mil páginas. Nadie tiene ganas de sexo, sólo un deseo atávico, anterior a todo, de esconderse bajo tierra.
Quienes tienen jardín, esta mañana han empezado a cavar.





17 de diciembre de 2012

16 de diciembre de 2012

Por fin. La cubierta


Esta es, navegantes, la cubierta de mi nueva criatura. 
Ha dado mucho trabajo. Me gustaría saber qué os parece.

15 de diciembre de 2012

Flor alienígena


Me dije el primer día:
Pues bien, tengo diez años
antes de detestarte
o que me odies;
antes de que el vacío
mortal del mismo tedio
de otras veces
se instale entre nosotros,
antes que nos miremos
una noche a los ojos
y no nos quede nada
que decirnos.

Han pasado diez años
y dos de añadidura
y aquí no llega nadie
de los que yo esperaba.
Las cosas son distintas
esta vez. Por qué razón,
no alcanzo a comprenderlo.

El amor es contigo
como una de esas flores
que crecen a la sombra
en el jardín de nuestra casa nueva:
tan hermoso y tan raro
que parece alienígena;
un espejismo hermoso
que miro boquieabierta,
sin creerlo del todo.



14 de diciembre de 2012

15 segundos


Una vez le preguntaron a Patricia Highsmith cuánto descansaba entre novela y novela. Respondió: "15 segundos". 

Una documentación es un proceso de selección: encuentras y descartas. Escoges. Escoger es agotador. A veces, guardas un asunto para otra ocasión, más adelante. A veces ese asunto está guardado durante años, sin manifestarse, sin dar señales de vida. Hay asuntos muy dóciles, que esperan durante décadas. Otras, el asunto que guardaste pide a gritos salir. Te ordena que le prestes atención y tú acatas sus órdenes, dócil.

Natalia Ginzburg decía que la escritura es un amo. Un amo durísimo que no te deja respirar. Añado: un amo al que obedeces con gusto.

Nunca me había ocurrido. Acaban de llegarme las pruebas de mi próxima novela. Me miran, mudas, desde la mesa de la cocina. Tengo 17 días para corregirlas. Es decir, el proceso aún no está cerrado. Aún debo leer la novela recién terminada unas 3 o 4 veces más, hasta comenzar a aborrecerla. Aún me estoy despidiendo de ella. Pero ya estoy pensando en la siguiente. No tengo ni idea de por qué me ocurre esto. No necesito descansar, sino comenzar de nuevo. Creo que la semana que viene me lanzaré a una investigación que resolverá algunas incógnitas. Tal vez en unos pocos meses esté escribiendo de nuevo. Tal vez antes. Es maravilloso pensarlo. Lo mejor de una novela es pensarla. Esa fase en que aún todo es posible. Los 15 segundos de la vieja y sabia Patricia Highsmith.

* La imagen: Café con ideas en Madrid.



13 de diciembre de 2012

Voilà!: Tras las puertas cerradas.


He aquí Habitaciones cerradas en francés, recién salida del horno.
La traducción es de Roland Faye.

12 de diciembre de 2012

Cita a las doce y dos

Dubto que cap viatge
pugui ser res que el viatger no sigui
abans de començar-lo.

Joan Margarit
Es perd el senyal

10 de diciembre de 2012

Supermami de diciembre