26 de octubre de 2006

7.000 escogidos

Cada vez que compro un libro usado tengo la impresión de que lo salvo de algo. Como si lo adoptara: lo rescato del hábitat polvoriento que son ciertas librerías de lance y lo incorporo al limbo de los escogidos. Es decir, mi biblioteca.
No es que mi biblioteca sea un grupo muy pequeño —ya forman parte de él unos siete mil individuos y no es improbable que antes de mi muerte se incorporen un par de miles más— pero sí es exclusivo. Su exclusividad deriva de lo difícil que resulta entrar en él.
De hecho, las únicas que tienen la entrada garantizada son determinadas ediciones de hace algunos años por las que reconozco sentir gran debilidad. La colección de la editorial Destino «Ancora y Delfín», por ejemplo, pero sólo en su primera época, cuando aún no habían sustituido la delicada tela azul de la cubierta por aquella especie de plástico negro infumable. O las ediciones de Barral, con sus delfines haciendo cabriolas en el lomo. No escondo que también sufro la patología común a tantos otros bibliómanos: las primeras ediciones. Tengo algunas, y casi dos docenas enriquecidas con la firma de sus autores —Saramago, Arreola, Sábato, Noteboom, Atwood, Cela, Pereira...—; Algunas han recorrido medio mundo antes de llegar al amparo de mis anaqueles —un Carpentier que cruzó el Atlántico, un García Márquez que descubrí en los almacenes de un famoso librero porteño—.
Y hay pequeños tesoros esquivos que tal vez nunca consiga, pese a los muchos años que llevo codiciándolos.
He aquí el libro por el cual vendería mi alma al Diablo: los dos tomos —editados en 1884 y 1885, respectivamente— encuadernados en tela, con ilustraciones de Joan Llimona y grabados de Gómez Polo, de La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín. Sólo tengo localizados tres juegos en España —en Barcelona, Madrid y Toledo—, y el más barato cuesta mil euros. El más caro, más del doble. «Algun día», me digo con una cierta lujuria, pensando en los 25 años de hipoteca, «algun día serás mío».

9 comentarios:

Anónimo dijo...

una curiosidad:qué libros tienes de Onetti?

Clara dijo...

No me creo que tengas 7.000 libros. Supongo que no los habrás contado. Inspirada por tu entrada he contado los míos y me han salido 870, diccionarios incluidos. Y te puedo assegurar que no son ni primeras ediciones ni libros caros, más bien al contrario, y que además, apenas me caben. Así que se me hace difícil creer que alguien pueda tener 7.000, i de los caros además. Supongo que tienes una casa muy grande...

Anónimo dijo...

O muchas cajas, o habilidad psico-espacial.

No he contado mis libros, seguro no llegan a 7.000. He contado lo que no son libros. Las migas, el polvo -la mierda, vaya- distribuyéndose a su antojo sobrepasan los millones.

Un hogar es parecido a un puzzle, a una cabina de teléfonos y al lavabo de un avión: cabe más de lo que creemos, el objetivo es introducir una forma en un espacio.

El detective amaestrado dijo...

Una biblioteca dice mas de nosotros mismos que el mas pulido de los espejos...El tamaño no es lo mas importante...

Clara dijo...

Creo que me pasé con la entrada anterior. Claro que me lo creo. Pero, quiero decir, 7000 me parece una barbaridad. Ni en la biblioteca de mi pueblo los tienen.

Anónimo dijo...

mammam mia, 7.000 libros, y yo me consideraba un enfermo. Acabas de darme el alta en el club. ¿Pero donde los metes? Yo llevo años con una politica de ahorro espacial.

Anónimo dijo...

A mí no me parece en absoluto una barbaridad, lo único que llega un momento en que te planteas la calidad del libro antes de incorporarlo a tu espacio. Y es que ya no cabe todo. Yo voy por los tres mil y tengo dificultades de espacio. Cada año tengo que moverlos para hacer un poco de sitio. Afortunadamente el orden alfabético- no el libro del Millás- ayuda mucho. En cuanto a lo de las primeras ediciones me da mucha envidia. Yo tengo algunos de 1800 y me considero un privilegiado.
Saludos.

Care dijo...

Clara: son 7.000, pero no todos caros.

Anónimo dijo...

No leí el artículo hasta la edición impresa de Capgròs. La idea me parece muy buena; incluso como relato. Enhorabuena y suerte con la hipoteca.
Por lo que hace a los libros, yo también tengo mi rincón y mis preferidos pero creo que antes que la biblioteca se coma el espacio es bueno saber deshacerse de ellos, como los hijos que forman una nueva família sin significar romper el vínculo. Seguro que muchos de esos libros pueden ser nuevos tesoros para gente que lo necesita y no llega a ellos. Y como extremo, siempre se puede juntar el fondo de varios amigos y crear una biblioteca popular.
En una sociedad de consumo, qué mejor solución que reutilizar.