El viernes pasado, después de una sesión de firmas tranquila -jalonada de varios hijos de todas las edades en busca de un regalo para su progenitora en el día de la madre, que fue ayer-, el responsable de librería de El Corte Inglés de Murcia nos entregó a Nativel y a mí el libro de firmas de la casa para que estampáramos en él nuestra impronta. Lo hicimos, tan dóciles y avenidas como estamos en todo desde el 12 de abril pasado y hasta, por lo menos, el 16 de junio próximo.
Después de firmar, con nuestros respectivos parabienes para el centro comercial y sus representantes, nos entretuvimos en leer las firmas de quienes nos precedieron y en leer las palabras con las que acompañaron sus rubricas.
Los había muy escuetos, casi insulsos, como Juan José Millás, que apenas añadía un breve "con afecto" a su firma. También los había muy generosos, como Francisco Ibáñez, que en las dos ocasiones dibujó a un Mortadelo (uno de ellas en pañales y con chupete), con "bocadillo" incluido. En el primero decía:
Como MacArthur, dije volveré, y he vuelto.
Lo más interesante fue que el libro, un volumen muy grueso, comenzaba en 1974. Las primeras firmas no eran legibles y no había ninguna anotación que aclarara a quienes pertenecían, como sí las había más adelante, de modo que aunque intenté recabar el dato pensando en vosotros, navegantes de este lugar, no me fue posible.
Una de las que primero permitían identificar al firmante correspondía a José María Gironella, estampada el 5 de diciembre de 1974, y en la que el autor dedicaba palabras de elogio a El Corte Inglés, al que llamaba "una familia disfrazada de comercio".
De la misma época las había de Santiago Carrillo, Vizcaíno Casas (dos), Juan Benet -"el único día en que he estado en El Corte Inglés y no he sacado la tarjeta", leí-, Vázquez Figueroa. Las de Vizcaíno Casas eran de las mejores: una caricatura de perfil hecha por él mismo y este cuarteto:
Como enseguida tú ves
es este un muchacho fino
que se llama Vizcaíno
y firma en El Corte Inglés
Llevaba fecha de noviembre de 1978, un periodo que coincide con lo más alto de su éxito (y lo más sonado de sus firmas, que aún son recordadas con añoranza por los más veteranos de los grandes almacenes).
El libro continuaba, a través de Cristóbal Zaragoza, Vallejo-Nájera, Forges -una de sus populares cabezas coronada por un libro abierto-, Gutiérrez Mellado, Néstor Luján -"el Corte Inglés de Barcelona es como mi casa", decía-... y así hasta, poco a poco, irse poniendo contemporáneo: Sánchez Dragó, a modo de nexo temporal (u hombre atemporal) aparece por lo menos una docena de veces. En ocasiones, demostrando un espíritu más bien romántico: "la ciudad que más conserva el alma de nardo del árabe español", dice en una ocasión, en referencia a Murcia. Luego, casi bromea por su insistencia: "Al Corte Inglés, por enésima vez...".
Espido Freire, Juan Manuel de Prada, Fernando Schwartz, Ángeles Caso... Pensaba yo que la deuda de gratitud que la literatura española tiene con El Corte Inglés se ve en ese libro más que en ninguna otra parte.
Pero la mejor dedicatoria, sin duda, la más memorable de todas, la que deja huella y he dejado para el final a propósito con el fin de deleitaros, navegantes, ya que tenéis la paciencia de leerme, es la primera de las dos de Matile Asensi. Corresponde al 28 de octubre de 2000. Tal vez con la precipitación del momento, quién sabe si entre firma y firma de un ejemplar de "El salón de ámbar", Asensi traza una letra capitular grande como un tábano, firme y rubicunda, que de ningún modo pasará inadvertida a cualquier curioso que, como yo, tenga ocasión de leerla. Aunque para quedarse boquiabierto no es necesario pasar del inicio. Bastan las seis primeras palabras:
A sido una tarde francamente grata...
Sugerencia: tal vez, en lugar de otro detalle de cortesía, El Corte Inglés debería comenzar a regalar a los autores que firman en su departamento de librería una ortografía de la lengua castellana. En ese caso, la deuda de la literatura española con la enorme cadena comercial ya sería impagable.
Post-scriptum: Lástima no haber tomado ninguna foto. De todos modos, no creo que le importe al responsable de librería de El Corte Inglés de Murcia mostrar el tesoro del libro a quien necesite verlo para creerlo.
2 comentarios:
¡Ay! ¡Qué bueno! (Digo, "hay").
No pensemos mal, seguro que la pobre pensó en poner "A El Corte Inglés que tanto me ha dado..." y luego, se le fue la cabeza y decidió cambiar la frase. ¡Y se le escapó la hache!
¿Ves como es divertido andar firmando por esos mundos de Dios?... ¡La de cosas curiosas que puedes llegar a ver!
Por cierto, que el libro de firmas es un perfecto y breve resumen de los últimos 30 años de literatura española. Nada de lo que dirán los libros de texto, sino de lo que han sido los números de ventas. Todo un documento histórico.
Qué bueno. En todos los sentidos.
dios no existe
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