27 de julio de 2007
Cerrado por vacaciones hasta el 27 de agosto
¿Apreciáis cuál es el enorme defecto de esta foto?
En efecto, agudos navegantes: Falto yo. Aunque por poco tiempo.
Este blog, amigos, amigas, permanecerá cerrado hasta fines de agosto. Volveré con mucho que contar después de pasar por un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, por Islandia y (espero) por Groenlandia.
Para entreteneros las horas, os dejo en Gazpacho un cuento de fantasmas en 7 entregas, COMUNICACIÓN, que estos días saldrá publicado en los diarios del Grupo Joly.
Y para los que siempre pensáis en lo que vendrá después, en Wan-Tun encontraréis un avance de la siguiente jugada.
26 de julio de 2007
Instancia
Yo, Care Santos Torres, mayor de edad, con DNI talycual, residente en Mataró
EXPONGO
Que no hace ni diez minutos he estado a punto de caerme por las escaleras de mi casa, lo cual me ha llevado, de pronto, a reflexionar sobre la conciencia de la cuenta atrás, que te alcanza sin previo aviso mientras estás a tus cosas.
Que, una vez hecho el pertinente análisis, declaro tener mucho quehacer pendiente.
Que, tras un somero cálculo, estimo en veinte años el tiempo necesario para dejarlo todo convenientemente resuelto. Mejor si son veinticinco. Eternamente agradecida si se me conceden treinta. Más, sería un despilfarro.
Según lo cual
SOLICITO
Una prórroga de, al menos, veinte años (7.300 días, 175.200 horas, aproximadamente diez millones y medio de segundos) que invertiré en terminar las tareas pendientes y saldar mis deudas (las económicas y las otras).
Y para que así conste, lo firmo en Mataró en el año 2007, dos días antes de marcharme de vacaciones.
25 de julio de 2007
Nómadas y sedentarios
Dice Walter Benjamin al hilo de la obra de Nikolai Leskov que existen dos clases de escritores: los viajeros y los sedentarios. Los primeros viajan primero y cuentan después; entroncan con la tradición oral del viejo contador de historias que experimentó en carne propia. Necesitan a sus oyentes para existir, de modo que cuidan mucho la seducción que ejercen sobre ellos.
Los segundos meditan, reflexionan y no necesitan ir sino a la esquina para estar convencidos de que tienen algo que decir. Quién hay al otro lado no importa en absoluto, ya que ellos no necesitan a nadie ni de nadie para seguir existiendo. Su introspección es autógafa. Y es en esa autofagia donde radica su fuerza.
Kafka, Conrad, Melville, Turguéniev, Balzac, Flaubert, Faulkner, Dostoyevski... Si no fuera tan fácil saber a cuál de los dos grupos pertenece cada uno podríamos considerar que este entretenimiento es un juego.
Claro que están también los inclasificables, los que beben de las dos tradiciones: el propio Leskov que inspitó a Benjamin en su reflexión, Borges, Cervantes, Virgilio...
Walter Benjamin afirmar que la novela del XIX terminó para siempre con el gusto por seducir de la narración oral.
No hace tantos días se hablaba de seducción en el Congreso Atlas Literario Español, en Sevilla. También allí había dos grupos de narradores bien diferenciados, que tal vez se habrían identificado con esta clasificación de Benjamin.
Colofón: ¿No existirán también dos grupos de personas: las viajeras que vuelven para contarlo y las sedentarias que nunca parten y nunca regresan?
Los segundos meditan, reflexionan y no necesitan ir sino a la esquina para estar convencidos de que tienen algo que decir. Quién hay al otro lado no importa en absoluto, ya que ellos no necesitan a nadie ni de nadie para seguir existiendo. Su introspección es autógafa. Y es en esa autofagia donde radica su fuerza.
Kafka, Conrad, Melville, Turguéniev, Balzac, Flaubert, Faulkner, Dostoyevski... Si no fuera tan fácil saber a cuál de los dos grupos pertenece cada uno podríamos considerar que este entretenimiento es un juego.
Claro que están también los inclasificables, los que beben de las dos tradiciones: el propio Leskov que inspitó a Benjamin en su reflexión, Borges, Cervantes, Virgilio...
Walter Benjamin afirmar que la novela del XIX terminó para siempre con el gusto por seducir de la narración oral.
No hace tantos días se hablaba de seducción en el Congreso Atlas Literario Español, en Sevilla. También allí había dos grupos de narradores bien diferenciados, que tal vez se habrían identificado con esta clasificación de Benjamin.
Colofón: ¿No existirán también dos grupos de personas: las viajeras que vuelven para contarlo y las sedentarias que nunca parten y nunca regresan?
24 de julio de 2007
Refutación de la barbarie
Montaige: Cada cual llama barbarie a lo que no forma parte de sus costumbres
Barbarie: Rusticidad. Falta de cultura.
Costumbre: Modo habitual de obrar establecido por tradición o por repetición.
Cultura: Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre, como la lectura.
Lectura: Acción de leer.
Leer: Comprender o interpretar un texto.
Comprender: Abrazar, ceñir, rodear por todas partes una cosa, alcanzar, encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro.
Abrazar: Estrechar entre los brazos en señal de cariño.
Ergo, como se deduce de la lectura atenta y acostumbrada del diccionario, leer fulmina la barbarie.
Barbarie: Rusticidad. Falta de cultura.
Costumbre: Modo habitual de obrar establecido por tradición o por repetición.
Cultura: Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre, como la lectura.
Lectura: Acción de leer.
Leer: Comprender o interpretar un texto.
Comprender: Abrazar, ceñir, rodear por todas partes una cosa, alcanzar, encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro.
Abrazar: Estrechar entre los brazos en señal de cariño.
Ergo, como se deduce de la lectura atenta y acostumbrada del diccionario, leer fulmina la barbarie.
23 de julio de 2007
Existir
En Bailando sobre la tumba, una de mis lecturas para este verano, afirma su autor, el antropólogo Nigel Barley:
«No es preciso haber existido para que a uno le lloren».
No es preciso existir para ser amado. De niña, solía enamorarme de los personajes de ficción. Miguel Strogoff, qué gran mito erótico de mi juventud. Muchos años después volví a enamorarme de algún hombre ficticio, pero ni yo era ya la cándida preadolescente que sale indemne de todas las pasiones ni él —me temo— tenía el porte ni los bigotes del correo del zar.
¿Existo porque amo? ¿Amo para existir? ¿Me aman lo suficiente para lograr mi existencia?
Colofón: Vivimos 150 años. 80 nos los permite la biología. Los otros 70 nos los otorga el recuerdo que dejamos en nuestros sucesores.
«No es preciso haber existido para que a uno le lloren».
No es preciso existir para ser amado. De niña, solía enamorarme de los personajes de ficción. Miguel Strogoff, qué gran mito erótico de mi juventud. Muchos años después volví a enamorarme de algún hombre ficticio, pero ni yo era ya la cándida preadolescente que sale indemne de todas las pasiones ni él —me temo— tenía el porte ni los bigotes del correo del zar.
¿Existo porque amo? ¿Amo para existir? ¿Me aman lo suficiente para lograr mi existencia?
Colofón: Vivimos 150 años. 80 nos los permite la biología. Los otros 70 nos los otorga el recuerdo que dejamos en nuestros sucesores.
20 de julio de 2007
El jueves secuestrado
Malpensados: son Tom Cruise y Katie Holmes, ¿o es que no se nota?
La noticia tal y como la ha publicado El Periodico de Catalunya está aquí y no tiene desperdicio.
19 de julio de 2007
El filo de la hierba, de Harkaitz Cano
A veces los fragmentos superan en belleza a la totalidad: también las casas vacías son con frecuencia más sugerentes que las habitadas y los cuadros de Turner inacabados son más hermosos que los clausurados con la última pincelada; el mismísimo Guernica de Picasso emanaba muchísima más fuerza antes de ser acabado. Nada puede superar la fuerza de una obra de arte abierta. No existe obra cerrada que supere a una obra de arte dejada a medias. La libertad, finalmente montada, ensamblada y atornillada, puede convertirse en algo francamente irritante.
Roca Editorial, 2007
Roca Editorial, 2007
18 de julio de 2007
Forum del Fnac, L'Illa, Barcelona, hace una semana
17 de julio de 2007
Gemelas
Hace algunas semanas me ocurrió algo muy raro. Fue en un avión, una azafata a quien yo no había pedido nada se me acercó de pronto y me preguntó si por casualidad tengo una hermana gemela. Le dije que no, claro. Entonces me soltó:
—Perdona, pero es que conozco a una chica que es exactamente igual que tú. Sois como dos gotas de agua.
No en vano el doble es uno de los grandes temas de la literatura. Es fascinante. Todos hemos pensado alguna vez en este calco de nosotros mismos que, dicen, pulula por el mundo, como si tuviera algún sentido que la mitad del planeta fuera la imagen especular de la otra mitad.
En una de mis pesadillas más recurrentes regreso a casa después de un viaje o de una cena y me encuentro con la doble, la usurpadora. Duerme en mi cama, gasta mi champú, se sienta frente a mi ordenador, se come mis pipas y contesta al teléfono cada vez que preguntan por mí. Lo hace con la naturalidad con la que hacen las cosas los monstruos.
Leo en la prensa que una adolescente colombiana de catorce años salió a almorzar con sus padres a un restaurante y en el lavabo tropezó cara a cara con su pesadilla. la muchacha que se lavaba las manos en la pila era calcada a ella. Calcada. Cromosoma a cromosoma.
La solución al enigma es como de serie sin presupusto para el argumentalista: el padre de la primera de las dos chicas es un médico que, hace catorce años, atendió el parto doble de una adolescente. Una de las niñas se dio en adopción de manera legal. A la otra se la llevó a casa a escondidas. En el certificado, firmado por él, afirmó que sólo había nacido una. Por lo visto no tuvo en cuenta que antes o después todos terminamos recibiendo noticias de nuestro doble.
A modo de conclusión y ahora que lo pienso: mi pesadilla ya no me parece tan terrible. La próxima vez que tropiece con mi doble, le daré trabajo. Puede ayudarme con los montones de ropa que siempre tengo por planchar o llevar a los niños a la piscina o preparar algo de comer. Puede que la repostería se le dé mejor que a mí. Y tal vez ella sí sepa coser.
Qué coño, formaremos un gran equipo.
—Perdona, pero es que conozco a una chica que es exactamente igual que tú. Sois como dos gotas de agua.
No en vano el doble es uno de los grandes temas de la literatura. Es fascinante. Todos hemos pensado alguna vez en este calco de nosotros mismos que, dicen, pulula por el mundo, como si tuviera algún sentido que la mitad del planeta fuera la imagen especular de la otra mitad.
En una de mis pesadillas más recurrentes regreso a casa después de un viaje o de una cena y me encuentro con la doble, la usurpadora. Duerme en mi cama, gasta mi champú, se sienta frente a mi ordenador, se come mis pipas y contesta al teléfono cada vez que preguntan por mí. Lo hace con la naturalidad con la que hacen las cosas los monstruos.
Leo en la prensa que una adolescente colombiana de catorce años salió a almorzar con sus padres a un restaurante y en el lavabo tropezó cara a cara con su pesadilla. la muchacha que se lavaba las manos en la pila era calcada a ella. Calcada. Cromosoma a cromosoma.
La solución al enigma es como de serie sin presupusto para el argumentalista: el padre de la primera de las dos chicas es un médico que, hace catorce años, atendió el parto doble de una adolescente. Una de las niñas se dio en adopción de manera legal. A la otra se la llevó a casa a escondidas. En el certificado, firmado por él, afirmó que sólo había nacido una. Por lo visto no tuvo en cuenta que antes o después todos terminamos recibiendo noticias de nuestro doble.
A modo de conclusión y ahora que lo pienso: mi pesadilla ya no me parece tan terrible. La próxima vez que tropiece con mi doble, le daré trabajo. Puede ayudarme con los montones de ropa que siempre tengo por planchar o llevar a los niños a la piscina o preparar algo de comer. Puede que la repostería se le dé mejor que a mí. Y tal vez ella sí sepa coser.
Qué coño, formaremos un gran equipo.
16 de julio de 2007
George Orwell: Por qué escribo
Dejando aparte la necesidad de ganarse la vida, creo que hay cuatro grandes motivos para escribir, por lo menos para escribir prosa. Existen en diverso grado en cada escritor, y concretamente en cada uno de ellos varían las proporciones de vez en cuando, según el ambiente en que vive. Son estos motivos:
1. El egoísmo agudo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después de la muerte, resarcirse de los mayores que lo despreciaron a uno en la infancia, etc., etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran importancia. Los escritores comparten esta característica con los científicos, artistas, políticos, abogados, militares, negociantes de gran éxito, o sea con la capa superior de la humanidad. La gran masa de los seres humanos no es intensamente egoísta.
Después de los treinta años de edad abandonan la ambición individual -muchos casi pierden incluso la impresión de ser individuos y viven principalmente para otros, o sencillamente los ahoga el trabajo. Pero también está la minoría de los bien dotados, los voluntariosos decididos a vivir su propia vida hasta el final, y los escritores pertenecen a esta clase. Habría que decir los escritores serios, que suelen ser más vanos y egoístas que los periodistas, aunque menos interesados por el dinero.
2. Entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo externo o, por otra parte. en las palabras y su acertada combinación. Placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de compartir una experiencia que uno cree valiosa y que no debería perderse. El motivo estético es muy débil en muchísimos escritores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de texto tendrá palabras y frases mimadas que le atraerán por razones no utilitarias; o puede darle especial importancia a la tipografía, la anchura de los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima del nivel de una guía de ferrocarriles estará completamente libre de consideraciones estéticas.
3. Impulso histórico. Deseo de ver las cosas como son para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la posteridad.
4. Propósito político, y empleo la palabra "político" en el sentido más amplio posible. Deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política.
1. El egoísmo agudo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después de la muerte, resarcirse de los mayores que lo despreciaron a uno en la infancia, etc., etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran importancia. Los escritores comparten esta característica con los científicos, artistas, políticos, abogados, militares, negociantes de gran éxito, o sea con la capa superior de la humanidad. La gran masa de los seres humanos no es intensamente egoísta.
Después de los treinta años de edad abandonan la ambición individual -muchos casi pierden incluso la impresión de ser individuos y viven principalmente para otros, o sencillamente los ahoga el trabajo. Pero también está la minoría de los bien dotados, los voluntariosos decididos a vivir su propia vida hasta el final, y los escritores pertenecen a esta clase. Habría que decir los escritores serios, que suelen ser más vanos y egoístas que los periodistas, aunque menos interesados por el dinero.
2. Entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo externo o, por otra parte. en las palabras y su acertada combinación. Placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de compartir una experiencia que uno cree valiosa y que no debería perderse. El motivo estético es muy débil en muchísimos escritores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de texto tendrá palabras y frases mimadas que le atraerán por razones no utilitarias; o puede darle especial importancia a la tipografía, la anchura de los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima del nivel de una guía de ferrocarriles estará completamente libre de consideraciones estéticas.
3. Impulso histórico. Deseo de ver las cosas como son para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la posteridad.
4. Propósito político, y empleo la palabra "político" en el sentido más amplio posible. Deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política.
13 de julio de 2007
Vicente Luis Mora: Escritura, ideología, cultura de masas
A mí lo que me interesa de la tradición es reventarla. Pero, obviamente, para destruir algo, y de esto saben los ingenieros que derriban casas, hay que conocerlo bien. A fondo. Hay que saber dónde están los cimientos, para colocar las cargas explosivas en el lugar exacto. Una bomba literaria colocada en un tejado no produce efecto alguno. Pero una sacudida en algunos cimientos de la novela, como el narrador omnisciente impersonal, o la linealidad del tiempo narrativo, es significativa. Alguien decía que en España se sigue haciendo novela como si Joyce, Musil o Beckett no hubiesen existido. Y tenía razón, así es. No hay que imitarles, hay que imitar su ejemplo, su capacidad innovadora, su reflexión crítica acerca de la tradición precedente. Suelo repetirlo: el 90% de lo que hoy consideramos clásicos indiscutibles eran autores que en su tiempo eran experimentales o fueron incomprendidos.
* Me perdí la intervención de Vicente en Atlas Literario Español, el congreso de la Fundación Lara, en Sevilla. Ahora he podido recuperarla en su magnífico blog. Es una de las pocas cosas buenas que ha tenido toda una tarde pensando qué es, qué límites tiene y por qué interesa tanto a los suplementos (al mío, por lo menos), la llamada Generación Nocilla.
Cualquier día me arremango, y dedico un post al asunto.
* Me perdí la intervención de Vicente en Atlas Literario Español, el congreso de la Fundación Lara, en Sevilla. Ahora he podido recuperarla en su magnífico blog. Es una de las pocas cosas buenas que ha tenido toda una tarde pensando qué es, qué límites tiene y por qué interesa tanto a los suplementos (al mío, por lo menos), la llamada Generación Nocilla.
Cualquier día me arremango, y dedico un post al asunto.
12 de julio de 2007
11 de julio de 2007
Llega Impedimenta
10 de julio de 2007
Woody Allen rueda en Barcelona
Las imágenes están tomadas la mañana de hoy martes, día 10, a las 11.30 en Las Ramblas.
* En la segunda y la tercera se ve, allá al fondo, en mitad de Las Ramblas, al propio Allen. En la cuarta y la quinta, la chica de negro que arrastra un trolley es Scarlett Johanson. Sin olvidar a los de seguridad y a los paparazzi, que esta mañana tenían mucho trabajo.
9 de julio de 2007
Sugerir
Hard Candy es una película rodada en Estados Unidos de forma independiente por David Slade, que fue la revelación del Festival de Cine Fantástico de Sitges del año pasado. La historia tiene como trasunto la pederastia, pero en realidad va mucho más allá: es una película sobre la crueldad. Sobre la humillación y la crueldad extremas. En ella, un hombre maduro se cita con una encantadora jovencita que resulta ser apenas una adolescente. Después de un primer encuentro en un bar, él la invita a su casa. Y una vez allí, las tornas de lo que era una relación claramente controlada por el adulto, cambian de un modo drástico.
La encantadora Hayley resulta poseer una mente capaz de planificar y llevar a cabo una orquestada maniobra con tal de aniquilar al presunto pederasta -que a lo largo de la película perderá el adjetivo que lo salva de ser un salvaje- y consumará su venganza.
Hay una escena terrible. No exagero si digo que en algún momento me faltó hasta el aire, de impresionada que estaba (reconozco que soy un alma sensible). No quiero desvelar mucho, pero en esa escena hay una bolsa de hielo, algunos instrumentos quirúrgicos, un hombre atado a una mesa y una adolescente con guantes de látex que juega a los médicos de la manera más sádica. También hay un engaño que no voy a desvelar, pero que es el meollo de toda la cuestión. Y qué meollo. Se termina la película y esa escena sigue en tu cerebro, como la carcoma: royendo, royendo... Y un detalle importante: a pesar de la enumeración, no hay ni una escena explícitamente desagradable en toda la cinta. Todo lo que nos impide respirar está en nuestra cabeza, no en la pantalla.
He aquí uno de los secretos de las buenas historias: su capacidad para evocar mucho más que para mostrar. Su capacidad de sugerir verdades que entendemos como objetivas cuando estamos inmersos en la ficción y que son capaces de despertar en nosotros intensas emociones.
Lo que consigue Hard Candy es exactamente aquello que yo misma persigo tantas veces, cuando me propongo contar un cuento: emocionar evocando. Si tenéis ocasión, un video club cerca y un estómago a prueba de bombas, no os perdáis esta película sobre la violación de la inocencia. Comenzando por la del espectador.
La encantadora Hayley resulta poseer una mente capaz de planificar y llevar a cabo una orquestada maniobra con tal de aniquilar al presunto pederasta -que a lo largo de la película perderá el adjetivo que lo salva de ser un salvaje- y consumará su venganza.
Hay una escena terrible. No exagero si digo que en algún momento me faltó hasta el aire, de impresionada que estaba (reconozco que soy un alma sensible). No quiero desvelar mucho, pero en esa escena hay una bolsa de hielo, algunos instrumentos quirúrgicos, un hombre atado a una mesa y una adolescente con guantes de látex que juega a los médicos de la manera más sádica. También hay un engaño que no voy a desvelar, pero que es el meollo de toda la cuestión. Y qué meollo. Se termina la película y esa escena sigue en tu cerebro, como la carcoma: royendo, royendo... Y un detalle importante: a pesar de la enumeración, no hay ni una escena explícitamente desagradable en toda la cinta. Todo lo que nos impide respirar está en nuestra cabeza, no en la pantalla.
He aquí uno de los secretos de las buenas historias: su capacidad para evocar mucho más que para mostrar. Su capacidad de sugerir verdades que entendemos como objetivas cuando estamos inmersos en la ficción y que son capaces de despertar en nosotros intensas emociones.
Lo que consigue Hard Candy es exactamente aquello que yo misma persigo tantas veces, cuando me propongo contar un cuento: emocionar evocando. Si tenéis ocasión, un video club cerca y un estómago a prueba de bombas, no os perdáis esta película sobre la violación de la inocencia. Comenzando por la del espectador.
8 de julio de 2007
7 de julio de 2007
6 de julio de 2007
Abismo
Leo, conmocionada, el caso de un alto ejecutivo vasco instalado en Inglaterra. Lo tenía todo: juventud, un ascenso recién concedido, un trabajo (estupendo y bien pagado en una empresa de seguros mundialmente conocida). La propia empresa le costeaba el apartamento londinense donde vivía con su mujer y su hija de dos años, Yanire.
Un sábado de abril, el matrimonio y su hija viajan de Londres a Bilbao para asistir a la boda de un amigo. Allí son el centro de todas las mitadas, un modo como otro de decir que son la envidia de todo el mundo. A él, dicen los testigos, se le vio orgulloso en su papel de esposo y padre, la típica imagen del hombre feliz porque lo tiene todo.
Cuatro días más tarde sus amigos tropiezan con su fotografía en el periódico. No en la sección de "Economía", como cabía esperar, sino en la de "Sociedad", que antes de la era eufemística se llamaba "Sucesos".
La notica cuenta cómo una vecina de la pareja, alertada por el escándalo que escuchó en el apartamento del joven empresario —golpes, gritos, gemidos amortiguados—, avisó a la policía. Cuando los agentes llegaron encontraron a la mujer con un ataque de histeria, al marido encerrado en el cuarto de baño y a la pequeña Yanire sangrando por la boca, la nariz y los oídos. La niña murió pocos días más tarde en un hospital londinense, mientras su padre era ingresado en un centro de salud mental.
¿Cuánto tiempo es necesario para destrozar a golpes el cráneo de una niña de dos años? ¿Cinco minutos? ¿Diez segundos? He aquí la distancia que separa la locura de la cordura. Lo justificable de lo que no puede argumentarse. La normalidad del abismo.
Es casi imposible no preguntarse qué hubo dentro de ese abismo, qué ocurrió. ¿El triunfador tuvo un mal día? ¿Trabajaba demasiado? ¿Le acababan de dar una mala noticia? ¿Discutió con su amante? ¿Llevaba noches de mal dormir?
¿Es posible hallar alguna explicación, ya que no hay justificación posible?
¿Qué media entre lo que todos envidian y los cinco segundos que siegan tres vidas?
He aquí el Abismo.
El que todos llevamos dentro.
Un sábado de abril, el matrimonio y su hija viajan de Londres a Bilbao para asistir a la boda de un amigo. Allí son el centro de todas las mitadas, un modo como otro de decir que son la envidia de todo el mundo. A él, dicen los testigos, se le vio orgulloso en su papel de esposo y padre, la típica imagen del hombre feliz porque lo tiene todo.
Cuatro días más tarde sus amigos tropiezan con su fotografía en el periódico. No en la sección de "Economía", como cabía esperar, sino en la de "Sociedad", que antes de la era eufemística se llamaba "Sucesos".
La notica cuenta cómo una vecina de la pareja, alertada por el escándalo que escuchó en el apartamento del joven empresario —golpes, gritos, gemidos amortiguados—, avisó a la policía. Cuando los agentes llegaron encontraron a la mujer con un ataque de histeria, al marido encerrado en el cuarto de baño y a la pequeña Yanire sangrando por la boca, la nariz y los oídos. La niña murió pocos días más tarde en un hospital londinense, mientras su padre era ingresado en un centro de salud mental.
¿Cuánto tiempo es necesario para destrozar a golpes el cráneo de una niña de dos años? ¿Cinco minutos? ¿Diez segundos? He aquí la distancia que separa la locura de la cordura. Lo justificable de lo que no puede argumentarse. La normalidad del abismo.
Es casi imposible no preguntarse qué hubo dentro de ese abismo, qué ocurrió. ¿El triunfador tuvo un mal día? ¿Trabajaba demasiado? ¿Le acababan de dar una mala noticia? ¿Discutió con su amante? ¿Llevaba noches de mal dormir?
¿Es posible hallar alguna explicación, ya que no hay justificación posible?
¿Qué media entre lo que todos envidian y los cinco segundos que siegan tres vidas?
He aquí el Abismo.
El que todos llevamos dentro.
5 de julio de 2007
Felicidad sedentaria
Amigos, soy feliz. La culpa la tiene el sedentarismo. Por fin he deshecho la maleta. Hace ya una semana que regresé de mi último viaje de este curso (a Sevilla, buena constancia quedó de ello en este sitio) y ahora me dispongo a pasar una buena temporada dedicada a vida plácida. Lo cual no significa pasarme el verano como estoy ahora mismo, mientras escribo este post, mirando el mar desde mi terraza, no. Significa escribir de 9 a 14 todos los días y otras tres horitas por la tarde y dedicar el resto del tiempo a disfrutar de mi familia, leer, preparar la documentación de mi próxima cosa, cenar con amigos, ir al teatro y planificar escapadas por gusto. Y terminar con los retrasos de una vez, porque con tanto trajín, le debo textos a media España.
Este año ha habido marejada de las buenas y me doy cuenta de que aún no he hecho aquí ningún balance de la gira, y que ni siquiera tengo ganas de hacerlo.
Resumamos: Ha ido bien. Doce ciudades, centenares de periodistas, demasiadas veces de repetir lo mismo una y otra vez y mucho tedio de mí misma precisamente por eso mismo. Ha habido periodistas ineptos (alguno) y gente encantadora (mucha). He estado en platós de televisión junto a presentadores que no tenían ni idea de cómo se llamaba mi novela. He asistido a programas donde se hablaba de piedras curativas, he comido pulpo a la gallega en Vigo, salmorejo en Sevilla y mucho arroz en Valencia, siempre me lo he terminado todo y he dicho que estaba riquísimo. He conocido a todos los directores de Ámbito Cultural y a todos los jefes del Departamento de Librería de El Corte Inglés. También he estado en fiestas en las que había tal muchedumbre que hacerse con un canapé parecía un juego de habilidad. He firmado en la feria del libro y he almorzado con miembros de la Real Academia. Y paro, porque esto ya parece un anuncio de la última Play Station. En fin.
Y con respecto a mi compañera de viaje (sé que lo estáis pensando), os diré que Nativel Preciado y yo aún nos dirigijmos la palabra, lo cual es mucho más de lo que pueden decir algunos de los que comparten una experiencia semejante. Aunque, sinceramente, no creo que jamás me invite a cenar a su casa y yo, como siempre devuelvo el trato que recibo, pues eso.
Este post de hoy, algo improvisado -lo sé- es un balance que pretende servir para compartir la alegría con todos vosotros. Toda la alegría: la de lo ocurrido y la de lo por ocurrir. Y la mejor de todas: a partir de la semana que viene ¡me encierro a escribir! Vuelvo a ser lo único que quiero ser (y soy): escritora. No viajante, no nómada, no transhumante, no vendedora de crecepelo, no relaciones públicas. Escritora. Yupi.
Este año ha habido marejada de las buenas y me doy cuenta de que aún no he hecho aquí ningún balance de la gira, y que ni siquiera tengo ganas de hacerlo.
Resumamos: Ha ido bien. Doce ciudades, centenares de periodistas, demasiadas veces de repetir lo mismo una y otra vez y mucho tedio de mí misma precisamente por eso mismo. Ha habido periodistas ineptos (alguno) y gente encantadora (mucha). He estado en platós de televisión junto a presentadores que no tenían ni idea de cómo se llamaba mi novela. He asistido a programas donde se hablaba de piedras curativas, he comido pulpo a la gallega en Vigo, salmorejo en Sevilla y mucho arroz en Valencia, siempre me lo he terminado todo y he dicho que estaba riquísimo. He conocido a todos los directores de Ámbito Cultural y a todos los jefes del Departamento de Librería de El Corte Inglés. También he estado en fiestas en las que había tal muchedumbre que hacerse con un canapé parecía un juego de habilidad. He firmado en la feria del libro y he almorzado con miembros de la Real Academia. Y paro, porque esto ya parece un anuncio de la última Play Station. En fin.
Y con respecto a mi compañera de viaje (sé que lo estáis pensando), os diré que Nativel Preciado y yo aún nos dirigijmos la palabra, lo cual es mucho más de lo que pueden decir algunos de los que comparten una experiencia semejante. Aunque, sinceramente, no creo que jamás me invite a cenar a su casa y yo, como siempre devuelvo el trato que recibo, pues eso.
Este post de hoy, algo improvisado -lo sé- es un balance que pretende servir para compartir la alegría con todos vosotros. Toda la alegría: la de lo ocurrido y la de lo por ocurrir. Y la mejor de todas: a partir de la semana que viene ¡me encierro a escribir! Vuelvo a ser lo único que quiero ser (y soy): escritora. No viajante, no nómada, no transhumante, no vendedora de crecepelo, no relaciones públicas. Escritora. Yupi.
4 de julio de 2007
3 de julio de 2007
Jornadas de creación literaria en el Uned Centro de Elda (Alicante), los días 19, 20 y 21 de septiembre de 2007
Directora: Elia Barceló
1) Taller de creación literaria
Duración:
Tres días.
El taller tendrá lugar por las mañanas (de 10.00 a 13.30) los días 19, 20 y 21 de septiembre.
Las tardes estarán dedicadas a la realización individual por parte de los talleristas de los ejercicios propuestos en las sesiones comunes.
Número de participantes:
Entre 20 y 25.
Los talleristas acudirán a la primera sesión con un texto propio que pueda servir como base para diferentes ejercicios. El texto deberá ser narrativo, de extensión breve (de dos a cuatro páginas), escrito a máquina, temática libre.
Profesores:
Contamos con tres escritores de reconocido prestigio y amplia obra:
Care Santos
Alfonso Mateo-Sagasta
Elia Barceló
Programa:
Como aproximación, sujeta a ulteriores modificaciones y dependiendo de las necesidades y el nivel del grupo, podemos sugerir:
• Temas y géneros
• Creación de la realidad suficiente
• Cómo crear tensión
• El tono y el tempo
• El principio y el final del relato
• La arquitectura narrativa
• Técnicas y consejos especiales, según los géneros
• Creación de personajes
• El diálogo
El taller se desarrollará como una mezcla de distintas técnicas: clase teórica impartida por el profesor, sesiones de preguntas y respuestas, debates sobre temas de interés general, ejercicios prácticos, etc. En cualquier caso, la forma final del taller se ajustará a las necesidades e intereses de los participantes.
Objetivos:
-Estimular el interés en la creación literaria
-Proporcionar un foro en el que los jóvenes escritores puedan ponerse en contacto con personas que comparten sus intereses, plantear preguntas y resolver dudas relacionadas con la práctica de la escritura.
2) Actividades públicas
A lo largo de las Jornadas de creación literaria, los tres escritores presentes ofrecerán un acto abierto también al público en general.
En estos actos, que tendrán lugar por la tarde en los Salones del Casino Eldense, los escritores leerán un relato o varios fragmentos de sus novelas y estarán abiertos a las preguntas de los asistentes.
1) Taller de creación literaria
Duración:
Tres días.
El taller tendrá lugar por las mañanas (de 10.00 a 13.30) los días 19, 20 y 21 de septiembre.
Las tardes estarán dedicadas a la realización individual por parte de los talleristas de los ejercicios propuestos en las sesiones comunes.
Número de participantes:
Entre 20 y 25.
Los talleristas acudirán a la primera sesión con un texto propio que pueda servir como base para diferentes ejercicios. El texto deberá ser narrativo, de extensión breve (de dos a cuatro páginas), escrito a máquina, temática libre.
Profesores:
Contamos con tres escritores de reconocido prestigio y amplia obra:
Care Santos
Alfonso Mateo-Sagasta
Elia Barceló
Programa:
Como aproximación, sujeta a ulteriores modificaciones y dependiendo de las necesidades y el nivel del grupo, podemos sugerir:
• Temas y géneros
• Creación de la realidad suficiente
• Cómo crear tensión
• El tono y el tempo
• El principio y el final del relato
• La arquitectura narrativa
• Técnicas y consejos especiales, según los géneros
• Creación de personajes
• El diálogo
El taller se desarrollará como una mezcla de distintas técnicas: clase teórica impartida por el profesor, sesiones de preguntas y respuestas, debates sobre temas de interés general, ejercicios prácticos, etc. En cualquier caso, la forma final del taller se ajustará a las necesidades e intereses de los participantes.
Objetivos:
-Estimular el interés en la creación literaria
-Proporcionar un foro en el que los jóvenes escritores puedan ponerse en contacto con personas que comparten sus intereses, plantear preguntas y resolver dudas relacionadas con la práctica de la escritura.
2) Actividades públicas
A lo largo de las Jornadas de creación literaria, los tres escritores presentes ofrecerán un acto abierto también al público en general.
En estos actos, que tendrán lugar por la tarde en los Salones del Casino Eldense, los escritores leerán un relato o varios fragmentos de sus novelas y estarán abiertos a las preguntas de los asistentes.
2 de julio de 2007
De La ofensa, Ricardo Menéndez Salmón
Ante las agresiones del mundo, el cuerpo se protege. Un bacilo activa sus defensas; un chaparrón eriza el vello en brazos, nuca y piernas; un alimento envenenado afloja los esfínteres. Pero, ¿y el horror? ¿Cómo reacciona el cuerpo de un hombre ante la presencia del horror? Grita, sí. Y hace que el corazón bombee más sangre, sí. O, por el contrario, paraliza sus músculos para no ser agredido. El espectro de respuestas que el horror genera en el cuerpo es amplísimo. El cuerpo sorprende entonces por su plasticidad. Hay cuerpos que se atenazan y cuerpos que se liberan; hay cuerpos que se arrastran y cuerpos que se elevan; hay cuerpos que interrogan y cuerpos que responden. ¿Pero puede un cuerpo dimitir de la realidad? ¿Puede un cuerpo, ante la agresión del mundo, ante la fealdad del mundo, ante el horror del mundo, sustraerse a sus funciones, negarse a seguir siendo cuerpo, suspender sus razones, abdicar de ser lo que es; esto es, abdicar de ser una máquina sensible? ¿Puede un cuerpo decir: «Basta, no quiero ir más allá, esto es demasiado para mí»? ¿Puede un cuerpo "olvidarse" de sí mismo?
Seix Barral, 2007
Seix Barral, 2007
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