17 de octubre de 2007

Premio Planeta 2007: una crónica a retazos


1) Boris Izaguirre llevaba un traje gris precioso, con chaleco y gemelos de oro. Cuando salió a recoger su flamante Finalista, bromeó al respecto: Yo no sabía dónde venía, a pesar de cómo voy vestido. Cenó poco. Apenas probó los macarrones rellenos que nos sirvieron de primero y el rape casi no lo probó (en parte porque los camareros "castigaron" a tres caballeros de nuestra mesa, entre ellos, Boris). Al postre llegó demasiado nervioso para saborearlo. Durante las últimas votaciones se le veía cansado de todo aquello. Le entiendo: cenar esperando algo así es una tortura. Salió bien, por lo menos.

2) Millás, en cambio, no parecía nervioso. No parecía tener ganas ni de salir al escenario recoger el premio de manos de José Montilla. Cuando lo hizo, después de hacerse de rogar, nadie sabía quién tenía que darle el premio. Montilla no estabas en su lugar. Millás, tampoco. Hubo una recolocación de los personajes para los fotógrafos. Finalmente, posaron para la foto, pero a mí no me pareció que nadie le hubiera entregado a nadie ningún premio.

3) Eduard Estivill está cada vez más moreno y Marina Castaño, cada vez más delgada.

4) Un misterio: ¿Cómo se sujeta el moño Espido Freire? Qué pelo más perfecto lleva, qué envidia.

5) Aunque cueste de creer. Con el calor que hacía, ¡había editoras con estola de visón!

6) Ildefonso Falcones (en la misma mesa que Francesc Miralles) no le dirigió la palabra a Sandra Bruna (su agente, la responsable de sus triunfos) en toda la noche. Por algo será. De hecho, al parecer no le dirigió la palabra a casi nadie. Según lo que yo pude ver, tampoco a Francesc Miralles. En cambio Eduard Estivill la besaba (a Sandra Bruna) delante de su propia mujer (la de Estivill). Por algo será también.

7) Habría que darle un premio a la elegancia a Lorenzo Silva.

8) Un último comentario respecto a los miembros del jurado: qué apuro que, erigido en portavoz o correvaidile del jurado, Carlos Pujol no pueda cenar. Soledad Puértolas parecía ataviada con su mejor camisón para asistir a la gala. Y de Rosa Regás se olvidaron en el primer recuento de miembros del jurado, lo cual, con toda justicia, generó un discreto abucheo entre los presentes.

9) Terminamos todos en la discoteca del lugar, bailoteando en la más absoluta oscuridad. Una constatación: los escritores bailan peor que los editores. Y los agentes se acuestan temprano, como personajes de Proust.

4 comentarios:

Fernando Alcalá dijo...

Cuéntanos más cosas, Care! Esta es la crónica que yo quería escuchar. ¿Qué le vamos a hacer? Soy curioso y morbosillo... ;)

Anónimo dijo...

Ay, yo iba a escribir algo parecido: Más, por favor, más. Y puestos a pedir, fotos, más fotos...).

Conn tus últimas entradas me he reído mucho. :DD

Anónimo dijo...

Eso, eso: queremos más detalles.
Un saludín.

Anónimo dijo...

detalles, detalles. ¿Hubo sexo? ¿Drogas? ¿Lo que no se explica de estas fiestas, es porqué no sucede o por otros motivos? Sin decir nombres, ¿qué pasa? qué pasa allí sin prensa, premio entregado, todo listo ¿barra libre? ¿baile?