Me pregunta Martín, argentino de nacimiento, que trabaja en el departamento de "Transporte y Montaje" de la tienda Ikea de Badalona, si el sofá Beddinge, que acabo de adquirir, cabe por la puerta de mi casa. Le digo que sí.
Me cuenta Martín lo frecuente que resulta que los muebles comprados con aquella ilusión a medio camino entre el bricolage y la nomenclatura —los nombres invitan a gastar sin límite: Beddinge, Tromso, Harsltin, Hemnes...— luego no puedan introducirse en las repúblicas independientes de los respectivos compradores porque éstos se olvidaron de tomar medidas.
La gente supervalora su casa, sospecho. Compran un sofá enorme sin darse cuenta de que es más grande que el salón donde debería instalarse.
No me parece raro. También tendemos a sobrevalorar nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo, a nosotros mismos...
Propongo que, por si acaso, sigamos sin tomar medidas.
Siempre es mejor no conocer las dimensiones reales del mundo que nos toca habitar.
La imagen de hoy es de Pmorgan, de Flickr.com, y muestra a los alegres clientes del IKEA de Beijing en agradable tertulia en la zona de sillas y sillones. Valga como doble homenaje a la cadena sueca y a la capital china, en vísperas del lío olímpico.
2 comentarios:
Tu entrada de hoy me ha venido en un momento genial y ha sido el colofón a unas buenas risas que me he echado esta tarde con una amiga. Perfecta en su momento.
me encantan estas casualidades ;)
Pues si que hay gente que debería medir un poco su vida para ver lo que cabe o no.
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