No alcanzo a comprender qué mesuran los watios,
No interpreto la escala de los mapas.
No entiendo el dictado de las brújulas.
Y -menos- los programas de mi secadora.
Llevo años afilando mi inglés pero sin grandes logros.
Las ecuaciones de segundo grado me amargaron la infancia.
No digamos las fórmulas químicas, las fracciones
o, mucho más tarde, la teoría económica
que un señor con bigote predicaba en Derecho
como en mitad de un desierto en expansión.
Del universo, sólo entiendo
que la mitología lo llenó de historias
y eso lo hizo habitable a nuestros ojos.
Por mí, la matemática quedaría en suspenso
excepto en sus funciones más elementales:
sumar, restar, multiplicar, medir el mundo
y dividir, sólo en última instancia.
No comprendo el euribor, ni las oscilaciones
de las bolsas del mundo, ni tantos decimales
bailando a la deriva. También veo un misterio
en la función hidráulica de cada cafetera
y no sé qué es un hertzio, un pascal, el wolframio,
la sinergia, el DNS, el TAE, el PIB, el IBEX,
el Fitch, el FROB, los activos contables...
Ya no escucho políticos ni leo titulares.
y he perdido la fe en la verdad absoluta.
Mi mundo es otra cosa.
Y me basta.
* La imagen: largo atardecer sobre el Atlántico, desde el cielo, el 26 de septiembre pasado.
4 comentarios:
no eres la única que ha perdido la fe
Bona nit
Dejando aparte la pérdida de fe en los políticos y la prensa, que comparto, ésta es una de las escasas veces que no estoy de acuerdo contigo. La ciencia es la más noble y fecunda creación del ser humano, la ciencia es una ventana que te muestra un mundo lleno de maravillas y poesía (poesía, sí), la ciencia es una constante fuente de asombro. Y, además, la ciencia puede ser divertida. No hace falta liarse con palabrejas y fórmulas (porque la ciencia también es difícil) para disfrutar de los placeres del conocimiento. Existe la divulgación científica. Dale una oportunidad, Care; vale la pena conocer el trabajo de algunos de los mejores pensadores que ha dado nuestra especie. Y, además, verás el mundo de otra forma.
Mi única fe es en mí misma y en lo que puedo dar de mí a los demás.
Mi única fe es en el amor, en el ser humano limpio de corazón y en el progreso de la humanidad. En la cultura y la racionalidad.
Un beso grande.
No podría abordar este poema sin tener una vaga noción de todas y cada una de las palabrejas que emplea en el poema. Porque la palabreja no sólo remite a la realidad que nombra sino al campo de realidad de su influencia y que son muchas otras palabras no citadas: paro, depresión, caos, miedo.
El mundo es así poético y sublime, y pasa por las sinergias que establece su ordenador con el mío.
Una gozada leer el poema por esa sabiduría puesta en negrita "Mi mundo es otra cosa" que todo el poema desmiente. La venganza de las partículas.
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