23 de diciembre de 2012

Objetos perdidos (Micros del fin del mundo)


Un anillo de oro en forma de serpiente enrollada, con dos esmeraldas por ojos. Lo perdí a los dieciocho años. Me lo regaló alguien especial, para celebrar mi llegada a la Universidad. Alguien a quien le importaba que ya fuera Universitaria. Lo busqué durante años, por todas partes. Sobre todo, lo busqué en los resquicios de un viejo escritorio, porque estaba convencida de que allí lo había visto por última vez. Cuando mandé restaurar el mueble tenía treinta y cinco años y lo primero que le dije al artesano fue: Si al desmontarlo encuentra un anillo de oro en forma de serpiente, avíseme enseguida.

Anoche soñé con mi anillo perdido. Por la mañana, al despertar, lo encontré sobre la mesita de noche. Mientras escribo esto, en anillo brilla en el anular de mi mano derecha. Está como nuevo, como recién pulido. Las esmeraldas brillan como si pudieran entenderme.

Sobre la mesa tengo otros objetos: Una muñeca Nancy vestida de azafata de Iberia (uniforme de los años 70). Un pendiente de bisutería que fue de mi abuela, verde, en forma de lágrima. Una edición de La dama de blanco en dos tomos, ajada y amarillenta. Un chal de lana de alpaca, de color violáceo. Catorce guantes de piel (todos negros, abundan los de la mano izquierda). Siete paraguas (cuatro de ellos, plegables; tres de ellos, de color naranja). Dos pares de gafas de sol (de marca). Una pluma estilográfica marca Omas. Y varias cosas más, que perdí para siempre en algún momento de mi vida.

Observo todos estos objetos, que han aparecido de pronto en mi vestíbulo, como si la marea del tiempo los hubiera arrastrado hasta mí. Tienen un significado. Es éste: ahora somos lo mismo.
Nadie va a venir a buscarnos.

4 comentarios:

ÁNGEL dijo...

Muy bueno, Care. Aunque llegué a pensar que tales objetos vendrían acompañados de una nota del restaurador diciendo que todos, absolutamente todos, los habían encontrado en el escritorio. Me gusta más el final con el que me he encontrado.
Un saludo.

Rebeka October dijo...

Me ha encantado, sin embargo el final...me ha dejado muda. Tú siempre tan reflexiva.

Al final, todos nosotros, acabamos por perdernos alguna vez en algún lugar del tiempo, donde los que nos rodean, jamás buscarán esa parte de nosotros.
Hay quienes en parte somos objetos perdidos, y hay quienes jamás se darán cuenta!

Un abrazo Care, me encantan estos micros!!

Anónimo dijo...

Fabuloso, Care :D

Hasta el final de la historia tenía mis dudas sobre el relato. Pero, ahora, me dejastes totalmente perdido "oteando y cuestionando el horizonte resultante, de mi compañera e incondicional mesilla de noche". Mientras realizo dicho ejercicio, me encuentro allí, conmigo; sumido en mis pensamientos, recuerdos y sentimientos más latentes. Quien me quiera, que haga el favor de no buscarme. Yo mismo, si acaso, en persona, los encontraré al despertar... al despertar de mis más nostálgicos, queridos, perturbadores y encontradizos sueños.
La marea del tiempo ha hablado, intenta comunicarse conmigo. Pero, probablemente no la entienda. O, sus aguas siguen siendo peligrosas para mí. Se me olvida nadar, no dispongo de flotador ni manguitos a mi alcance. Sólo chapoteo y, solamante solo, vuelo a chapotear a mi lado. Surmegido en un velero que, perdió un día el timón... en una noche sin estrellas.

Begoña Argallo dijo...

Tu micro tiene un aire a Los otros, de Alejandro Amenábar, una película con toda la tensión que soy capaz de aguantar.
Saludos