
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos,
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra vana,
un grito acallado, un silencio.
La vida es rara y nosotros, más aún. ¿Por qué he entrado hace poco más de una hora en la Librería Catalonia y he comprado las Poesías completas, de Cesare Pavese en Visor (edición de Italo Calvino) -así, a tiro hecho, convencida- y luego me he ido a buscar el bus del aeropuerto. ¿Porque intuía que Pavese y yo, precisamente ahora, nos comprenderíamos? ¿Porque los seres humanos nos sentimos felices al comprobar que siempre hay alguien en peor situación que nosotros? ¿Porque ahora no me conviene y tengo cierta tendencia a desear, incluso con fervor, todo lo que no me conviene?
Ah, si yo supiera la respuesta a todos los interrogantes que me inquietan.
En fin. Pavese y yo, hermanados, nos vamos a la capital del imperio. Él no paga billete. Alguna ventaja tiene que tener estar muerto.
2 comentarios:
Buen viaje a ti y a Pavese, «De tu tierra» a Roma...
Ya sabes que hubo un tiempo enel que adoré a la Care sórdida, la que me escandalizaba al leeerla. Luego aprendí a amar a esa Care que me arrancaba lágrimas y emoción sólo con imaginar un jardín que describe magistralmente en Trigal con cuervos. Después aprendí a huir con ella, y deseé Matar al padre... ahora son la tristeza espesa, espesa, tanto que podría morderse, y esa desesperanza imposible la que leo entre líneas. Quiero a la Care que es luz, la que tiene un sol en la mirada... la quiero, la quiero, la quiero volver a sentir de nuevo.
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