30 de noviembre de 2006

Ausencias y no

Voy a estar fuera un par de días.
Si hay alguien que no se alegra de que me vaya y me echa de menos ni que sea durante un nanosegundo, os propongo algo divertido.

Desde inicios de esta temporada dirijo y presento en una emisora de radio local un programa (¿de qué va a ser?) de libros. Nos lo pasamos bien y tratamos de hacer que a la audiencia le ocurra lo mismo. Se llama NO ENS AVORRIREM (No nos aburriremos), algo que (creo) cumplimos hasta el paroxismo semana tras semana.

Advertencia: la mayor parte del programa es en catalán, anque muchos de los invitados condicionan el cambio de idioma, claro. Esta semana una de nuestras colaboradoras, Regina Bou, entrevistó a los ganadores de los Premios Planeta, Álvaro Pombo y Marta Rivera de la Cruz.

Si tenéis curiosidad, sólo tenéis que hacer click aquí www.mataroradio.com hoy jueves por la tarde (de 18 a 19, hora española, claro), y volverlo a hacer en la pestaña superior "Directe".

Allí nos escuchamos, navegantes.
* No soy ubicua: el jueves estaré en Valladolid. El programa es grabado. Y a este blog, más o menos, le ocurre lo mismo.

29 de noviembre de 2006

Os prometo que no le he mandado un jamón (o la primera crítica a El dueño...)

Existen aspectos, como la constante capacidad de experimentación e innovación, que convierten a Care Santos en una de las escritoras más atractivas, literariamente hablando, del actual panorama juvenil. Y es que siguiendo su trayectoria se constata que desde Hot Dogs (2001), novela realista en la línea de las modas de lecturas juveniles de hace unos años, pasando por el atrevido puzle literario de Los ojos del lobo (2004), hasta llegar a El dueño de las sombras, la autora catalana no ha cesado de experimentar con temáticas, con la estructura de la novela y con los puntos de vista del narrador. Un ejercicio encomiable, no falto de riesgos ni de algunos errores, que convierten a esta escritora en un valor a seguir.
Y es que El dueño de las sombras se aparta del realismo crítico de múltiples colecciones destinadas al joven lector y se atreve a realizar una incursión en el mundo de ultratumba, centrándose especialmente en las múltiples presentaciones del mal. Un tema que se remonta, como bien hace Santos al final del libro, hasta los románticos, como Gustavo Adolfo Bécquer, y que en la actualidad cultivan con acierto Agustín Fernández Paz, Fernando Latorre y César Mallorquí, entre otros.
Aunque este es un género difícil de abordar, la nueva mirada femenina de Santos lo enriquece de matices y ofrece un protagonismo diferente a las mujeres de la familia Albás, situado en el extremo contrario de las típicas chicas histéricas de las películas americanas de terror. Pero si con esto no hubiera bastante, la autora deleita con una de las miradas más singulares del lado oscuro del mundo: Eblus, nombre que recibe el demonio protagonista de todos los males, es el narrador de los peores momentos. Un relato en segunda persona, que se dirige al lector, con preguntas ad hoc, y que despierta en él sus miedos más ancestrales. Esta es, sin duda, la obra más ambiciosa de esta gran autora juvenil, que da muestras de una gran maestría del arte de novelar.

Joan Portell Rifà
Suplemento Exit, El periódico de Catalunya / El periódico de Aragón
noviembre 2006

28 de noviembre de 2006

Juan José Millás, Todo son preguntas

Francisco Franco, aquel analfabeto que se pudrió antes de morirse, hazaña biológica que el presidente de la Xunta * está dispuesto (...) a repetir y mejorar.

Verdaderamente, continúa habiendo dos Españas. Una es la España satinada, sutil, sedosa, limpia y optimista de las ocho ministras que posaron de forma absolutamente discreta (...) para Vogue y otra es la España casposa, cutre, maloliente, meapilas, inculta, tétrica, antigua y funeraria que representan ciertos individuos. ¿Cuál de ellas le hiela a usted el corazón?

* Se refiere a Manuel Fraga. La información envejece deprisa, ya se sabe.

Quinteto, 2006

27 de noviembre de 2006

El corazón del monstruo (microcuento)

El paradigma de mis terrores infantiles era una enorme máquina de rayos equis que parecía un animal antediluviano y que habitaba en un cuarto trasero, más allá del lugar donde los pacientes de mi padre se tumbaban dócilmente en la camilla. Mi padre la utilizaba para observar a personas enfermas, siempre ataviado con su mandil y sus guantes de plomo. En su presencia, ella se hacía la inofensiva, hasta la simpática. Tenía un pedal hidráulico en el cual mi padre jugaba a divertir niños —arriba, abajo, arriba, abajo…— y una pantalla verde que de vez en cuando mostraba lo que ningún ojo podía ver: lo que había más allá, en el interior.
La verdadera faz de aquel monstruo sólo se mostraba de noche, cuando alguien me mandaba a buscar algo al consultorio, y yo intuía en el cuarto de atrás la presencia callada y amenazadora de la máquina. Pensaba que en cualquier momento podía capturarme con aquellos elásticos que servían para sujetar a los bebés, o acercarse a mí con sigilo de reptil gigante y sorprenderme. Para mi extrañeza, el monstruo nunca jamás me atacó, ni siquiera franqueó la puerta del cuarto donde le teníamos encerrado. Aunque en más de una ocasión le descubrí tramando algo, preparándose para salir, odiándome en la oscuridad y el silencio que siempre le acompañaban.
Cuando fui un poco más mayor traté de comprender: tal vez yo también odiaría con toda la fuerza de mis entrañas oxidadas si me obligaran a vivir en aquellas condiciones de soledad, estrechez y trabajo forzado. Jamás nadie lo limpiaba. Jamás nadie reservaba para él las alegres horas de la diversión familiar de que sí gozaban otras máquinas de la casa. De todos los miembros de la familia, sólo mi padre acudía de vez en cuando al cuarto trasero para preocuparse por su estado. Encendía la luz, murmuraba algunas palabras, pulsaba algún interruptor y volvía a salir de inmediato.
Cuando mi padre murió, la vieja máquina quedó sumida en su silencio. Se desvalijó el consultorio y mi madre dispuso que el cuarto de atrás se utilizara como trastero. Libros de texto viejos, zapatos, muñecas descabezadas… Cualquier cosa que nadie quería acababa en aquel angosto lugar. La máquina parecía imperturbable. Cuando iba de visita a casa de mi madre procuraba no demorarme nunca demasiado entre las pilas de cosas, y jamás apagar la luz antes de cerrar la puerta. Creo que disfrutaba abandonándola allí, a oscuras, rodeada de basura inservible. Era mi venganza, muchos años después.
Cuando mi madre murió y nos vimos en la penosa circunstancia de vaciar la casa, la vieja máquina fue el mayor problema. Un mecánico la desmontó pieza por pieza —la mampara, la plataforma, el cuadro de mandos…— hasta dar con un cilindro azulado de algo más de un metro. «Aquí está el alma de este mamotreto. Deben tener cuidado. Es terriblemente tóxico».
Resolví llevarme el tubo a casa mientras encontraba el modo de deshacerme de él. Lo dejé en el baño de la entrada, uno muy pequeño que jamás se usa. Y cerré la puerta.
Cada vez que paso por allí siento latir el corazón del viejo monstruo. Sé que aún espera su oportunidad. Aunque a veces tengo la impresión de que a quien espera es a mi padre.

24 de noviembre de 2006

prólogos

Cuentan que en el recibidor de casa de Rafael Alberti podía leerse un rótulo que decía:

NO SE HACEN PRÓLOGOS

En mi casa no hay ninguno, pero de haberlo, diría esto:

SE HACEN PRÓLOGOS
SÓLO A LOS AMIGOS

23 de noviembre de 2006

manifiesto

Los abajofirmantes, editores de libros infantiles y juveniles, convencidos de que la lectura es fuente de placer y pieza clave en la formación integral de las personas y decididos a trabajar juntos por su fomento y en beneficio de los niños y jóvenes, que han de ser capaces de formarse, escoger y armar su propia biblioteca y su itilerario como lectores

CONSIDERAN:
1. Que lo editores de libro infantil y juvenil trabajan por ofrecer BIEN CULTURAL, en mayúsculas.
2. Que este BIEN CULTURAL es esencial para el proceso de formación y crecimiento de niños y jóvenes.
3. Que la lectura ha de arraigar en la vida de los niños y jóvenes lo antes posible para despertar interés y crear hábito lector.
4. Que editar libro infantil y juvenil implica un grado de especialización que debería ser reconocido tanto a nivel social como empresarial.
5. Que en el ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil, a las tareas propias de la edición se le añade la responsabilidad que supone publicar para un lector en formación, tanto por lo que respecta a la competencia y comprensión lectoras como al espíritu crítico.
6. Que nos duele la invisibilidad de la Literatura Infantil y Juvenil —que tan a menudo denunciamos— sólo rota cuando surge un best-seller, cuando intervienen fuertes campañas mediáticas o en un par de fechas señaladas, a lo largo del año.
7. Que querer encuadrar la Literatura Infantil y Juvenil —especialmente la que se dirige al mercado escolar— dentro de lo que en este marco se considera “políticamente correcto”, es discutible y ajeno a su razón de ser.
8. Que la clasificación por franjas de edad es una imposición añadida para orientar al adulto, que es quien a menudo actúa como mediador.
9. Que la convivencia entre BIEN CULTURAL y producto editorial se hace dificil por las presiones empresariales y comerciales que rodean el mundo editorial.

POR TODO ELLO SOLICITAMOS
Que la literatura infantil y juvenil se incorpore como una necesidad vital en la vida diaria de los niños y jóvenes y cuente con la implicación de TODOS: no sólo de aquellos que partcipan en la elaboración y difusión de los libros: editores, escritores, ilustradores, libreros y bibliotecarios, sino también con la de otros sectores como pueden ser los padres y madres, escuelas, instituciones, medios de comunicación...

Que la Literatura Infantil y Juvenil no sea una literatura pequeña porque es la que nos hace mayores y más libres.


-Publicacions ABADIA DE MONTERRAT. Sr. Jordi Úbeda
-EDICIONES B, Sra. Alicia Soria
-Edicions BAULA, Sr. Josep Llussà
-Editorial BARCANOVA, Sr. Eduard Cerreda
-Ediciones BEASCOA, LUMEN infantil y MONTENA, Sra. Núria Cabutí
-Edicions BROMERA, Sr. Joan Carles Girbés
-Editorial CASALS, Sr. Ramon Casal
-Editorial CASTELLNOU, Sr. Xavier Blanch
-CERCLE DE LECTORS, Sra. Anna Vázquez
-COMBEL Editorial, Sra. Noemí Mercadé
-Editorial CRUÏLLA, Sra. Montse Ingla
-DESTINO Infantil y Juvenil, Sra. Marta Vilagut
-Grup EDEBÉ, Sra. Reina Duarte
-Editorial EKARÉ, Sr. Pablo Larraguibel
-Editorial EMPÚRIES, Sra. Eugènia Broggi
-LA GALERA Editorial, Sra. Lara Toro
-Editorial JUVENTUD, Sra. Elodie Bourgeois
-Edicions LYNX, Sra. Marta Fenollar
-Editorial MEDITERRÀNIA, Sr. Eduard Fornés
-Editorial MOLINO, Sra. Mar Peris
-Editorial MOLL, Sr. Francesc de B. Moll
-Editorial PAGÈS, Sr. Ramon Badia
-Edicions del PIRATA, Sra. Maria Grau
-Editorial SALAMANDRA, Sr. Joan Milà
-Editorial SERRES, Sra. Poppy Grijalbo
-Edicions TÀNDEM, Sra. Rosa Serrano
-THULE Ediciones, Sra. Arianna Squilloni
-Editorial TIMUN MAS, Sra. Cristina Feliu

* Manifiesto leído en el Salón del Libro de Barcelona 2006.

22 de noviembre de 2006

herramienta

El Consell Català del Llibre per a Infants i Joves (CCLIJ) es un organismo que desde 1982 trabaja para la difusión y la promoción de la literatura infantil y juvenil en Catalunya. Es una entidad sin ánimo de lucro que colabora con un montón de organizaciones, entre ellas, el International Board on Books For Young People (IBBY), o la Organización Española para el Libro Infantil (OEPLY).
Ayer por la tarde, el el II Saló del Llibre de Barcelona, el CCLIJ presentó un ambicioso proyecto: el Diccionario de autores y autoras de literatura infantil y juvenil en catalán. En la presentación, Marta Vilagut, la presidenta del CCLIJ, dijo que a partir de hoy miércoles el diccionario estará consultable en la red.
Para aquellos que estéis interesados, puede ser una herramienta muy útil. Lo encontraréis aquí:

21 de noviembre de 2006

Para qué da Unamuno (fragmento de novela inédita)

El profesor universitario Epicteto Morrón Villanueva, profesor titular del Departamento de Literatura Española de la Universidad Autónoma, se concentra en chupar con arte el pezón de la desconocida que le abordó esta tarde, al terminar su conferencia sobre Aspectos ornitológicos y volátiles en Miguel de Unamuno en el curso organizado en Toledo por la Universidad de Castilla-La Mancha.

Para seguir leyendo, AQUÍ

20 de noviembre de 2006

vitae

Hasta los 4 años, no se da la madurez de las estructuras límbicas del cerebro. Hay memoria precaria, pero no recuerdos.

«Hasta ese momento», dice Pascal Quignard, «uno vive. No se mira vivir»

Hoy, por aquello de la coherencia, más del autor francés en El Reino de Venus.

19 de noviembre de 2006

pensamiento de fin de semana

La vocación es la estrategia. El oficio y la técnica son el despliegue de fuerzas.
El éxito de la operación siempre depende de la oportunidad.

18 de noviembre de 2006

La santa cena, un 'micro' de Jordi Cantavella*

Jesús reunió a sus doce discípulos en un restaurante de los caros.
Después de pedir el café y las copitas de rigor, el Mesias solicitó silencio golpeando una botella con una cucharilla.
—En verdad os digo que uno de vosotros me traicionará.
En aquel momento dieron aviso de que Judas se había marchado sin pagar y que además había robado treinta monedas que alguien había dejado de propina en un platillo.
Pues bien, con los años, las cosas se exageran.


* Jordi Cantavella nació en Barcelona en 1967. Ha publicado tres novelas, Neopàtria (2002), La tètrica història de la Roser (2003), Pudor de cadàver (2006) y dos libros de cuentos, El Vals de la claveguera i Paper higiènic, todos en catalán. A éste último pertenece el cuento seleccionado y la traducción es de... pero, ¿de quién va a ser? Pues eso.

17 de noviembre de 2006

Harold Pinter

Cada obra fue para mí un tipo diferente de fracaso.
Y este hecho, supongo, me puso a escribir la siguiente.

La habitación / El amante
Losada, 2006

16 de noviembre de 2006

Petrus 226 (o ¿de quién es la grapadora?)

La grapadora era de línea clásica, cromada, con apertura frontal antibloqueo para cien grapas, capacidad de grapado de cuarenta hojas, 345 gramos de peso y cinco años de garantía. Llevaba la marca y el modelo escritos en un lateral. Samuel tenía el mal vicio de jugar con ella mientras estaba concentrado en la lectura de los originales pendientes y aquel día la había dejado desmayada y abierta sobre la mesa nada más ver aparecer en la oficina a Nora empujando su carrito de bebé. Fue un despiste fatídico.

Para leer más, AQUÍ

15 de noviembre de 2006

Ramiro Pinilla, Dashiel Hammett y la forma de estar en el mundo

Si un autor quiere transmitir que la mujer vestía ropas que combinaban dos azules y que estos colores armonizaban igualmente con sus ojos, Dashiel Hammett lo reduce a esto: «Iba vestida en dos tonos de azul, elegidos pensando en los ojos». Es lo mismo, pero también es otra cosa.
Si un autor desea contar que su personaje, para aquella ocasión, se había acicalado de manera no habituyal en él y arrostraba el cambio con todas sus consecuencias, Raymond Chandler así lo describe: «Estaba aseado, limpio, afeitado y sereno y no me importada que se notase». Es lo mismo, pero...
Se trata de un propósito del creador de hacerlo especialmente así, de gastar tiempo en ello: el motor de su paciencia es la fe en el resultado de lo que busca. ¿Cómo se alcanza este propósito? Sospecho que, más que de voluntarismos literarios, depende de emanaciones de la propia personalidad del escritor, de una manera de ser, de una forma de estar en el mundo.

Del prólogo a Nanga, primera novela de Willy Uribe
Leqtor, Barcelona, 2006

* Por cierto: la de la foto, es la última forma de estar en el mundo de Dashiel —Samuel D.— Hammett

14 de noviembre de 2006

Lo que se piensa pero no se dice

Almuerzo con editoras. Alguien explica que en una carta al director de La Vanguardia una señora se queja del último García Márquez, ése que se vendió, sin que nadie supiera cómo ni por qué, cuatro veces más que cualquiera de los libros anteriores del Nobel colombiano (¿será la enfermedad? ¿su edad? Los compradores son muy raros...). Yo aventuro una razón: Memoria de mis putas tristes es breve, seguramente va a ser la última novela que publique en vida y es de esos libros que hay que leer para haber leído. En fin. La señora de la carta al director está escandalizada por la temática de la historia. No sé si por el título, que también hay quien considera feo esas sonoras "putas", aunque son, sobre todo, honestas. Y musicales.
La capacidad de escándalo está barata, todo el mundo la lleva encima para cuando sea menester. La señora de la carta al director decía que la última entrega de Gabo era la novela de un pedófilo y se preguntaba, con ese tono indignado y soberbio de quien cree tener moralmente la razón, cómo se atreve, un hombre como él, a sus años. Como si a los ochenta uno no pudiera —o no debiera— tener perversiones. En mi almuerzo con editoras nadie le quitaba la razón a la señora de la carta. Sólo yo me atreví a decir que la literatura no es política, y por tanto no tiene por qué ser correcta, sino todo lo contrario. La literatura es provocación, escándalo, ir a contracorriente. Todo ello para emocionar, que es el fin último de toda obra de arte. Que el día en que la literatura deba ser correcta en todo, como la niña de buena familia que nunca más será, dejaré de escribir y, muy probablemente, de leer novedades. Que me refugiaré para siempre en Celine, en Rimbaud, en Nabokov, en De Quincey o en Jelinek
Debo reconocer que la capacidad de escándalo general me lleva a un infantil juego a la contra. No lo puedo evitar, ¡es tan divertido jugar a escandalizar lectores, potenciales escritoras de cartas al director, editores convencidos de que para agradar a muchos hay que limar todas las asperezas! Corre una el riesgo de caer en la facilidad, porque cuando el escándalo está tan barato, la provocación es cualquier cosa. Por esa empatía tan criticable como cualquier otra, defiendo a Elfriede Jelinek, la premio Nobel de hace un par de años, con garras y dientes. Para ser sinceros, la defiendo mucho más de lo que la disfruto como lectora. Su literatura —¿será culpa de la traducción? Que me perdone Carlos Fortea, el traductor de lo último que leí de ella— avanza a empellones, sin un hilo del que se pueda tirar, con la misma rudeza que gastan sus personajes, femeninos y masculinos. La Jelinek justifica su literatura por la opresión que la ultraderecha austriaca ha ejercido sobre intelectuales como ella. Sin embargo, creo que la provocación directa de sus novelas sienta muy bien a lectores de cualquier nacionalidad: los zarandea, los despierta de su letargo, les abofetea en las mejillas. Incluso en casos como el mío en que su lectura no provoca un gran placer.
La literatura de Elfriede Jelinek debería recomendarse con fines terapéuticos. Os aseguro que después de leer a esta chica mala, la gente estaría mucho menos susceptible. Eso no va a pasar, qué lástima. Sin embargo, no hay que dejar de celebrar su existencia. Menos mal que nos quedan Jelineks y que a García Márquez aún le inspiran algo las jovencitas, suspiro con alivio cuando conozco casos como los de la señora de la carta al director.
De la supuesta pedofilia de García Márquez, navegantes, podríamos hablar uyn día de estos. Vaya por delante que llamar pedófilo a Gabo es como afirmar que Ágatha Christie era una asesina reincidente.
Un apunte imprescindible: la literatura es el terreno de lo que se piensa pero no se dice. Es el terreno de lo que sólo unos cuentos se atreven a poner por escrito. Elfriede Jelinek se atreve a describir brutales violaciones del director de una fábrica de papel a su mujer en Deseo o nos cuenta cómo una madurita con tendencias masoquistas se practica una ablación de clítoris en su bañera por mero deporte en La pianista. Al lado de esta dama, Gabo queda como un viejito chocho en guayabera. ¿Se imaginan qué habría hecho Jelinek con la niña dormida de la novela de Gabo? Mmmm, yo sí.

13 de noviembre de 2006

El ruido y la furia (fragmento más o menos autónomo de mi novela inédita El síndrome Bovary)

Las noches son, desde que nació Luis, un suplicio. Los bebés vienen al mundo con el empeño innato de fastidiar a sus mayores, algo que consiguen con asombrosa facilidad. Más cuando su madre profesa a ciegas la fe en determinadas organizaciones, como la Liga de la Leche, una confraternidad láctea universal que defiende con vehemencia las virtudes de la teta a todas horas y carga las tintas contra otras teorías, como la alimentación programada según un horario. Valentín está convencido de que La Liga de la Leche no es más que una estratagema política de la peor calaña: el viejo lobo de la sumisión femenina a los roles de esposa y madre disfrazado de la oveja moderna de la alimentación sana y los hábitos saludables.

Si queréis más, navegantes, lo tenéis AQUÍ.

* Sólo para los que lleguéis al final: en unos días, tendréis la respuesta a la pregunta de Valentín.

12 de noviembre de 2006

La mirada ajena

11 de noviembre de 2006

Stephen King

«Mi trabajo consiste en hacerles olvidar a ustedes que tienen una cita, hacerles descuidar lo que tienen en el fuego... Si apagan la luz y sienten miedo de lo que hay bajo la cama, entonces, he ganado»


No os perdáis la crónica/entrevista/homenaje publicada hoy por Jacinto Antón en El País, AQUÍ

10 de noviembre de 2006

Abacus, Barcelona, jueves 9 noviembre 2006





En las fotos 1, 2 y 3: con Alicia Soria, editora de Ediciones B, y Jaume Balagueró, director de cine y presentador de excepción (por cierto, la próxima entrada estará dedicada a su cine).
En la 4: Sandra Bruna, Francesc Miralles y Jordi Cantavella, contándose cosas.
Fotos: Deni Olmedo.

9 de noviembre de 2006

Escribir con un mapa

Recomienda Robert Louis Stevenson a sus colegas presentes y futuros que nunca se sienten a escribir sin pertrecharse de un almanaque y un mapa. Dice que esa agudeza librará a más de uno de deslices muy fáciles de evitar, como por ejemplo… y llegado a este punto cita dos de los deslices más divertidos de Walter Scott, a quien —aseguran—admiraba mucho: en uno de ellos, el romántico escritor logra con su pluma la proeza de que el Sol se ponga por el Este. En el segundo, dos jinetes que viajan con sus monturas a gran velocidad llegan a alcanzar una media de crucero que ni el desguazado Concorde. En fin. Que no hay novelas —ni novelistas— perfectos es algo que seguirá alegrando por los siglos de los siglos a los enemigos de los novelistas.
Escribir con un mapa y un almanaque. Curioso consejo. Acaso Homero hubiera sabido que Penélope envejeció si hubiera tenido un almanaque a mano. Tal vez don Quijote hubiera sido de un lugar muy concreto de La Mancha si Cervantes hubiera dispuesto de un mapa. Nunca lo sabremos. Sin embargo, sí tenemos noticia de algunas ocasiones en que el proceso ha tenido lugar al contrario: un escritor, que tal vez en ese instante ni siquiera sabe que lo es, dibuja un mapa a partir de los dictados de su ensoñación. Sólo luego tiene la certeza de que a ese territorio imaginado le hace falta un sustrato de ficción, una historia.
Con el trazado de un mapa empieza la escritura de una obra paradigmática del siglo XIX: La isla del tesoro. Para entretener a Lloyd, el hijo de 13 años de su esposa Fanny, Stevenson dibuja en una hoja cualquiera la cartografía de una isla inexistente. Inventa hasta el último rincón de ese territorio inexplorado, hasta que nada en él queda sin nombrar. En alguna ocasión cuenta Stevenson cómo disfrutó bautizando las calas, las playas, las islas… Dando a entender que en realidad la cuestión no era tanto un reto cartográfico, o geográfico, sino filológico y toponímico.
De hecho, John Ronald Reuel Tolkien nunca se consideró a sí mismo un escritor, sino un filólogo. Cuando ideó la Tierra Media, o la Comarca, los escenarios de su tan llevada y traída El señor de los anillos, no estaba en realidad esbozando el escenario de ninguna acción, sino jugando a crear un territorio que mantuviera una coherencia estrictamente filológica en sus topónimos. Bebió de fuentes tan distantes como las leyendas germánicas, las lenguas nórdicas o ciertos rasgos de las mitologías grecolatinas y, finalmente, creó a Bilbo Bolsón y a todos los portadores, más o menos afortunados, de ese anillo que corrompe como siempre lo hace el poder, porque es el poder mismo.
Seguro que Tolkien tuvo siempre muy presente su mapa de la Tierra Media mientras escribía. De hecho, en su relato, la cartografía ideada por él mismo, cobró una importancia fundamental. Tanta como la tuvo la de la isla de Stevenson en su clásica novela. Sin embargo, Stevenson no tuvo suerte, ya que el mapa original se perdió y nunca más fue recuperado. Escribió los primeros capítulos de su Isla del tesoro de corrido, a raíz de uno por día, mientras el interés de su auditorio —formado por Lloyd y por otros miembros de la familia, entre ellos su propio padre— iba creciendo. De este modo dio por terminada la primera parte del libro. Luego llegó la duda, ese hemistiquio a veces insalvable en la escritura de toda novela. Stevenson dudó si debía terminarla. Finalmente lo hizo. La novela se publicó —huérfana de mapa— en la revista para jóvenes Young Folks. Fue un éxito tan inmediato que no tardó en publicarse en forma de libro y en reportar una merecida fama a su joven autor. Sin embargo, Stevenson narra esta época a partir de la desolación de no haber sido capaz ni de encontrar su mapa ni de dibujar otro igual.
No es extraño. Lo que ya existe es susceptible de adoptar cualquier nombre, incluso el de los sueños —lo supieron los conquistadores del llamado Nuevo Mundo al bautizar a la Patagonia o California con nombres que habían robado de las novelas de caballerías más leídas de su tiempo— pero, ¿cómo pensar en nombrar lo que ni siquiera está en la memoria? Stevenson respondió a esa pregunta con una novela perenne.

8 de noviembre de 2006

¿Gustáis?


Mi ensalada favorita, con higaditos de pollo y queso de cabra.
La cociné para Moni, quien primero la fotografió y luego se la comió.

7 de noviembre de 2006

Laura y Julio, Juan José Millás

«El alimento favorito de la mezquindad es el miedo.»
*

«El escritor más puro es el que no escribe.»
*
«Sólo nos enteramos de lo que ya sabemos.»
*
«A veces, en la vida, se encuentran cosas nuevas, pero siempre como efecto secundario de buscar las antiguas.»
*
«Lo que se escribió pensando en el público ingenuo, que es el lector natural del género novelesco, es en la actualiad pasto de sabios y eruditos. La única forma de relato viva es la telenovela, en parte porque nos acerca al género oral, del que procedemos.»

Seix Barral, octubre de 2006

6 de noviembre de 2006

Bienvenidos a El Reino de Venus

Queridos navegantes, desde hoy tengo el placer de invitaros a formar parte de un nuevo sitio en el ciberespacio, un nuevo blog: El Reino de Venus. Es un trabajo a cuatro manos que durante algún tiempo informará del proceso de escritura de dos novelas: una de Francesc Miralles y una mía. Tienen muchas más cosas en común de las que podáis pensar, aunque a priori parezcan muy distintas.
Francesc y yo adoptaremos, en ese espacio inventado, la personalidad del bifront dios de la mitología romana Jano. Bajo esa personalidad intervendremos a días alternos. Buscaremos, como siempre, la complicidad con el lector, y también vuestra diversión (y la nuestra, para qué negarlo).
Para formar parte de este Reino de privilegiados, sólo tenéis que hacer click en la dirección que aparece abajo (o en el segundo enlace de la lista de la derecha). Esperamos veros mucho por el Reino de nuestros sueños, navegantes.

5 de noviembre de 2006

Estáis todos invitados *



* Debo decir: la frase grandilocuente, claramente comercial, que puede leerse en la invitación (todo eso de "la primera novela de terror escrita en España por una mujer") no es cierta. Dos de mis autoras más admiradas son mujeres y han practicado con mucho acierto el género: Pilar Pedraza y Elia Barceló. También Emilia Pardo Bazán tiene por ahí algún cuento de temática sobrenatural... Eso, a vuelapluma. Seguro que hay más. Pero, ya sabéis: a los editores no hay que tomarles nunca demasiado en serio.

4 de noviembre de 2006

Horizontes, horizontales (IV): Tarraco



Visita la entrega anterior

3 de noviembre de 2006

Invisibles

Ya es posible volver invisible un objeto, leo en el periódico, que no deja de darme sorpresas, cuando no disgustos. No me preguntéis cómo ni por qué, pero tiene que ver con la fibra de vidrio y también con la obviedad de que las personas estamos hechas de distintos materiales. Lo que de verdad me interesan son las aplicaciones del invento. por el momento, más bien escasa: sólo lo han conseguido com un pedacito de cobre de cinco centímetros y gracias a la visión en microondas (como lo leo lo transcribo, aunque la preposición me inquiete y confunda) interesa dejar constancia de que la preposición me inquieta y confunde. Siguen algunos datos objetivos, de aquellos que resultan entendedores e incluso pueden llegar a ser lógicos. Por ejemplo: ¿os parece cosa de magia o del maletín de James Bond esto de hacer desaparecer objetos a la vista? Pues entonces os resultará coherente que todo un Sir británico se encuentre tras la noticia: un tal Sir John Pendry. Y llegado este punto, todos nos estamos preguntando: ¿Y quien paga a Sir Pendry para que pueda trabajar con la tranquilidad que estas cosas de la invisibilidad requieren? ¿Un filátropo protector de las ciencias que cree en el progreso del mundo por caminos insindables? ¿Un mecenas fan de Juan Tamariz? Pues no. Las investigaciones de pendry las financia el Ministerio de Defensa de Estados Unidos, cuyos miembros salvan cual perros de Pavlov sólo de pensar qué aplicaciones militares puede tener el invento del británico Pendry. ¿Enviar invisibles detectives a casa de cada uno de los ciudadanos sospechosos de algo según el criterio del preclaro Bush? Esa medida, desde luego, resolvería el problema del desempleo. ¿Crear un cuerpo de torturadores invisibles? ¿Crear la máquina eléctrica invisible, que mata igual pero con disimulo infinito? ¿Proclamar una ley de invisibilización obligatoria para mexicanos en particular y latinoamericanos en general?... Aunque sólo con fines militares ya imagino un montón de ventajas. Por ejemplo, un batallón de soldados invisibles lo tendría mucho más fácil para violar y asesinar a familias enteras en Irak y ahorrarse las siempre latosas consecuencias.
Aunque en lo doméstico también yo salivo cual mascota pavloviana. Pienso en las aplicaciones que la cosa pueda tener en la casa del futuro, esa que preconiza Bill Gates. Sería de gran utilidad hacer invisible la factura del teléfono, al niño que vuelve del colegio o incluso la mancha insoluble de la alfombra. Para no hablar de otras aplicaciones nacionales: invisibilizar a los subsaharianos que se empeñan en viajar en pateras, para que nadie pudiera contarlos, ni repartirlos, ni siquiera recibirlos como es debido. Tampoco les veríamos morir. Y ya puestos, volvamos invisibles a los que duermen en los cajeros, a los terroristas, a los jefes del partido al que no votaremos jamás, a la suegra que nunca atiende, al yerno con pendiente en la nariz, a los lunes por la mañana, al mes de septiembre, a los cinco días antes de cobrar... Es un filón, esto de los candidatos a desaparecer. Vaya, aún será verdad que Pendry estudia algo realmente útil.
Y, en el preciso instante en que todo lo que no nos gusta haya desaparecido de nuestro mundo, dedicaremos las largas tardes de los domingos a subir y bajar las persianas de nuestra casa inteligente. Arriba y abajo, como idiotas, durante horas. Arriba y abajo.

2 de noviembre de 2006

Especial Día de Muertos (III): Relatos que me asustaron

Un matrimonio maduro, con un hijo de más de veinte años, recibe la visita de un amigo que vuelve de La India. Les trae como regalo una pata disecada de mono, un supuesto amuleto que ha comprado a un bamán con el poder de conceder los tres deseos que le sean solicitados por una misma persona. Cuando se va el amigo, el matrimonio habla de la necesidad de dinero que les acucia (necesitan una cantidad concreta, pongamos, 30.000 euros) y del nuevo trabajo en la construcción de su único hijo, que está muy ilusionado por su incorporación al día siguiente. El hijo sugiere pedir la cantidad que necesitan a la pata de mono, pero los padres desestiman la idea. Por la noche, cuando ya todos duermen, la madre se levanta, se acerca a la pata de mono, la sujeta y murmura el deseo: «Quiero 30.000 euros».
Al día siguiente, la vida transcurre como siempre. De hecho, no ocurre nada anormal hasta última hora de la tarde, cuando el capataz del nuevo trabajo del hijo llama a la puerta muy compungido y les anuncia que ha ocurrido un terrible accidente: su hijo ha muerto, aplastado por una pesada grúa. También les notifica que el seguro de vida que la empresa contrata para todos sus trabajadores prevé una compensación de 30.000 euros ante tamaña pérdida.
Poco después del entierro del joven, la madre, destrozada, vuelve a recurrir a la pata de mono. Lo hace de nuevo a escondidas del padre y de noche: en mitad de un llanto desconsolado le pide al amuleto que haga regresar a su único hijo.
La historia se cierra con una velada de los dos maduros esposos junto al hogar. Parecen veinte años más mayores que al comienzo. Ninguno de los dos tiene ánimos para irse a la cama, y eso que son altas horas de la madrugada. De pronto se oyen unos golpes terribles en la puerta de entrada. No es el modo de llamar de una persona normal, y menos a esas horas. Los dos se miran, comprendiendo. El marido le pregunta a su mujer: «¿Le has hecho volver?». La mujer le responde: «No podía hacer otra cosa. Es mi niño». Ella se levanta, inquieta, pero ilusionada, a abrir la puerta, pero en el último momento, mientras los golpes se hacen cada vez más fuertes, se decide a mirar por la ventana. Entonces lanza un grito, busca a toda prisa la pata de mono y grita, horrorizada y sin dejar de mirar afuera:
—¡Regresa a tu tumba, hijo! ¡Regresa a tu tumba!


En fin, navegantes. Respirad hondo. Relajaos. No es más que un cuento. Uno magistral, por cierto, de raigambre popular, pero escrito por W.W. Jacobs en 1902, y llamado, precisamente, La pata de mono (The Monkey's Paw). Se incluye en su libro de cuentos La dama de la barca, que en España publicó Valdemar (claro) en el año 2000 bajo el título de La pata de mono y otros cuentos macabros. Se trata de un relato muy antologado, y no es raro hallarlo en recopilaciones del género. También existe una versión (escalofriante) en teatro, que firmó Louis N. Parker.


Aunque lo mío son los relatos de terror victorianos, me voy a permitir, para terminar este especial que nos hemos marcado junto con César Mallorquí The Biggest (su última entrega está hoy en La fraternidad) , recomendaros algunos de mis libros de terror favoritos de todas las épocas:
—Otra vuelta de tuerca, Henry James: la clara inspiración de Los otros, de Amenábar. Sólo flta Nicole Kidman.
Monkton el loco y otros cuentos de terror y misterio, de Wilkie Collins. Es un maestro agarrando al lector por el pescuezo desde la primera línea.
El monje, Matthew G. Lewis: sadismo, inteligencia y seducción a raudales. ¡Y del siglo XVIII!
Danza macabra, Stephen King. Lo último del autor que más vende y más bodrios hace es, para variar, bueno: un ensayo sobre sus recuerdos terroríficos.
Narrativa completa, vol. 1, de H. P. Lovecraft. También en Valdemar. Ya tocaba. Es impresionante. ¡Y vendrá un segundo tomo, hurra!
Guía de casas embrujadas del mundo, Francesco Dimitri. ¿Queréis conocer la diferencia entre una aparición, un espectro, un fantasma y un poltergeist? ¿Saber lo que hay que hacer si percibís presencias sobrenaturales en el sofá de casa? Dimitri lo aclara todo. Es novedad de noviembre de Alba editorial, y muy entretenido. El capítulo sobre los fantasas de la Casa Blanca no tiene desperdicio. Os hablaré de ello, algún día, lo prometo.
13 cuentos de fantasmas, de P. D. James. No confundir con Henry James.
Dulces sueños, de Robert Bloch. A veces es ingenuo, pero funciona.
Vampiras, antología temática, cómo no, también en Valdemar. Atención al último cuento: versión vampírica de Blancanieves, enanitos monstruosos incluidos.
Y hasta aquí hemos llegado, aterrorizados navegantes.
No os perdáis lo que viene ahora: el día 6 comienza El reino de Venus. ¿Qué es? Ahh... tendréis que dejaros caer por aquí para descubrirlo.

1 de noviembre de 2006

Especial Día de Muertos (II): Tipología del terror cinematográfico

Como imagino que en La fraternidad, el blog de César Phenomenon Mallorquí, todos encontraremos sabias referencias a filmografía terrorífica, yo he preferido para esta segunda entrega de nuestro común especial del Día de Muertos ablar del séptimo arte a partir de la elaboración de un listado de mis filias ymis fobias en lo que a cine de terror se refiere.


1) DETESTO...
El cine de miedo que me mata a sustos, en el que la elección de la banda sonora parece obra de un desequilibrado o de un sádico; aquellas películas que confunden terror con náusea y se empeñan en mostrarme brazos seccionados, ojos devorados por bichos, corazones palpitantes en pechos abiertos como armarios.; las cintas acerca de asesinos brutales que matan porque les toca y punto; en general, el gore; en general, las secuelas de los grandes clásicos del terror cinematográfico, que no hacen más que exprimir lo que ya no suelta ni gota de jugo; las parodias de las películas de terror; las versiones estadounidenses de grandes filmes de terror orientales: los engedros que pretenden darnos miedo sólo porque en la trama hay espectros (o vampiros, hombres lobo...) y las pelis yanquis de casas encantadas (si, encima, hay adolescentes, ya resultan vomitivas).
Así pues, no soporto La matanza de Texas, Re-animator, Pesadilla en Elm Street y sus docenas de secuelas; El exorcista, el montaje del director, todas las Scary-movie, The Ring (la versión estadounidense), The Ring 2 (puaj), Sonámbulos, Alien 4, The Hole, 13 fantasmas, entre muchas otras.


2) ADORO...
Las películas de terror que no abusan de los recursos fáciles pero consiguen que no puedas dejar de pensar en ellas. Aquellas historias cuya originalidad total o parcial te estremece precisamente por eso, por inédita. Por ejemplo: la aplicación al terror de elementos tecnólógicos cotidianos. Los planteamientos argumentales audaces, especialmente si el director los deja para el final y consigue no hacerme sospechar antes. Las buenas adaptaciones de grandes obras literarias del género. Los directores dedicados casi con exclusiva a uno de los géneros más difíciles que existen.
Por eso os recomiendo con entusiasmo algunas de mis películas de terror más visitadas: Poltergeist, Psicosis, La semilla del diablo, Los otros (mañana hablaremos de Otra vuelta de tuerca, la novela de Henry James en la que se basa), El sexto sentido, El bosque (Shyamalan: uno de mis directores favoritos), La maldición (la de Takashi Shimizu), The Ring (la de Hideo Nakata), Alien, el octavo pasajero (y sólo esa), El exorcista (¡no me atreví a verla hasta los 25 años!), El resplandor, Darkness y Frágiles.


Por último, una selección de momentos terroríficos:
—El sonido más escalofriante (¿os asustan los sonidos? A mí, especialmente): el del fantasma femenino de La Maldición.
—La escena más impactante: Mia Farrow devorando un hígado de pollo en La semilla del diablo.
—Las ideas más inteligentes: los planteamientos argumentales de El sexto sentido y El bosque.
—La escena más terrorífica: Nicole Kidman entre imágenes religiosas cubiertas por sábanas blancas en Los otros.
—El comienzo más terrible: Los sin nombre, de Jaume Balagueró (Emma Vilarasau está espléndida), mi director español favorito.
¿Os animáis a compartir vuestra propia selección de «momentos»?

No he querido marcharme sin dejaros, navegantes, en la mejor de las compañías: la de estos tres simpáticos amiguitos. No olvidéis visitar La fraternidad de Babel. Estará de miedo.