ADIÓS, CAMARADAS
Antonio Carballo
Premio de Novela Mario Lacruz. Funambulista, Madrid, 2007. 248 páginas. 16,50 €
Lo peor de este libro son sus dos textos introductorios. El primero, firmado por Max Lacruz, descabeza los premios literarios –con algunas referencias concretas de dudoso gusto- a la vez que ensalza el felizmente recuperado premio dedicado a la memoria de su padre. Habla también de la decisión de premiar primeras novelas, sin duda encomiable y valiente, pero no única. Después de leer el prólogo de Lacruz cualquiera podría pensar que no hay en este país más premio limpio que el suyo ni otro buen editor sino él.
El prefacio, que viene a continuación, lo firma un (por mí) desconocido Juan Cruz Cantudo. Una se pregunta por qué tanto acompañamiento a una novela, cuando el texto se defiende por sí solo. Pero el recelo aumenta mucho después de leer esta segunda introducción, donde se nos dice tantas veces (un total de ocho) que estamos ante una "buena novela" que llegamos a desconfiar de ello. Pondera Cruz, en un texto flojo y deslabazado, la prosa “sencilla y sin abalorios, espontánea”, de Carballo e insta al lector a la relectura de un texto “que encierra más de lo que pensaba” para terminar diciendo: “No le busque tres pies al gato. No hay mensaje, ni hay gato”. Pues vaya.
Lo que queda claro es que la novela de Carballo -ninguna, en realidad- no necesitaba tantos padrinos. Se defiende muy bien por sí misma desde la primera línea, en la que su protagonista, nada menos que un astronauta ruso nacido el mismo día en que se lanzó el Sputnik, cuenta su vida, de principio a fin. Eso sí: su prosa es de todo menos “sencilla y sin abalorios” y, si no, juzgad vosotros mismos: “avizorando los promisorios senderos de mi carrera…”. En la misma línea, no hay que perderse el barroquismo de la escena sexual de las páginas 123-125, donde una mujer termina rindiéndole a nuestro astronauta “sus tropas de retaguardia”. Qué bonito. En fin, sólo pecadillos que hacen el estilo de esta primera obra algo irregular, pero fácil de pulir.
Hay pasajes muy diferentes a los glosados. Pocos narradores he conocido que se queden tan anchos después de escribir frases como: “Fui admitido definitivamente en el programa espacial”. Y que, además, sean capaces de desarrollar una trama como ésta y de llenarla de suspense –el episodio de la falsa muerte del protagonista, por ejemplo-, emoción y humanidad. La novela, a la cual no son ajenos tampoco lo que su autor –con prosa nada “sencilla y espontánea”, insisto- llama “los retorcimientos de la historia”, se lee de principio a fin como lo que es: una parábola de dimensiones gigantescas de lo que los totalitarismos pueden hacer con los hombres.
¿Se os ocurre qué clase de autor podría escribir en buen español algo así? Por supuesto: un cubano. Antonio Carballo lo es, nacido en 1954. Tres años antes del Sputnik.
* Una versión algo más breve de esta crítica se publicó en El Cultural (El Mundo) el pasado jueves 7 de junio.
1 comentario:
Hola, Care. Ayer vi en La tormenta en un vaso un comentario que te nombra a ti. Te lo pongo:
"Paz Vega López dijo...
Buenos días, Banda aparte, ¿habéis oído hablar de la Biblioteca Gálvez? Es un caso más raro que el de Roberto Bolaño, un autor de cuyos títulos se dignó, en crítica de ensueño, un miebro aparte de vuestra Banda: Care Santos.
YO, vuelvo. Y también hablaré, aparte, de esta nómina de autores aparte.
Os digo dónde:
http://laimpresionantepazvegalopez.blogspot.com/
¡Hasta pronto!
09 junio, 2007 06:18"
Me gustaria saber si tú has hecho una critica tan buena de ese autor o és todo un montaje, ya que tus criticas son siempre muy acertadas y la que haces hoy es un ejemplo.
Gracias.
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