Hoy el marqués de la Brocca ha querido saber
si echo de menos mi ciudad. Bueno, es probable, le he dicho. Aunque mi recuerdo
se posa más bien en lo concreto. Echo de menos a mi madre, a mis amigos, el
sonido de las campanas de Santa Anna tocando al amanecer, el sol tibio de otoño
dorando los árboles mustios de La Rambla, el mar visto desde la Muralla en un
día de frío, los vendedores de carquinyolis,
los de libros de los Arcos Viejos de los encantes, el bullicio de moda de la
plaza del Palacio, las fiestas de Carnaval en la Lonja, el cielo azul de cada
verano, los cafés de la plaza del teatro, los dramas exacerbados de Altés, las
castañas asadas, las reuniones en casa de Rojo, los campanarios huérfanos de
los conventos…
—Hijo —me ha interrumpido el
marqués—. Bastaba con un sí.
1 comentario:
¡Qué ganas! :D
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