Escucho las Suites para cello solo de Bach, como tantas otras veces. Entra un sol calentito por la lucerna. Estoy sola en casa. Cierro los ojos para ver claro lo que escribo. Chesil Beach, la última novela de McEwan me mira con impaciencia desde la pila de libros que tengo pendientes. Como si ella también me tuviera ganas a mí. La versión de las suites que he escogido hoy es la de Rostropovich. No me gusta tanto como la de Yo-Yo-Ma, pero así varío. Escuchar siempre la misma versión de las suites me hace dar cuenta de que siempre escucho lo mismo. Hace más de 15 años que escribo con esta música, que sigue pareciéndome inédita y sorprendente, absolutamente sensual. A veces oigo respirar el violoncelo y es como si estuviera acompañada de una presencia espectral. Alguien me preguntó una vez por qué, si hablo de violoncelos con tanta pasión, nunca me he planteado tomar clases de este instrumento. Le contesté: «Porque no hace falta. Es más necesario que haya gente que escuche».
A veces pienso lo mismo de la Literatura y me pregunto si no sería mejor dedicarse a leer.
Deberes de Adrián (6 años) para semana santa: recopilar datos sobre tortugas.
Planes para el fin de semana: Leer un manifiesto el sábado por la tarde en la Plaza Santa Ana de Mataró, con motivo del Día Internacional de la Mujer. Cuando llega el momento de salir de casa, siempre me arrepiento de haber aceptado hacer cosas como esta. Cuando regreso, me alegro de haber aceptado y de haberlas hecho. Antes del manifiesto, toca compra. No tenemos patatas. Nos apetece lechuga francesa. Los niños quieren fresas para emular a la rata de Ratatouille y mezclarlas con queso mientras ponen cara de éxtasis. Y yo quiero flores. Regresa mi faceta más primaveral y biofílica: cuando llegan las temperaturas agradables, recuerdo de pronto que en el mundo hay plantas. Compro unas cuantas y las instalo en el balcón. Durante un tiempo, incluso las riego. Hasta finales de septiembre, más o menos, momento en que pierdo todo interés y las dejo morir. Hasta la primavera siguiente, cuando todo vuelve a empezar.
Hoy he hecho un insólito descubrimiento lingüístico: en catalán, la nictalopía es la hemeralopía y la hemeralopía es la nictalopía. Buscas "nictalopía" en el diccionario y te dice: «Trastorno ocular consistente en la disminución de agudeza visual por la noche o con poca claridad. Se utiliza generalmente, de una manera errónea, con el significado de hemeralopía». Y si buscamos hemeralopía obtenemos: «Trastorno visual consistente en la disminución de la agudeza visual durante el día o con mucha claridad. Se utiliza generalmente, de manera errónea, con el significado de nictalopía». Esta contradicción me ha llevado a investigar si en castellano ocurre lo mismo y he descubierto que sí, pero peor.
Según el DRAE, la "hemeralopía" es el «la pérdida de visión cuando la iluminación es escasa». La "nictalopía", por el contrario, es la «cualidad del que ve mejor de noche que de día». Ergo, son palabras idénticas a las catalanas que, sin embargo, significan todo lo contrario.
Pero cuando he consultado el María Moliner he decidido rendirme. La célebre "mujer que escribió un diccionario" no incluyó el término "hemeralopía" en sus páginas, pero da la siguiente definición de "nictálope": «Se aplica a la persona o animal que ve mejor de noche que de día o que, por elcontrario, tiene dificultad anormal en ver con luz escasa». Es decir, que según maría Moliner "nictálope" es el que ve mejor de noche y, al mismo tiempo, el que ve mejor de día.
O María Moliner lo vio tan complicado como yo y se ahorró problemas condensando ambas definiciones en una (que no añadera leña a la contradicción, subrayándola). O podemos tomar ejemplo y comenzar a nombrar contrarios usando una sola palabra. Seguro que resulta muy divertido.
Hay una niña nueva en la clase de mi hijo Adrián. Se llama Bianca. Mi hijo dice que es "tortuguesa".
La imagen de hoy: fresas. Del blog Lujuria con sabor a fresa.
4 comentarios:
ver Yo-Yo-M(e) -siempre lo mismo, misma versión, idéntica, exacta, estar defendiendolo, haber llegado a no darnos cuenta-
ganas leer más
No es tanto sino más
leer
Usted toca el cello, chello, cielo, según diccionarios
Gracias, Care, por la visita. Soy un novato en estas cosas y no sabía que tenías un blog. A partir de ahora me tendrás entre tus asiduos.
Bendita la vez que, subiendo al palomar de una calle con aromas de queso, me encontré con una moza que me descubrió a Bach y sus suites de la mano de Yo-Yo-Ma. Y yo que no entiendo ni jota de música pero que me emociono con ella como un niño con una piruleta (o con una playstation 3)no puedo por menos que estar de acuerdo contigo. He avanzado, no obstante, y ahora, incluso me atrevo con las variaciones Goldberg. Ya ves.
Y de libros también te querría hablar, y de cenar juntos, por ejemplo, y de llamarte, pero he preferido, no sé por qué, colarme aquí dentro, en esta ventanita tan pequeña pero confortable que se me ha abierto.
Nada más, pero, ¿quedamos?
Un atrevido, que no lo es tanto.
no he conseguido poner un alias que me identifique, tristemente pues, ese anónimo que tanto dice de mí.
Sé que me encontrarás.
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