«Beth notó un cosquilleo, como si estuviese a punto de pasar algo importante. Tía Evelyn no le quitaba el ojo de encima. Beth decidió tomar otro sorbo de refresco, y entonces su tía afirmó tranquilamente:
—Eres un hada caléndula.»
Hay días, en que yo también me siento un poco hada caléndula.
Hoy, sin ir más lejos, he sido un hada. Un hada —ainch— caléndula perdida.
La imagen de hoy: alimento de hadas caléndulas, del blog Chocolateheaven.
El fragmento es de Caléndula y la Pluma de la Esperanza, de J.H. Sweet, recién publicado por Pirueta.
Y os dejo, que se me dispara el azúcar con tanta calendulez. Mañana vendré bruta y en mi línea, lo prometo.
1 comentario:
Eres mi hada preferida.
Y mi demonia preferida, también.
Publicar un comentario