Cada año, alrededor del día del libro, me dan más ganas que el anterior de salir huyendo, de exiliarme en mi montaña mágica particular y regresar cuando no quede en el mundo vestigio de esta locura. Pero nunca lo hago. Al revés: aún no he perfeccionado del todo el arte de decir que no y me veo envuelta en mil cosas que a veces no me apetecen demasiado. La suerte es que luego me animo, y cuando estoy en harina me entusiasmo y consigo olvidar la desgana y el cansancio.
No, no me afectan los años (aún). Es la gripe. Llevo una semana cayendo y creo que esta noche he llegado a mi clímax. Yo no: la gripe. Después de todo, es mejor que sea esta semana que la que viene, en que tengo mil compromisos más. Esta tarde he salido de la radio pensando en mi cama. He cogido el autobús hasta casa pensando en mi cama. He leído un ratito en "Botchan" de Natsume Soseki (ay, estos ratos de lectura en el transporte público, qué placer) pero sin dejar de pensar en mi cama. He entrado al cuarto de mis hijos para darles un beso y les he dicho: «Mamá se va a la cama» (y era sincera). Pero luego he visto el ordenador y he pensado: ¿Y si tengo algún mail urgente? ¿Habrán escrito la editora tal que ya ha leído lo que le envié? ¿Habrá novedades del editor cual? ¿Seguirá en pie el almuerzo de mañana? ¿Habrá alguna respuesta en el blog al post de hoy? Y el ordenador me llama como canto de sirena al que no sé oponer resistencia.
Una curiosidad que he hecho hoy: pasar por un supermercado a comprar media docena de litros de wiskey y otros tantos de ginebra. ¿Alcoholismo? No. Fiesta. Pronto. Informaré.
Y la verdad, lo dejo ya, porque no sé qué diablos hago aquí en lugar de irme a la cama de una vez.
Posdata: Si tenéis ocasión, no dejéis de viajar con el Botchan que acaba de publicar Impedimenta.
La imagen de hoy: una señora que no tuvo mi suerte, y no alcanzó la cama. Del blog Kirai.
2 comentarios:
Mejórate, Care. Hay que tener siempre reservas en las fuerzas. Un abrazo
Ponte buenaaaaaaaaaaaa.
Un abrazo.
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