-Dar vueltas y vueltas hasta marearse por la International Children's Book Fair, o la Fiera Internazionale de Livri per Ragazzi o la Fiera Internacional del Libro para Niños.
-(Consecuencia directa de lo anterior) Preguntarse cien veces por minuto por qué diablos escribo, con la cantidad de gente que lo hace.
-Pensar que no debería haber venido (demasiada gente, demasiada prisa, demasiados libros, demasiados negocios...)
-Alegrarse de estar aquí.
-Hablar con gente a quien te apetece conocer.
-Comer / cenar con gente con quien te apetece cenar.
-Asistir a la subasta de un libro que será la bomba de la temporada que viene (o eso desean sus hipotéticos futuros editores) y ver la cara que se les pone cuando gana la subasta otro.
-Encontrar colegas por los pasillos, y poner cara de ¿y tú qué haces aquí? cuando todo el mundo sabe qué hace el otro aquí (lo mismo que tú, por cierto).
-Conseguir dominar esta terrible claustrofobia libresca (la librostrofobia, neologizo) y dar un paseo en paz, para ver libros y disfrutarlos. Sólo entonces...
-Descubrir algunos autores a quien me gustaría poder leer en castellano. Bernard Beckett (podré leer "Génesis", su última novela, pero a mí me apetecería más que alguien tradujera "Malcom and Juliet" o "Jolt"); Greg Pyers, Erlend Loe, Ellen Hopkins y el estupendo Patrick McDonell, un autor de libros para niños que me ha enamorado con un álbum precioso llamado "The Gift of Nothing" (El regalo de nada).
Y también con otros a quien ya puedo disfrutar en castellano: Oliver Jeffers, por ejemplo (a los que tenéis niños o todavía lo sois: no os perdáis "De vuelta a casa", un precioso cuento publicado por Fondo de Cultura Económica).
-Disfrutar con las ilustraciones de la exposición de ilustradores, envidiando poder utilizar un lenguaje tan universal como el suyo.
-Visitar al Neptuno que preside la fuente junto a la Piazza Maggiore.
-Comerse un helado en la Gelateria Il Gelatauro (calabaza y canela, chocolate a la naranja...mmm) en compañía de Alicia.
-Hablar italiano como si supieras.
-Entrar en una librería del centro de la ciudad como si no hubieras tenido suficiente.
-Comprar pasta fresca y mortadela para llevar en Tamburini, una tienda histórica. En la bolsa dice: "antica salsamenteria bolognese". ¡Qué bien me van a recibir en casa!
La imagen de hoy: de Pablo Zweig uno de los ilustradores descubiertos en la muestra, dedicada a Argentina como país invitado.
5 comentarios:
qué me traerás, qué me traerás!
petons
Hola, Soy Dios Convertido En Libro
Buhhhhh
jajaja q miedo doi ehh
k te como gorditaaa
¡Menudo estrés!
Pues no sé si será la alegría del día, pero "The gift of nothing", de Patrick McDonnell, lo publicó en castellano el año pasado (2007) Serres con el título de "¿Nada?" (aquí podeu llegir una ressenya en català). Además, también son suyas las tiras cómicas "Mutts", de las que hay varios tomos editados en castellano que no son demasiado difíciles de encontrar.
Por eso los dones no son gifts
Publicar un comentario