Librería
Palinuro. Libros leídos. Ni viejo ni usados. Palinuro era el piloto de la nave en que Eneas abandonó
Troya, un tipo con una gran responsabilidad. Como lector, Rogés también era un
clásico.
La persiana, a medio abrir.
Pegado a un lado, un cartel escrito a mano: «Cerrado por vacaciones». Al
empujar la puerta, el alborotado campanilleo de otros tiempos. «Toque de
cliente», recordé que decía Antoni Rogés, a quien de pronto esperé encontrar en
su rincón de siempre, atento y ajeno al mismo tiempo, como si la muerte no hubiera
sido nada, un paseo, un entretenimiento, un modo de cambiar los aires densos de
su negocio por otros más livianos.
El olor, el que esperaba. Olor a
naturaleza en descomposición, a objeto que nos aguarda. Y en el interior mi
amiga Virginia, veinte años después de la última vez, en vaqueros, camiseta
rosa de tirantes con una diana en medio del pecho y una escoba en la mano.
—Llegas pronto —dijo— ¿quieres
café?
—¿La cafetera sigue en la
trastienda?
—Sí.
—Yo lo preparo.
—No, no te molestes —Virginia
deja la escoba, se sacude las manos, marca distancias—. ¿Te gusta fuerte o
suave?
—Suave, gracias.
Pensé que conservaba su aire de
abogada pija de siempre. Los detalles la delataban. Al cuello, collar de
perlas. En los pies, unas manoletinas horribles de charol blanco, a las que no
les faltaba ni el ridículo lacito a cuadros. No me pareció un calzado muy
apropiado para hacer limpieza.
—Estoy de inventario —contradijo
mis pensamientos, como si hubiera podido escucharlos—. Hasta ahora no me había
atrevido a tocar nada. Por si papá volvía.
—¿Y cómo te va?
—Fatal.
* Las imágenes son de la verdadera librería Palinuro, en Medellín, Colombia, en la que me basé, en parte, para la de la ficción. Mucho antes, eso sí, escribí sobre ella aquí mismo: De jugadores y partidas.
1 comentario:
Me ha gustado el texto. Muy sensitivo.
Intrigada con estos personajes, y esa Virginia pija, qué hará en al librería? jeje.
Respirando ansiosa la cuenta atrás ;-)
Besitos.
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