Mi querido Don Miguel: almorcé una mañana de primavera con el Rey. Me invitaron y acepté porque me convenía hablarle para el asunto de los médicos extranjeros. Por cierto que prometió ayudarme en la batalla que riño contra una gran canallada nauseabunda que se está perpetrando; y no sólo no me ayudó, sino que decidió, poco días después, la suerte a favor de los contrarios. Le he quedado muy agradecido y dispuesto a servirle *.
Nada hay en España comparable a este vicio desenfrenado, contra el que no podrá nadie, porque el Jefe de la Nación es también el número uno de los puntos. Esta temporada, en el Tiro de Pichón, el espectáculo es bochornoso. El Rey juega, aproximadamente, de 4 a 5.000 pesetas por tiro, esto es, por minuto. En la tarde de ayer, ha ganado 60.000 pesetas; y a este tenor las demás tardes. El partido de los "pajareros", que él capitanea, lleva sacados a los "escopeteros" más de 400.000 pesetas en lo que va de temporada. No quiero decirle, porque son detalles que requieren la palabra hablada y aun el oído próximo, las artes que allí se ponen en juego para el regio desplume. Este año quedarán algunas familias en estado mísero a consecuencia de todo esto. Y, lo terrible, es que no se perpetra en un garito, sino a la vista de todo Madrid, bajo el sol de mayo, con acompañamiento de gritos ensordecedores.
* Carta de comienzos de verano de 1921
** Carta sin fecha, de 1921
De Epistolario inédito. Marañón, Ortega, Unamuno (Espasa, 2008)
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