21 de julio de 2008

Encajar

Leo en la novela —todavía inédita— de un amigo que comienzas a ser escritor el día en que comprendes que no encajas en ninguna parte.

Hay épocas del año que evidencian mucho más que otras esa realidad. La pieza del puzzle que representas ha salido deforme, hay que ensamblarla a martillazos. Y, en verano, ni así.
Llegan las vacaciones, los niños quieren hacer cosas de niños normales y la verdad es que no tienen la culpa de tener una madre-ermitaña que quisiera pasar el verano en una biblioteca o en una isla desierta o en La Roca, con tal de que hubiera libros. Las ceremonias familiares te sientan ante el abismo —aunque a simple vista parezca una mesa presidida por una paella— de saber que nada tienes que ver con aquellos con quienes compartes sangre, historia, referencias y paisaje de la memoria. En realidad, te pasas el rato observando a la familia como si fueran actores de una serie de televisión. De una que ni siquiera te gusta. No como House o Roma.
Luego está el calor, tan poco apropiado para la creación literaria, y yo comienzo a añorar Groenlandia, esa tierra a la que no pude llegar a pesar de que lo intenté. Yo me exiliaría en Siorapaluk, donde no hay neveras porque no hacen falta, y leería y escribiría bajo una manta de piel de yak.
La tele habla. Un conductor sin carné puede ser condenado a dos años y medio de prisión. Pienso: «Qué gusto, dos años y medio en la cárcel sin preocuparse de cocinar ni de hacer la cama».
Realmente, me estoy volviendo muy rara.



La imagen de hoy, del blog Hijo de Zeus.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dile a tu amigo que tiene muchísima razón...

Buen verano.

Anónimo dijo...

me estoy asustando :)

Luis Vea dijo...

Si me lo permites no sé si es una cuestión de encajes, pero sí sé que es una cuestión de miradas. Y la forma de mirar, de detenerse en los detalles que a los demás les pasan desapercibidos sí te da la visión de escritor, o de poeta, o de pensador.

leo dijo...

Yo también creo que es verdad. Pero no sé si se es así por ser escritor o, porque se es así, no queda más remedio que convertirse en escritor.
Qué difícil, con críos de por medio, Care...
UN saludín.

Fernando Alcalá dijo...

Pues entonces todos somos raros! Madre, esa escena de la celebración familiar la he vivido tantas veces que me da escalofríos...