19 de enero de 2006

Acuíferos (microcuento)

A madame Bovary le encanta masturbarse en la bañera. Según ella es fácil: retira la alcachofa de la ducha, enfoca el chorro de agua (muy caliente) directo al clítoris y tensa las piernas. El primer orgasmo es fantástico. Mucho mejor que ninguna sensación que pueda proporcionar un hombre (asevera). El segundo es laxo y, a veces, doloroso. A partir del tercero (si la paciencia acompaña) viene lo realmente excepcional. Un dejarse mecer en los brazos de un placer tan absoluto que todo desaparece de su vista. Todo excepto el tapón de la bañera, que debe retirar de vez en cuando para desaguar o terminaría por inundar la casa. La cual, por ende, es de su generoso marido.
Para cada uno de sus ejercicios masturbatorios, madame Bovary precisa entre quinientos y setecientos litros de agua.
Ignora madame Bovary que unos cinco mil quilómetros al sur existe Mery, una mujer de su misma edad, aunque de piel negra más envejecida, que recorre todos los días veinte quilómetros hasta un pozo donde recolecta, casi liba, cinco litros de agua potable que transporta de vuelta, a paso cansino, hasta su casa. Con esos cinco litros Mery cocina, se lava (ella, su marido y los cuatro hijos que sobreviven) y aun les queda algo para beber. El agua tiene una tonalidad anaranjada, pero la beben de todos modos. Ignora, pues, madame Bovary cuánto tiempo viviría Mery y su familia con el agua que ella emplea en una de sus solitarias sesiones.
A su vez, ignora Mery el uso que madame Bovary (y acaso otras como ella) le dan al agua. Y explicárselo resultaría complicado: cómo llega el agua hasta allí, qué se hace para que surja de la pared, qué cosa es la alcachofa de la ducha, cómo es un chorro de agua a presión, qué es y cómo se usa un clítoris.
No. Madame Bovary y Mery acaso sean más felices persistiendo en sus respectivas ignorancias. Y así, todos los demás, que dormiríamos mejor si jamás hubiéramos leído ni escrito estas palabras.

6 comentarios:

Ramón Masca dijo...

ha estado muy bien :D

Ladynere dijo...

Cuando encuentras lecturas que hacen que te golpee tanto la verdad, a veces desearías no saber leer, como seguramente le pase a Mery.

B. Llamero dijo...

Vaya. Magistral. Sencillamente.

Care dijo...

Óscar: Flaubert no contaba lo que hacía Madame Bovary en el baño. Ya lo dice Forster... el homo fictius, no mea. Y la dona fictius, no se masturba.
Javier, Llamero: Gracias. Guapos.
Ladynere: La verdad sólo no golpea a los tontos.

Anónimo dijo...

Si la Madame fós Monsieur,no consumiria tanta aigua
;-)

miwok dijo...

Muy sugerente...