Tengo ganas de viajar. De vez en cuando me ocurre: deseos de escapar, necesidad atávica de emigrar, no sé, llamémosle como sea. El caso es que la casa se me cae encima. Estaría mejor ir a Japón, a la Patagonia o a Islandia, pero llegado el caso me conformo con algunos pueblos de las provincias de Sevilla y Córdoba, que es por donde andaré en apenas 15 días.
Una vez estás fuera de casa, sobreviene la nostalgia, ese sentimiento extraño que para los griegos significaba dolor por el regreso.
La escritora mexicana Rosario Castellanos —un día le dedicaré una entrada— lo dejó escrito en uno de los cuentos de Los convidados de agosto, cuando un personaje asegura no querer marcharse porque no le gusta regresar. En ciertos tiempos pasados y peores hubiera rubricado esas palabras. Ya no.
La nostalgia adquiere muchas caras a lo largo de la vida. Actualmente, cuando viajo, la nostalgia tiene el rostro de mis hijos y casi en exclusiva (con la única excepción de su padre). De algún modo, todo lo demás va conmigo. Y cuando estoy fuera de casa constanto hasta qué extremo la escritura es mi lugar en el mundo. Y la soledad, el mejor aprendizaje de la literatura. Y un libro, un disco y un cuaderno, los mejores compañeros de viaje.
Secretamente, en esta y otras muchas cosas, le doy la razón al sabio de Joseph Brodsky:
Cuanto más viajamos más complejo se vuelve nuestro sentimiento de nostalgia.
Cuanto más viajamos más complejo se vuelve nuestro sentimiento de nostalgia.
5 comentarios:
Yo siempre tengo la necesidad de marcharme, me cuesta acomodarme, y cuando lo hago, sólo tiene que ver con las personas, no con los lugares. Después de algunos meses de confusión, siento que he encontrado mi sitio en blogs como este, en foros literarios, eso es estar en casa, y no lo echaré de menos, porque gracias a internet, lo llevaré donde vaya.
Disfruta de tu viaje Care, a la vuelta tendrás todo lo que echabas de menos, todo se queda siempre en el mismo sitio, la misma gente.
Yo, en cambio, encuentro también mi sitio viajando y conociendo nuevos lugares, nuevas culturas. El sentimiento que tengo al viajar es muy similar al que me acecha cuando leo o escribo, así que muchos de vosotros sabréis bien cuál es.
Ahora mismo tengo nostalgia al viaje, tengo mono de viajar. Hubo un viaje que me marcó mucho: este verano fui a Sudamérica [a visitar a mi hermana, que vivía allí], y ha sido el mejor viaje de toda mi vida. Fue sencillamente genial, y no por los lujos o por paisajes(que también los había preciosos), sino por estar en conctacto con otras gentes y costumbres. Si se entiende con una comparación, es como abrir un libro y perderte en él, pero interaccionando con los personajes.
También es una libertad interior extraña.
Mi nostalgia al viajar es el tiempo, quisiera tener más, y también los amigos, pero algo menos.
Perdón, me he ido por las ramas. Espero que disfrutes mucho de ese viaje tuyo, Care, y que aproveches también la nostalgia para disfrutarla en lugar de dejar que te inunde y te coma.
Yo siento la necesidad de viajar tambien de vez en cuando, como si llamara a mi puerta y tuviera q dejarla pasar de inmediato. Normalmente, durante el año, viajo mucho dentro de España, pero un par de veces al año me voy fuera. Lo necesito, me lo pide el cuerpo, una necesidad. Este año, a principios de abril, me voy una semana a Noruega, tengo ya unas ganas! Y en mayo, a Burdeos, q bien! El año pasado me fui una semana a Italia, me encanto! me enamore! Y como no, el pueblo, me encanta! Lo malo de volver, es la nostalgia, es q no quiero volver, pq todo me parece monotono y sin emocion, aunq la va recuperando poco a poco. Otra forma de viajar son las ferias medievales. Ya se q me voy por las ramas, pero ir a una feria medieval, pasar el dia en el puesto (mi madre es ceramista) y llegar a casa y quitarte el traje, es como haber estado varias semanas en al baja edad media. Sigues hablando en castellano antiguo incluso en casa, jeje!
Que te vaya muy muy bien el viaje Care!
La notalgia, el nostos, el volver latino, después de un largo viaje que resume y rezuma los viajes todos, tiene siempre algo de épico y de íntimo dolor. Volver es regresar a ningún lado. En algo así como el aprendizaje de la soledad nos emparentamos con Ulises.
Muy bello y certero tu texto, al igual que la cita de la enorme poeta y narradora chipaneca Rosario Castellanos, de quien tengo en mi blog un par de poemas suyos.
Saludos.....
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Cristian: suelo llevarme un par de libros. Uno, el más o menos seguro. El otro, por si lo seguro falla. Esta vez: los Diarios de Gombrowitz y los relatos de Robert Bloch (Dulces sueños..., en Valdemar). En música soy mucho más omnívora: Bach suele venir conmigo. Y también tangos (me gusta Malevaje) y Joaquín Sabina. Se llevan bien.
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